Es tapicero, oficio que aprendió de su suegro

Hacer las cosas bien es la mejor carta de recomendación que se puede tener en un negocio, por lo que Juan Antonio Maldonado Anselmo asumió esta idea como su premisa.

Su oficio de tapicero no es un trabajo difícil de desempeñar, consideró, pero sí requiere de paciencia por los detalles que se deben hacer y el tiempo que le debe invertir.

Juan Antonio es originario de Bacoachi, Sonora, pero el oficio lo aprendió con su suegro en Nacozari de García, donde tenía un negocio en el que él lo apoyaba.

“Mi suegro trabajaba allá (en Nacozari), y pues se empezó a acabar un poco el trabajo, le trabajábamos a Mexicana de Cobre, todo lo que son las colonias, todos los carros, pero empezó a caer menos trabajo y yo me vine para acá”, relató.

Aquí inició como tapicero independiente, recordó, oficio que le permitió obtener el sustento para su hogar, pero también trabajar y a la vez estar cerca de su familia.

Antes de convertirse en un tapicero, Juan Antonio se desempeñó en diversos trabajos, entre los que se encuentra el de operador de palas en la mina de Nacozari de García, aseguró.

“Sí me gustó este trabajo (de tapicero) desde el principio, de hecho yo me liquidé de Mexicana de Cobre porque mis cuñados, mi suegro, todos me decían: ‘Sálgase a trabajar con nosotros’ y ahí aprendimos esto (el oficio)”, expresó.

Cuando Juan Antonio trabajó en la mina, narró, tenía un sueldo y se recibían bonificaciones por viaje, pero después de un tiempo se quitaron y quedó únicamente el salario, recordó.

“Y ya dije: ‘Como que es muy poquito’, ya no convenía, pues ahora sí está muy suave las utilidades, nada de eso me tocó a mí, pero yo trabajé casi desde el principio de la mina, desde que estaba el cerro”, abundó.

Fue por ello que convertirse en tapicero le pareció una buena idea, prueba de ello es que lleva ejerciendo el oficio en esta frontera 17 años, mencionó, y nunca se ha aburrido.

Un trabajo entretenido

Cada día es diferente porque siempre aparecen nuevos objetos por tapizar, los gustos varían y las tendencias cambian, lo que hace que el trabajo parezca siempre algo nuevo.

También los detalles lo hacen muy entretenido, explicó, ya que se debe tener cuidado incluso desde el momento en el que se corta la tela.

“Ahí sí tiene que tener mucho cuidado uno, en cómo cortar, porque la tela cuando la empieza a cortar una, lo que va para arriba, todo lo tiene que cortar así para arriba porque la tela cuando la cortas una pieza así y otras así, da otro color”, detalló.

Hacer un trabajo puede llevar desde un día, hasta una semana, dependiendo del objeto que se tenga que tapizar y las dificultades que implique, comentó.

A lo largo de los 17 años que lleva desempeñándose como tapicero, aseguró, siempre ha procurado que los clientes estén contentos con su trabajo, los únicos problemas que ha llegado a tener son retrasos en la entrega, pero nunca en calidad.

Desde adolescente

Juan Antonio aprendió del trabajo desde los 14 años, debido a que tras concluir sus estudios de educación básica, ya no deseó continuar, mencionó.

“En los pueblos así se usa, si no se estudia hay que meterse a trabajar, ya sabe uno”, relató en medio de taller de tapicería, ubicado en la colonia Pueblo Nuevo.

Así que después de probar diferentes trabajos, principalmente en Nacozari de García, Juan Antonio optó por el oficio de tapicero, ya que consideró que era el mejor.

Desde que llegó a esta frontera, Juan Antonio se ha desempeñado como tapicero y nunca ha tenido más ayudante que su esposa, quien eventualmente lo apoya.

La mayor parte del tiempo él mismo se encarga del trabajo, debido a que lo considera muy entretenido por los detalles a los que se debe poner atención y que hacen que cada día sea diferente.

Para Juan Antonio la tapicería ha sido más que un oficio, representa el sustento de su familia y a la vez es el trabajo que más ha disfrutado.