Artesanías y rituales, rasgos culturales que aún conservan
Equipada con aguja, hilo, una lámpara y dos tazones de chaquira de vidrio en varios colores, Amelia Chan Díaz confecciona casi con precisión milimétrica un pectoral.
Cuando los cucapá se establecieron en la región que ahora habitan y comparten, los pectorales eran prendas de vestir que se confeccionaban con materiales como huesos de pescado, conchas de mar o de la corteza de algunas plantas.
“Ellos los hacían para cubrirse la parte de arriba, los pechos, y usaban la falda que era de corteza de sauce, con eso se cubrían, pero ahora ya se usa nomás como adorno”, explicó Amelia, una artesana cucapá que habita en San Luis Río Colorado.
La confección de prendas de vestir y adornos diversos para mujeres y hombres, que ahora elaboran y venden como artesanías, es uno de los pocos rasgos culturales que le quedan a esta etnia que está reacia a desaparecer de Sonora.
Aunque son escasos los artesanos, los productos que elaboran son de alta calidad y guardan la condición de sus ancestros. Para los hombres se diseñan medallones y toquilas para sombreros, y para mujeres los pectorales, brazaletes y broches para el cabello.
Los cucapá son enigmáticos. Se cree que por el hecho de ser nómadas y dedicados al trabajo, su cultura no prosperó en cuanto a danzas, cantos, cuentos y otros rituales, aunque sí las tienen y luchan por conservarlas.
De acuerdo con información de la organización Lutisuc, cuyos integrantes han trabajado por años con pueblos originarios sonorenses, los antiguos cucapá adoraban al Sol, al mar y al escarabajo. Ellos creían que esta especie vigilaba la entrada al más allá y decidía el destino de las almas.
Pensaban que el hombre había sido creado por un dios bueno llamado Komat, quien preso de la desesperación y el coraje al término de este proceso, ideó también fenómenos naturales que podían destruirlos.
Pero había también un dios malo, Sipá, consanguíneo del dios bueno, quien transformó su conducta negativa de manera forzada, pues al morir Komat debió hacerse cargo de los seres creados por su hermano.
Este fue uno de los pocos pueblos originarios que se establecieron en Sonora que no fueron evangelizados. Datos históricos recabados por varios investigadores resaltan que hacia finales de 1700, un padre intentó la conversión religiosa de este grupo, fundó una misión en los márgenes del Río Colorado.
Quienes conformaban las comunidades nativas atacaron la misión y asesinaron al predicador. Se estima que para 1800 habitaban cercanos al río entre 5 mil y 6 mil nativos cucapá, quienes vivían de la pesca y la agricultura.
Contrario a otros grupos indígenas, “los que siguen al río” escasamente conservan las festividades, pero siguen todavía dos rituales: La llegada a la pubertad de las mujeres y el de la muerte de uno de ellos, donde se hace un ritual por varios días con cantos y danzas.
“Se hacía una (fiesta) cada año pero era por parte de las tres naciones, que se reunían Baja California, Sonora y Estados Unidos, pero este año ya no se hizo… invitan a otras etnias de la sierra, pero ahora este año no se hizo porque falleció una persona”, comentó Amelia Chan.
Al igual que la cestería y la alfarería, dos actividades que se perdieron, la lengua cucapá, uno de los mayores orgullos de este pueblo, también se está perdiendo. Alfonso Tambo Ceceña argumentó que los jóvenes ya no la hablan ni les interesa aprenderla.
“Para mucha gente el orgullo es estar contentos, las tradiciones, usos y costumbre de la comunidad que paulatinamente se van perdiendo, pero creo que es preservar la lengua… pues ya de 20, 21 años ya no la hablan”, expresó el jefe de la autoridad tradicional.
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