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El Imparcial / Hermosillo / Mascotas

Da amor y cuida de 120 mascotas

Dámaris, a quien le dicen "la loca de los perros", vive en el Molino de Camou.

Pues cuerda, no creo (que esté), porque sí tengo unas ideas…”, dice Dámaris cuando reflexiona sobre si se considera a sí misma “la loca de los perros”, ese apodo que le han dado en varias ocasiones y que ella a veces repite.

A mitad de la frase, se interrumpe y grita "¡Ruso!", y entre las decenas de perros a su alrededor, el que levanta la mirada es un animal peludo de ojos azules. Tiene unos tres meses, según menciona la dueña, y es uno de los más solicitados para adopción.

Pero Dámaris no lo da en adopción a cualquiera. Asegura que 110 de sus 120 mascotas están disponibles para quien quiera darles un hogar, pero su condición principal es que sea un lugar mejor que el que ella les da.

"Si tú me estás diciendo que no va a estar mejor que aquí, ¿pues para qué te lo vas a llevar? Mejor aquí déjalo", agrega.

CUENTO DE NUNCA ACABAR

Dámaris Acosta Ruiz vive en el Molino de Camou, localidad de Hermosillo ubicada a unos 30 kilómetros de la zona urbana. Todavía vivía en la ciudad cuando hace seis años su esposo recogió a cuatro cachorros de la calle, en el Panteón Municipal.

Dos de ellos murieron, los otros dos aún sobreviven: La Laika y el Capitán. Este último no sólo tiene el nombre, también es, a decir de Dámaris, el líder de la manada, el perro al que todos los demás respetan.

Ella dice que durante su infancia y adolescencia, en su natal Agua Prieta, no recuerda haber tenido animales. "Quizás sí", piensa, pero no recuerda con claridad. Las primeras mascotas que tiene presentes son unos perros de raza French Poodle, y luego la Laika y el Capitán.

"Después ya fue cuento de nunca acabar", expresa. "Miraba un perro en la calle y decíamos ‘pobrecito, de que se muera en la calle, mejor que se muera en la casa’. Y así empezó todo, y hasta la fecha son seis años ya con esto".

VIDA DE PERROS

Hace casi cuatro años ella y su marido se fueron de Hermosillo al Molino de Camou. Llevaban quince perros, todos rescatados de la calle. Su esposo falleció tiempo después, pero la mujer continuó con la dinámica. Ahora son al menos 120 canes los que dependen de Dámaris.

Son de color café, blanco, negro; chicos, grandes; tranquilos, inquietos, juguetones; ojos claros, ojos oscuros; hembras, machos. Quizá lo único que tienen en común es que eran callejeros y ahora gozan en el terreno donde viven. Todos esterilizados y vacunados, afirma su dueña.

Dámaris cuenta que es costurera, pero hace tiempo que no puede coser porque sus mascotas ocupan toda su atención. Por la mañana se levanta "de la cama a limpiar las jaulas", y se acuesta ya entrada la noche.

En su vivienda hay cocina, baño y recámara, aunque esta última es usada principalmente por algunos de los canes, ahí tiene algunas jaulas, cobijas y la cama donde ella duerme. "Así es la vida de perros", señala.

Sus animales consumen en conjunto unos 30 kilos de croquetas. Todo lo consigue gracias a donativos de ciudadanos que la apoyan en su labor.

"La gente me los mantiene, no me puedo ni mantener yo sola, ¿cómo voy a mantener a los perros? Con pura ayuda de la gente", agrega.

UNA HISTORIA PARA CADA UNO

“Niña”, “Chico”, “Duque”. Basta con que Dámaris pronuncie el nombre para que el perro aludido corra hacia ella. Son unos 100 los que están ‘bautizados’, los otros 20 son cachorros recién nacidos.

Considera que debe ser estricta con las condiciones de adopción porque no todas las experiencias son positivas. Por ejemplo, menciona, el "Dólar" fue adoptado tres veces, por tres personas diferentes. Las tres veces fue devuelto.

Después de la última vez, el "Dólar" salió de la lista de disponibles y ahora es un habitante permanente de su casa: "Son tres veces y las tres veces ha regresado, ya no sale, le prometí que ya no salía".

A la "Mimí" la recogieron recién parida cerca de una escuela en la colonia Altares. Al "Greñas" se lo llevaron para que lo cuidara por un par de semanas, pero su dueño no ha regresado. El "Niño" duró una semana en una banqueta después de ser atropellado. Y así con cada uno de ellos.

¿Cuándo parará? Dámaris asegura que no tiene una fecha, ni una cantidad de perros en que dirá ‘basta’. Tal vez cuando su cuerpo ya no le dé la fuerza para atenderlos.

"Hasta que Diosito me diga que ya estuvo, ya. ¿Cuántos perros?, los que pueda cuidar, no sé, no hay límite".

CONTACTO

Si deseas apoyarla, puedes contactarla al celular 6621824129.

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