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El encanto de “La Cuesta del Castillo”

El encanto de “La Cuesta del Castillo”

Un castillo ubicado a 3.2 kilómetros al Norte de Nacozari de García, construido hace 114 años, ha sido durante este tiempo el escenario de dos historias de amor.



La construcción de esta mansión de piedra conocida como “La Cuesta del Castillo”, se inspiró en una mujer llamada Guadalupe Ruiz, esposa de Francis Marion Watts, quienes fueron los primeros habitantes del castillo.



Esta historia de amor, según el escrito de Van Watts, traducido al español por Crisanto A. Figueroa M., propiedad del cronista de la ciudad Constantino Romero Delgado, comenzó antes de 1890.



Fue además la historia favorita de los hermanos Watts, hijos de la pareja Watts Ruiz, quienes consideraron siempre que indirectamente el Indio Gerónimo fue la causa de que sus abuelos se conocieran y por consiguiente sus padres.



Los Watts-Ruiz



El abuelo paterno de los hermanos, Francis Harrison Tyler Watts, era un gran ganadero en Sonora, que provenía de Estados Unidos y que se consolidó en esta actividad económica.



A principios de 1880 los ataques de los apaches eran algo común, según el escrito de Van Watts, y fue entonces cuando Francis Harrison y sus vaqueros fueron sorprendidos y atacados por los apaches.



Pero ellos fueron rescatados por el general Florencio Ruiz y su tropa, salvándolos de una muerte segura, debido a que en dos ataques anteriores de los apaches en un par de ranchos, no se encontraron sobrevivientes.



En agradecimiento Watts y sus vaqueros dieron un festín al general y a su tropa, con lo que se inició una larga y gran amistad entre los Watts y los Ruiz, la que se consolidó con el matrimonio de Francis Marion Watts y Guadalupe Ruiz, hijos de ambos.



Tras su matrimonio celebrado un 15 de octubre de 1890 en Nogales, la pareja recién unida hizo de su hogar la espaciosa hacienda del general Florencio Ruiz, de acuerdo con el documento escrito por Van Watts.



Todo iba bien, hasta que cuatro de los hijos de la pareja fallecieron a causa de una epidemia que azotó la región, por lo que el matrimonio cambió de residencia para 1902.



“La Cuesta del Castillo” fue su nuevo hogar, donde vivieron felices con las únicas dos hijas mayores que se salvaron, Marianna y Bertita, tras las cuales llegaron Benjamín, Elizabeth y Francis Watts Ruiz.



El castillo fue construido como fortaleza en un cerro, con sierras y arroyos por ambos lados, estaba en posición para ser defendida contra ataques de apaches y bandidos, que eran comunes entonces.



El Indio Gerónimo



El abuelo materno de los hijos del matrimonio Watts Ruiz, fue el general Florencio Ruiz, un famoso jefe militar mexicano cuyas tropas cooperaron con las de Estados Unidos para abatir a los apaches alzados capitaneados por el Indio Gerónimo.



Por orden del presidente de México el general Ruiz se hizo cargo de la campaña en territorio mexicano contra Gerónimo y se cumplió la misión con éxito.



Antes de que esto ocurriera, se dijo que el Indio Gerónimo y sus apaches atacaron el pueblo Yaqui y entre ellos estaba un hombre conocido como Indio Yaqui, quien era sordomudo.



El Indio Yaqui permaneció con la familia Ruiz y él se encargó de vigilar siempre de cerca a Guadalupe Ruiz, quien entonces tenía ocho años, pero que después se convertiría en madre de los niños Watts.



Después cuando Guadalupe se casó con Francis Marion Watts, el indio veló también por sus hijos Benjamín y Bertita y cuidó de ellos con el mismo celo que cuidó de ella, hasta su muerte en 1942.



Nada es para siempre



Entre 1902 y 1909, Francis Marion Watts gozó de buena fortuna, ya que era dueño de la Sonora Land Cattle and Mining Co; socio de la empresa Big Wheeler Land Company, de donde era vicepresidente y gerente general.



Los Watts aparecieron en Arizona y Sonora entre principios y mediados de 1870, no con Francis Harrison Tyler Watts, sino con Ben Watts, su hermano.



Ben se caracterizaba por ser seguido por otros Watts y fue así como en Arizona y Sonora formaron un imperio ganadero.



Mientras tanto Ben Watts seguía fabricando en California sus famosos carruajes “Watts” y el imperio de la familia aumentaba a pasos agigantados con el paso de la familia por varias regiones.



Tal es el caso de Francis Harrison Tyler Watts, quien en 1877, construyó en Prescott, Arizona, el primer molino harinero de Arizona, siguiendo el rumbo hacia el Sur donde ayudó a construir Douglas, Arizona.



Con los antecedentes de ser hijo de Francis Harrison Tyler Watts y sobrino del juez Ben Watts, otros inversionistas extranjeros procuraron tener contacto con Francis Marion Watts.



Todo iba “viento en popa”, hasta que apareció la Revolución Mexicana y la situación para la familia Watts comenzó a tornarse difícil, pues el general Ruiz ya había muerto y en la frontera no había estabilidad.



Así que Francis Marion Watts trató de conseguir garantías contra la expropiación que amenazaba las inversiones extranjeras, de ser posible la intervención diplomática de Estados Unidos.



Todo fue muy rápido y antes de que regresara a Sonora, su esposa Guadalupe Ruiz logró huir con sus hijos a Douglas, Arizona, abandonando para siempre su adorada “La Cuesta del Castillo”.



A pesar de las otras inversiones que tenía Watts en México, la familia perdió todo en la Revolución, incluyendo “La Cuesta del Castillo”, la que quedó semiabandonada con uno o dos veladores por algún tiempo y después ninguno.



Posteriormente prófugos de la justicia se refugiaron en la fortaleza.



Escondidos de sus captores.



Guadalupe Ruiz de Watts, falleció a los 88 años en Burbank, California, quien fue inspiración para la construcción de un castillo y quien tuvo la entereza y valor de defenderla con rifle en mano, según el autor del escrito.



Se repite la historia



Años después del abandono, “La Cuesta del Castillo” pasó a manos de la familia Vázquez Gudiño, con quienes se mantiene la fortaleza de 114 años.



En una carta escrita por Esther, propietaria del castillo, para el cronista de la ciudad, Constantino Romero Delgado, relató cómo su esposo le obsequió el castillo.



En ella mencionó, a través de un poema, que cuando tenía entre 10 y 12 años llegó sin saber porque el castillo la había dejado encantada.



Entonces, 20 años después, el hombre a quien amó tanto, su esposo, le entregó un documento y le dijo que le regalaba el castillo que tanto la había asombrado en su niñez.



Aunque los esposos Vázquez Gudiño ya fallecieron, el castillo, también llamado por Francis Marion Watts “La Cuesta Encantada”, sigue siendo de su familia.

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