Crea arte con el tallado del palo fierro

De una tribu Seri en Punta Chueca, Esteban Márquez Parra aprendió a elaborar artesanías de palo fierro (Olneya tesota), oficio que trajo a Navojoa y con el que sacó adelante a sus diez hijos.

El hombre, de 58 años de edad, quien es originario de la comunidad de San Ignacio Cohuirimpo, dijo que desde hace tres décadas elabora moledores de chiltepines, llaveros y esculturas.

Dichas piezas han llegado hasta Canadá, Estados Unidos, China, Japón, así como al interior de la República Mexicana, ante el paso de los turistas por esta ciudad.

Agregó que del Estado de Sinaloa tiene pedidos de hasta 300 piezas de moledores de chiltepín.

"Trabajo la madera seca del palo fierro que se caracteriza por ser dura y muy resistente y que incluso algunos maderos pueden tener hasta 200 años de edad", manifestó, "los moledores de chiltepín salen 50 piezas diarias y cada una cuesta 60 pesos, pero a mayoreo 35 pesos".

Cada palo lo corta en secciones y a cada segmento le busca forma, explicó, de tal manera que la misma naturaleza de la madera le indica qué figura ha de sacar de cada tronco.

"Algunos pedazos de madera les veo forma de venado, de búho, o determinada forma y empiezo a tallar, pero la misma madera me va diciendo", expuso, "dos de mis hijos me ayudan, son cuatro procesos para hacerlos".

Es un trabajo bonito, pero a la vez peligroso, agregó el artesano, pues un descuido puede causar la pérdida de algún dedo de la mano.

"Hay que tener mucha precaución, trabajar bueno y sano, no tomado, no desvelado, no crudo", apuntó, "ya me moché dos dedos con la

máquina".

Esteban da gracias a Dios por aprender el arte de manejar la madera cuando vivió dos años en Punta Chueca y trabajó con la tribu Seri.

"Me vine a Navojoa porque aquí hay mucho palo fierro y yo manejo la madera seca porque verde se revienta", recalcó.

"Los paisanos son los que compran más porque saben que el palo fierro es madera muy fina y tiene muchos colores, la madera amarilla es más joven y la negra tiene más años".