El cáncer no es rival para Amelia
A sus 5 años de edad, la niña ha vencido dos veces la enfermedad

HERMOSILLO.- Con apenas 5 años de edad, Amelia ha tenido que enfrentar el cáncer en dos ocasiones.
Pese a que su cuerpecito ha debido soportar estudios, cirugías y transfusiones, jamás ha perdido la alegría de vivir, pues Ariadna, su mamá, se ha asegurado de mostrarle que la vida es bella.
“Es algo muy fuerte porque Amelia tiene 5 años y cuatro los ha pasado en el hospital. Toda su familia hemos buscado que mantenga una vida lo más normal que se pueda: Si podía ir la escuela, lo hacía; antes de la pandemia iba a karate y a clases de danza, y eso le servía mucho”, comentó.
“Cuando estaba en una situación crítica, por ejemplo, que la iban a canalizar, le decía que era un juego, porque me acordaba de la película ‘La Vida es Bella’ he intentaba que, a pesar de las adversidades, encontráramos el lado amable de cada situación”, compartió Ariadna.

Foto: Cortesía
INEXPLICABLE...
El primer encuentro de ambas con el cáncer sucedió cuando Amelia tenía tan sólo 1 año y 4 meses de edad: La pequeña lucía como cualquier otra niña y no mostraba ninguna señal de alarma, excepto fiebres recurrentes, que Ariadna creyó se debían al proceso de dentición.
“Cuando Amelia empezó a dentar comenzó a tener fiebres recurrentes y coincidió con unas vacunas que le habíamos puesto, entonces yo lo veía normal”, explicó.
“En ese tiempo yo tenía Isssteson y cuando veía que no podía controlar en casa la temperatura, me arrancaba al hospital porque a veces alcanzaba los 39 grados. Creo que eso es una cosa muy importante que nos ayudó a que Amelia continuara con nosotros hasta ahora”, dijo convencida.
Tras dos semanas de fiebres constantes, los doctores internaron a Amelia para su revisión, ya que temían que estuviera pasando por un cuadro infeccioso severo.
Lo que no imaginaban ni Ariadna ni los médicos era que en la sangre de la niña encontrarían algo más grave,
un síndrome que le cambiaría la vida para siempre.
“Después de un mes en el que descartaron bacterias, virus o alguna enfermedad infecciosa, se fueron a hacerle otros estudios porque ya se imaginaban que era una enfermedad en la sangre”, recordó la joven madre.
“Le hicieron un cultivo de células y después decidieron hacerle un cultivo de médula ósea, que es básicamente aspirar un poco del líquido que se encuentra dentro, pero salió limpia”, contó. “Una semana después Amelia volvió a ser analizada de la misma manera y ahí fue cuando encontraron que tenía Síndrome Hemofagocítico Secundario”.
“Cuando le hicieron la segunda biopsia, estábamos ella y yo en el aislado del hospital, en una silla y a media noche. entonces tocan la puerta y pasan cuatro doctores. recuerdo haberlos sentido como los cuatro jinetes del apocalipsis, que venían por mí para llevarme”, narró.

ENFERMEDAD “CATASTRÓFICA”
Esta enfermedad -una alteración en la sangre similar a la leucemia- tiene que ser tratada con quimio y radioterapias para eliminarla del cuerpo de los pacientes.
Y aunque es curable, los doctores suelen considerarla como una enfermedad “catastrófica”, ya que al igual que otros procesos oncológicos, puede afectar el sistema inmune de quienes la padecen.
“Este problema de salud inicia con una falla celular que en la mayoría de los casos es una falla genética que acondiciona que en los casos de los niños las células se repliquen de forma acelerada y sin tener un control regulatorio”, explicó el oncólogo pediatra Homero Rendón García.
Desafortunadamente no existe un dato que sea clave o de forma directa para detectar un problema de estos, la única manera es llevar de forma rutinaria al niño a revisiones generales cuando haya síntomas simuladores como fiebre, cansancio o dolor cuerpo, que se asemejan a enfermedades comunes, pero disimulan enfermedades graves”, agregó.
Esto les sucedió a Ariadna y Amelia en dos ocasiones: La primera con el Síndrome Hemofagocítico, por el que la niña tuvo que pasar por un año y medio de quimioterapia; y de nuevo por una recaída, esta vez en los tejidos blandos de su ojo izquierdo.
“Ya teníamos como un año y medio en revisión y vigilancia después de que concluyeran las quimios de Amelia cuando empecé a ver que tenía el ojo izquierdo como muy hinchado, como raro”, recordó Ariadna.
DE NUEVO EN LA LUCHA
“La doctora me comentaba que en los exámenes Amelia salía muy bien. Eso fue en diciembre. Para febrero y marzo yo empecé a tomarle fotos del ojo para registrar esos cambios y mostrarle a la doctora porque a veces se le hinchaba y otras no”, expuso.
El registro que hizo la madre, de inmediato encendió las alarmas de un posible nuevo proceso de cáncer, por lo que decidieron analizar de forma más profunda a la pequeña.
Después de varias tomografías y estudios de sangre, supieron que debían iniciar nuevamente con quimioterapias, algo que Ariadna, dentro de su corazón, ya presentía.
“Me acuerdo muy bien que le dije a la doctora en ese momento: ‘Para bien o para mal ya lo viví, así que sólo dígame qué sigue y cómo le hacemos’”, relató.
“Amelia se quedó internada. Le hicieron más estudios y la doctora me explicó que la enfermedad que tenía era un cáncer en los tejidos blandos del cuerpo, es decir, las articulaciones o músculos fibrosos que tenemos”, detalló Ariadna.
Siguieron para Amelia otros dos años de quimioterapias y tratamientos durante los cuales Ariadna buscó que siguiera su vida con tanta normalidad como pudiera.
Y aunque fue difícil, contó, siempre estuvo consciente de que ella debía ser fuerte para su pequeña, el soporte que empujara a su niña a salir adelante.
“Cuando me confirmaron el diagnóstico me solté llorando. Mi hija estaba dormida y pensé: ‘¡A darle! No me puedo caer, porque si lo hago, esta cosita chiquita se viene conmigo’”, expresó.
Amelia ha terminado nuevamente un proceso de quimios y se encuentra en revisión constante para descartar alguna recaída.
Como cualquier otra niña, Amelia ama aprender cosas nuevas, jugar con amigos y pintar con acuarelas. Y pese a todo lo que le tocado enfrentar, ella es la luz para su madre, sus abuelos y todos los que la rodean, quienes son testigos de su gran fortaleza y alegría de vivir.

Foto: Cortesía
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