Promontorios, un pueblo fantasma espectacular
Hacia 1700 y 1800, los pueblos mineros aledaños a Álamos se encontraban llenos de empleo y sueños, llenos de comercios y caminos que los dirigían hacia la Aduana, Navojoa y otras áreas del Sur y de Sonora, pero hoy sólo quedan los vestigios de lo que fue esta zona hace ya más de 100 años.
Hablar de Promontorios es hablar del pueblo fantasma más espectacular de Álamos y no por la presencia de espíritus o seres anormales, sino por las ruinas que fueron en algún momento de la historia el hogar de un indígena o la residencia de un español.
“Promontorios fue un pueblo muy rico, los primeros españoles que llegaron entraron por Topolobampo y vieron Promontorios y decidieron quedarse, fueron pasándose a otros pueblos siguiendo el metal”, platicó Francisco Javier Gámez López, a quien su abuela le contó la historia del lugar desde niño y quien hoy trabaja promocionándola de modo turístico.
Su riqueza y formación
El descubrimiento de esta zona rica en minerales se dio en 1683, reveló el cronista de Álamos, Juan Carlos Holguín Balderrama, sólo un año después de la fundación de la Ciudad de los Portales a consecuencia justamente del descubrimiento de la plata en Promontorios y La Aduana.
Señaló que en 1783, a años de trabajar y asentarse los indígenas en esta área, Antonio de los Reyes, primer obispo de Sonora, llegó acompañado de sus sobrinos José y Antonio Almada Reyes, el primero un minero que marcó la historia de la región al casarse con Luz de Alvarado, heredera de las minas más importantes de Promontorios, en las cuales incrementó el rendimiento del mineral y mejoró las condiciones de trabajo.
Gámez López recordó que en 1810 el minero Almada Reyes murió dejando una gran fortuna y sus minas a sus 4 hijos, quienes exportaban más plata que el resto de México, y que José María (hijo menor y el encargado de las minas de sus hermanos), acrecentó la actividad y se convirtió en un personaje reconocido.
“Los españoles fueron los que llegaron, de ahí quedaron los Al-mada no eran Almada pero como los inditos no podían pronunciar lo juntaron y se les conoce como Almada, los indios fueron los primeros que descubrieron la zona después llegaron los españoles y sacaron los mejores metales”, resaltó.
El poder económico y político que alcanzó esta persona fue tal que propuso al Gobierno del Estado admitir en sus minas a los presos para darles ocupación sin costo, y fue en 1833 cuando el Congreso del Estado declaró las minas de Promontorios como un lugar de detención para los reos.
Holguín Balderrama relató que para 1869 unos ingleses compraron las minas que ya se encontraban en decadencia por la falta de innovación, adaptándole ferrocarril interno, bombas de vapor, máquinas de concentración para la molienda y el lavado de minerales.
“La empresa levantó de nuevo el pueblo que se venía abajo por la llegada de la tecnología y mandó construir dos caminos carreteros en 1878, uno iba desde la Sierra de Promontorios hasta Agiabampo, para surtirse de insumos desde el puerto y a la vez dar salida al mineral, y otro unió al mineral con La Aduana y Álamos”, dijo.
La extinción de minas
Para finales del siglo XIX la producción minera decayó de forma considerable y los mineros más importantes fueron subsistidos por compañías extranjeras en donde sus inversiones eran más redituables.
El cronista de Álamos puntualizó que la crisis económica mundial fue parte de la extinción de las minas y del pueblo que hoy está en ruinas, al igual que la baja en el precio de la plata y el encarecimiento de la maquinaria necesaria para el trabajo, lo que ocasionó la paralización de casi todos los centros mineros.
“Para 1903 el mineral de Promontorios estaba en decadencia, al menos así lo manifiesta el rico minero Antonio Goycolea en su testamento, en 1909 todo continuaba igual, pues la crisis y caída del precio de la plata afectó grandemente la economía”, apuntó.
Del total de las minas existentes en la población las últimas en cerrar fueron La Quintera y la Zambona, manifestó el hoy guía turista, y para 1930 el trabajo ya había desaparecido.
Con el paso de los años la actividad minera en Promontorios y otros pueblos fue sólo una leyenda más y dio paso a la actividad turística, aprovechando el clima, la flora, la fauna, los antiguos palacios de los mineros y las pequeñas viviendas de sus esclavos.
“Las minas fueron ocupadas por los gambusinos de esta región, quienes hasta el momento siguen ocupándolas en menor espacio por ser hoy un área protegida, en 1940 había muchos pero hubo un derrumbe y se murió una persona y ya no se siguió tanto, ahorita todo está abandonado y es utilizado para el ecoturismo”, detalló.
Ecoturismo y la reserva del área
Los vestigios de la vida pasada de este lugar son hoy el ingreso económico para la sobrevivencia de muchas familias de La Aduana, externo Valentina López Álvarez, quien se encarga de mostrar a los visitantes dichas bellezas.
“Con la conquista de los españoles fueron sacando la plata y para nosotros fue benéfico que quedaran los lugares donde trabajaban, ahora las trabajamos con turismo”, manifestó.
Hace apenas 6 años el ecoturismo cobró vida en dichas ruinas, expuso, y no sólo Promontorios un lugar para los turistas sino toda la zona perteneciente a la nombrada desde hace 18 años como la Reserva de Álamos-Río Cuchujaqui.
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