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Extranjeros en Sonora: "Amo Cuba, pero ahora soy mexicano"

Raidel Lázaro Mantilla Zayas tiene doce años en el País, seis en Hermosillo, y aunque extraña su tierra natal, una parte de su corazón está en México.

Extranjeros en Sonora: "Amo Cuba, pero ahora soy mexicano"

HERMOSILLO, Sonora.- Dejar su natal Cuba no fue nada fácil para Raidel Lázaro Mantilla Zayas, pero lo que le han regalado los mexicanos ha sido suficiente para que ahora se considere uno de ellos, pues ya adoptó hasta la comida y cultura.

Hace doce años, Raidel Lázaro llegó a México para dedicarse a la que es su pasión: Ser entrenador en lanzamiento con atletas de alto rendimiento.

Su trabajo ha dado frutos, pues sus atletas han ganado para México y Sonora medallas de oro.

Radicó por seis años en Nayarit, en el municipio de Bahía de Banderas, como entrenador, después llegó a Hermosillo, Sonora, y aunque el calor que se vive en la ciudad de Sol ha sido algo a lo que ya se ha acostumbrado, al principio fue difícil.

La pasión con la que habla de lo que hace y de cómo es trabajar con niños y jóvenes con discapacidad o de iniciación, lo transmite a kilómetros con su enorme sonrisa.

"México me abrió las puertas, me acogió, en Bahía de Banderas todavía siento el cariño de pasar por la plaza y que los muchachos me recuerden, que los padres de familia me hablan, me llaman, voy a ver a mi hijo que tengo en aquellas tierras y me invitan a estar con sus familias, es muy bonito, es una experiencia muy bonita".
 

 

EL GRAN CAMBIO

Haber dejado a su familia para buscar un mejor futuro y hacer lo que más le gusta le ha costado mucho a Raidel Lázaro, pues cada vez que recuerda a su familia que está en Cuba su corazón se parte en dos.

"Lo más malo en el cambio es haber estado separado de mi familia, estar en México y perder a mi familia, a mucha gente y muchas veces no lo sabía hasta llegar a Cuba, eso creo que es lo que más lastima.

"Tengo a mi mamá en Cuba, a mi hijo en Nayarit, mi papá hace un año falleció, mi abuela el 26 de este mes cumplirá años de fallecida, y estando aquí me ha tocado que han fallecido doce familiares míos, pero a veces es el precio que uno tiene que pagar por apostarle a un futuro diferente, por mis hijos para poder ayudarlos, para darles un mejor bienestar", comentó.

Aunque la tristeza duró unos años, el entrenador de 47 años de edad pudo traerse a su esposa e hija a Hermosillo, donde ahora viven felices y se adaptan a su nueva vida.

Y aunque le ha tocado competir contra Cuba, ganar medallas para México ha sido una gran satisfacción en su vida, pues Raidel Lázaro ya se considera todo un mexicano.

El entrenador contó que en México ha cumplido muchos sueños que en Cuba tal vez le hubieran costado mucho más y jamás se imaginó representar a México en unos Juegos Olímpicos, Panamericanos o campeonatos mundiales, por lo que se siente muy agradecido.

"Al principio me tocó en unos Panamericanos que mi atleta le ganara a la de Cuba, pero claro que le dije a mi atleta que no se podía dejar ganar porque la atleta cubana como que la intimidó.

"En terminología cubana le dijo que iba a ganarle y yo le dije: Ella será muy cubana pero tú eres mi atleta, y mi atleta le ganó y esa fue una mezcla de alegría y me sentía contento con mis resultados porque mi atleta habría ganado el panamericano y fue medalla de oro, pero ni modo así es la vida, estoy de este lado y tengo que defender este México que me adoptó", afirmó.
 

LA COMIDA

El picante ya se ha vuelto indispensable en la vida de Mantilla Zayas y su esposa, quienes cuando van a Cuba se llevan sus raciones de comida sonorense, desde las tortillas, picante y chile colorado, pues sin esos ingredientes ya no les sabe la comida.

"Llegas a Cuba con la añoranza de ver a tu familia, a tus amigos, de ver a tu gente con la que te criaste, con la que jugaste dominó, salías a noviar y al otro día estás extrañando la comida de México; ya nosotros nos llevamos comida mexicana cuando vamos para allá, no podemos alejarnos de la comida de acá", aseguró.

Entre muchas de las anécdotas recordó cuando probó el aguachile por primera vez.

"Yo no sabía lo que era aguachile pero resulta que eran unos camarones gordos y me hicieron comer eso, y me dicen que me puse rojo, blanco, de todos colores pero a partir de ese momento le perdí el respeto al chile y ahora me como ya lo que venga", narró.

Para él la gente de México ha sido muy buena, la comida exquisita y una cultura muy bonita, por lo que vivir en este País, y sobre todo bajo casi 50°C en Hermosillo, es un recordatorio de que todo sacrificio tiene recompensas, y da gracias a Dios por su trabajo, su familia y por lo que ha construido en el deporte sonorense.

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