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El Imparcial / Hermosillo / notamigracion

Pitahaya manjar del desierto

La temporada de la pitahaya, que empieza en junio, no sólo alegra el paladar de los hermosillenses que esperan este tradicional fruto silvestre, sino también a varias familias de Carbó y sus alrededores quienes se benefician con su cosecha.



Desde muy temprano llegan en los camiones al Parque Madero alrededor de 50 vendedores con cubetas en mano, quienes se distribuyen en diferentes puntos principalmente del Centro de la ciudad.



“¿Cuántas le damos doñita? a 5 la que guste, escoja, ¡están muy sabrosas!”, grita Karina Coronado mientras que con un trapo se asegura de que ningún insecto se pose sobre los frutos que se empiezan a abrir.



“El año pasado un señor llegó y se llegó a comer 50 pitahayas”, relató Fátima Coronado, “nosotras nos sorprendimos mucho y esperamos muchos clientes como estos todos los días”.



Fátima Coronado contó que es una actividad que realizan cada año y la cosecha de la fruta silvestre dura de dos a dos meses y medio.



Esta es una labor que se hace por etapas, pues los que cortan se van desde las 12 de la noche y regresan a las 6 de la mañana, ellos ganan alrededor de 4 mil pesos a la quincena.



“A nosotros los vendedores nos quedan como 3 mil 500 pesos debido a que pagamos el camión y las comidas”, señaló.



Lo que pocos quizá sepan es que cada año en Carbó, Sonora, se lleva a cabo la Feria de la Pitahaya, los días 4, 5 y 6 de junio.



Este día hay bailes populares, juegos mecánicos y atracciones que disfrutan habitantes de municipios cercanos e incluso hay quienes viajan de Tucson y Los Ángeles, California, para vivir esta tradicional fiesta en honor de este fruto silvestre. N

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