No todo está perdido, algún día volverá a llenarse la presa Abelardo L. Rodríguez
Lluvias extraordinarias pueden hacer “el milagro”, pues esa posibilidad siempre existe.

Si se presentan precipitaciones extraordinarias como en 1983, 1984 y 1994 en Hermosillo, la presa Abelardo L. Rodríguez volverá a tener agua, afirmó Ignacio Lagarda Lagarda, ingeniero Geólogo con maestría en Administración de Recursos Hidráulicos.
Todas las presas se vuelven a llenar, no es la primera vez que se secan. Lo que es extraordinario es que viertan sus aguas. Se pueden secar seguido, pero verter tarda más tiempo”, explicó.
“¿Hay esperanza de que se pueda volver a llenar? Sí. (...) Los registros indican que siempre existe la posibilidad de que haya lluvias extraordinarias”. Recordó que desde hace más de 30 años no se registra una “tormenta perfecta” con las condiciones para llenar la cuenca y, para que vierta sus aguas, tendría que llover durante varios meses.
En caso de desfogues, se supone que no puede pasar nada (inundaciones), pero con la naturaleza no se juega y todo es posible. Siempre existe el peligro latente de que la presa vierta y el canal (Vado del Río) se desborde afectando las edificaciones de alrededor”, indicó.
La presa Abelardo L. Rodríguez cuenta con una capacidad de aproximadamente 230 millones de metros cúbicos, dijo, de los más de 300 millones que tenía originalmente, por al azolve acumulado.
En Hermosillo se han registrado vertidos de agua en contadas ocasiones desde su inauguración en 1948 y fue principalmente en 1983, 1984 y diez años después (1994), cuando fenómenos meteorológicos atípicos provocaron que su capacidad fuera rebasada.
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HERMOSILLO “SE DIVIDIÓ”
Especificó que el suceso de 1983 es el más recordado en la historia de Sonora. La presa alcanzó los 200 millones de metros cúbicos de agua, casi el límite de su capacidad.
Fue una época de gran presencia de ciclones y tormentas tropicales. La presa se llenó por primera vez. No solamente se llenó, porque ya se había llenado antes, sino que vertió sus aguas” contó.
En octubre, asociado al huracán Octavio, se presentó un nuevo fenómeno en la parte baja de las cuencas de los ríos San Miguel y Sonora, con lluvias de hasta 135.5 milímetros en el poblado de Rayón, que cubrieron una superficie de 36 mil kilómetros cuadrados.
La presa rebasó por primera vez la cresta del vertedor, desfogando dos millones de metros cúbicos diarios.
El desfogue provocó que el agua corriera libremente por el entonces Vado del Río y se cortara la circulación de Hermosillo, hacia el Sur y Norte. No podían cruzar los carros ni nada”, narró.
“Peligraban colonias como la Hacienda de la Flor y otras. Se inundaron instalaciones deportivas, el lienzo charro y otras construcciones en la planicie de inundación del río”.
El ahora bulevar Vildósola y el Periférico Poniente (Solidaridad), que operaban como vados, indicó que fueron arrasados por el agua, la carretera federal 15 quedó incomunicada y la ciudad se dividió en dos.
Las autoridades, apoyadas por compañías mineras, construyeron un bordo a lo largo de la margen derecha del río con rocas para proteger las colonias aledañas.
Fueron como dos o tres semanas de inundaciones, trajeron dompes gigantes de una mina y con eso se acarreaban rocas del cerro de la cementera (...) Fue un trabajo espectacular”, recordó.
Se improvisaron puentes con tubería de acero para permitir el cruce de autos y se habilitó el puente del ferrocarril ubicado sobre el vertedor para el tránsito de camiones y tráileres, detalló.
CUANDO SÍ LLOVÍA
En diciembre de 1984, un nuevo fenómeno meteorológico provocó 110 milímetros de lluvia en Huépac y afectó una superficie de 64 mil kilómetros cuadrados. Las lluvias mantuvieron el vertido de la presa y ocasionaron que otras presas de Sonora también se llenaran, vertiendo sus aguas, puntualizó.
En 1994, los desfogues de la presa Abelardo L.Rodríguez se mantuvieron, año en que se tiene registro de la última ocasión en que el agua rebasó su capacidad.
Siguieron las lluvias extraordinarias, lo que en hidrología se llama la Tormenta Máxima, porque hubo ciclones, mucha agua en todo Sonora y Baja California”, señaló.
En esa ocasión, dijo, no se paralizó la circulación vehicular, ya que el puente Trébol y el puente del Periférico Poniente ya estaban en funcionamiento.
Actualmente la cuenca atraviesa un prolongado periodo de sequía y sólo precipitaciones de gran magnitud permitirían recuperar sus niveles, fenómenos cada vez menos frecuentes.
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