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En el corazón y en la piel lleva a Jacobo, quien le enseñó de amor y amistad incondicional

Lo lleva en su corazón y en la piel Jacobo le deja lección de amistad y amor incondicional.

En el corazón y en la piel lleva a Jacobo, quien le enseñó de amor y amistad incondicional

HERMOSILLO, Sonora.- La compañía de Jacobo para Phea Vizcarra fue la mejor manera de aprender sobre amistad, amor incondicional y lealtad y a pesar de haber perdido a su compañero hace casi cuatro años, aún lo conserva en su corazón y en la piel.

“La manera más cercana a describirlo es que significó tanto que aprendí lo que es una verdadera amistad, lo que es la lealtad y lo que es el amor sin condiciones”, expresa.

Jacobo llegó a la familia Vizcarra en 2007. Aunque anteriormente ya habían tenido otras mascotas, como gatos y otros perros, no había sentido esa conexión tan especial.

SIEMPRE A SU LADO

En 2018, Phea fue diagnosticada con ansiedad y depresión, sin embargo los síntomas de dichas enfermedades se habían manifestado años atrás sin saberlo.

“Cuando me daban ataques de ansiedad, que yo no sabía qué eran, lo manifestaba con llanto, me aislaba, entonces en esa situación, parecía que el perro presentía o sentía que algo estaba mal conmigo y lo que él hacía era quedarse ahí todo el tiempo. Se quedaba ahí, todo el tiempo en el cuarto”, recuerda.

Jacobo al ver a su dueña mal, se recargaba en ella y se quedaba para que Phea estuviera bien.

“Era su manera de decir ‘no estás sola’, que él estaba conmigo y que todo iba a estar bien.

No sé cómo él sabía, pero él estaba en esas situaciones, pero ya me di cuenta cuando él ya no estaba. Cuando ya no estuvo”.

El fiel amigo de 75 kilos, era obediente, juguetón, protector, educado y amoroso.

El 30 de noviembre del 2017, decidieron poner a “dormir” a Jacobo por un mal que afectó su sistema óseo, el cual constaba en la calcificación de sus articulaciones, situación que fue dolorosa para la familia.

“Empezó a calcificar huesos entre sus vértebras, entonces ya no podía caminar. Sus patas delanteras quedaban inmóviles y se consultó al veterinario para ver las opciones. Nos dijo que lo podíamos operar, pero una vez que empezaba la calcificación, no había marcha atrás, su calidad de vida iba a disminuir muchísimo y que de todas maneras no iba a poder caminar”, dijo entre sollozos.

Después de casi cuatro años de su partida, Phea aún lo recuerda con las fotos, videos y tiene un tatuaje de su imagen.

Aunque permaneció con ella casi diez años, aún lo recuerda con mucho amor y agradecimiento por el apoyo y amor que le brindó en momentos difíciles.

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