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El Imparcial / Sonora / 2 de octubre

“Algo cambió dentro de mí”: Sobreviviente del 2 de octubre de 1968

César Catalán Martínez vivió en carne propia la matanza de estudiantes de 1968 y el dolor y la indignación siguen presentes en su memoria.

HERMOSILLO, Sonora.-A sus 73 años de edad, César Catalán Martínez, estudiante sobreviviente del 2 de octubre de 1968, todavía siente impotencia y coraje contra lo que él llama un “Gobierno asesino”.

Egresado de la carrera de Biología en la UNAM, el originario de Mexicali, Baja California, mantiene en su memoria el dolor ocasionado por los disparos y la tortura que marcaron a toda una generación.

La suerte de no recibir ningún disparo, a pesar de estar en las primeras filas del mitin celebrado en la Plaza de las Tres Culturas, también lo llevó a sufrir uno de los episodios más oscuros de la historia de México.

Su sed por aprender sobre los conflictos y luchas sociales lo hizo adentrarse en los movimientos estudiantiles, primero como observador, pero poco a poco se involucró en las reuniones.

“Siempre fue mi curiosidad saber, aprender y conocer a la gente que participaba en el movimiento estudiantil; de alguna manera me enteraba también por el periódico, a partir de que empezó el movimiento estudiantil. Cuando tiene 18 años está hambriento uno de participar, de aprender todo lo que te llega o se acerca a ti en ese momento”, dijo.

BUSCABAN UN CAMBIO

En los años 60 varios grupos estudiantiles alrededor del mundo comenzaron a movilizarse: Exigían un cambio en el Gobierno que los representaba y en México no fue la excepción.

César recuerda el inicio del movimiento de 1968: Había conflictos entre los estudiantes del Politécnico Nacional y de la UNAM, y en uno de esos el Ejército se involucró.

“Llegó la Policía a la prepa donde se estaban peleando, se metieron y se atrincheraron en ella. No sé qué pensaron o qué sucedió, pero a los granaderos, yo creo, les dieron la orden, porque entraron y capturaron a los que estaban; ellos traían bazuca. Le tiraron a la puerta y ahí comenzó el movimiento de 1968: Mataron a uno y los estudiantes empezaron a protestar en las calles”, platicó.

El movimiento estudiantil cobraba cada vez más fuerza y se involucraron también obreros y campesinos en contra de la represión y para exigir cambios en el Gobierno.

“NI EL MENOR RESPETO”

El Imparcial: imagen de artículo

La tarde del 2 de octubre de 1968, César Catalán Martínez acudió a la convocatoria del comité de lucha en la Plaza de las Tres Culturas, estuvo al frente del edificio Chihuahua cuando una señora caminaba y advertía a los asistentes: “Váyanse, viene el Ejército”. Entonces comenzaron los disparos.

Al principio gritaban que eran balas de salva, pero al ver a algunos compañeros caídos, César intentó resguardarse debajo de un vehículo. Cuando la balacera se detuvo creyó que podría huir de ahí, pero entró el Ejército y los sacaron debajo de los carros a “punta de culetazos”.

Se veía que era gente que no tenía ni el menor respeto por los que estábamos ahí, mexicanos igual que ellos, probablemente de la misma edad que sus hijos, que sus hermanos”, recordó.

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Él, junto con decenas de estudiantes, fue llevado en camiones a un reclusorio, donde los desvistieron y golpearon, y por momentos pensó que lo matarían.

El tiempo pasó… no sabe con exactitud -o prefiere no recordar- cuántos días estuvo en esa celda.

“El día que salí de la cárcel, la señora de los periódicos me entregó un periódico, asustada. Había un artículo que decía que en la casa del estudiante de Baja California tenían armas aseguradas. Tenía un giro postal, compré un boleto de autobús y me fui a Mexicali”, relató.

NO VE UN “DESPERTAR”

En el autobús de regreso a su ciudad natal subieron varias veces a verificar que no hubiera estudiantes; él, con ayuda del chofer, pudo pasar desapercibido y llegar a Baja California, pero ahí, en su propia ciudad, también estaba fichado. Tuvo que irse un tiempo a Estados Unidos a resguardarse.

Ahí también le tocó presenciar el movimiento de estudiantes en la Universidad de California, en Los Ángeles; después de un tiempo regresó a Ciudad de México, donde terminó sus estudios de Biología, en la UNAM.

César recuerda aún lo que sintió y cómo, después de más de 50 años, aún no hay un despertar en la sociedad para exigirle al Gobierno cambios verdaderos.

“Algo cambió dentro de mí. No era miedo, pero pensé que nuestro País no estaba preparado para un movimiento armado. Pensaba en la Revolución y decía: ‘¿De qué sirvió?’”.

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