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El Imparcial / Sonora / Pandemia de Covid

Inflación y pandemia golpean a asociaciones

Las operaciones de distintas organizaciones civiles dedicadas a brindar apoyo a personas de bajos recursos se han visto muy afectadas tras la pandemia.

HERMOSILLO, Sonora.- El periodo de pandemia y posterior crisis financiera pusieron en jaque las operaciones de distintas organizaciones civiles dedicadas a brindar apoyo a personas de bajos recursos.

Marisela Durán, presidenta de la organización civil Unidos en un Solo Corazón, la cual se dedica a organizar y llevar despensas o apoyos a personas en la periferia de Hermosillo, indicó que la inflación ha hecho cada vez más difícil su labor de ayuda.

Si no es la gasolina para ir a las comunidades apartadas, es la comida”, relató, “ayudar durante la pandemia fue muy difícil, pero ahora que acabó es peor por la inflación y aumento en los precios”.

Desde hace aproximadamente siete años, Unidos En Un Solo Corazón ha realizado visitas a invasiones de difícil acceso, además de coordinar donaciones de comida y útiles para niños de bajos recursos.

Según el testimonio de Durán, realizar este tipo de actividades es más complicado en estos momentos y, de acuerdo con su experiencia, las instituciones municipales de asistencia como el DIF se han vuelto más reacias en brindar su apoyo.

La presidenta de la organización añadió que, si bien el panorama luce desalentador, quienes brindan con más facilidad su ayuda son los ciudadanos y ha podido hacer actividades gracias a la solidaridad de las personas.

SUBSISTEN DE ARROZ Y FRIJOLES

La crisis llegó a la puerta del comedor infantil Bet-El, en la colonia Villa Verde, al Norte de la ciudad, pues basan la mayor parte de su alimento en arroz y frijol, pues es lo más sencillo de conseguir.

Regina Yocupicio, coordinadora del comedor localizado en calle San Joel #139, expresó que el incremento en el precio de los ingredientes para cocinar es la razón por la cual la comida que ofrecen se ha vuelto tan limitada.

Frijoles y arroz es lo único que les hemos estado dando a los niños”, explicó, “a veces les damos sopitas, pero la crisis nos ha afectado tanto que ahora ni siquiera carnes frías podemos ofrecerles”.

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El Comedor Bet-El fue fundado en 2019 por Yocupicio y su esposo en su propia casa para ofrecer comida a los niños de bajos recursos de su vecindario, y aunque siempre han enfrentado carencias, las condiciones en las que opera el comedor actualmente son más difíciles.

De acuerdo con la coordinadora, los niños no se enfadan de las comidas que se preparan en su casa, por más limitadas que estas sean, pues siempre se reparan de diferente manera, pero reconoció que le angustia no poder ofrecer más platillos.

Bet-El opera exclusivamente con los recursos de Yocupicio y su esposo, así como donaciones de la comunidad y en el último mes hay tardes en las que han llegado más de 80 niños, por lo que se requiere ayuda constante.

EL FIN DE UN SUEÑO

Algunas organizaciones de asistencia incluso tuvieron que cerrar sus puertas debido a que, como los recursos se orientaron a la contención del Covid-19, otras enfermedades fueron desplazadas.

Tal fue el caso de Rubén Manríquez Rico, en su momento presidente del Centro Caritativo para Atención a Enfermos de Sida A. C, el cual cesó sus funciones el año pasado.

De acuerdo con el trabajador social, el proyecto comenzó en 1998 con el propósito atender a personas portadoras de VIH y, en 2006, fueron adoptados por la red italiana “La Tenda di Cristo”.

La organización, pionera en la atención a pacientes con este padecimiento en Sonora, realizó sus operaciones en la colonia San Benito, cerca de la iglesia de Fátima.

Apoyábamos a personas de diferentes partes del estado que venían a Hermosillo a recibir su tratamiento para VIH o que ya estaban en etapa de SIDA”, indicó, “también atendíamos a los familiares mientras el enfermo estaba hospitalizado, ellos no pagaban nada: Tenían agua caliente, camas y también se gestionaban apoyos y medicamentos”.

El fin de la organización, relató Manriquez Rico, se debió a múltiples factores, el primer golpe vino cuando fue más complicado gestionar recursos con el programa “Peso por Peso”, lo cual orilló al Centro a darse de baja como asociación civil, dependiendo casi exclusivamente de los patrocinadores italianos.

La pandemia vino a complicar todo el asunto, pues el inmueble dejó de recibir a pacientes debido a las condiciones de aislamiento y sana distancia que se establecieron”, señaló.

Pero los gastos de operación tenían que pagarse. Los patrocinadores principales, explicó el ex presidente de la organización, eran personas de Italia que, a través de una sede en Chihuahua, les hacían llegar los recursos, pero la crisis sanitaria les complicó hacerlo.

El principio del fin llegó cuando le informaron que el albergue tendría que cerrar por un tiempo y probablemente cambiaría de giro: En lugar de apoyar a personas con problemas de VIH, apoyaría a personas con adicciones y niños en situación de calle.

El Centro, cuya capacidad permitía ofrecer asilo a 30 personas simultáneamente, atendió alrededor de 350 personas, desde niños hasta adultos mayores, todos de escasos recursos o problemas sicológicos, provenientes de diferentes municipios de la entidad.

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