Familia supera los retos de tener dos hijos con autismo, por el amor que los une

HERMOSILLO, Sonora.- Melody Guadalupe Rodríguez Liera es madre de dos menores con autismo, Ramón Emmanuel, de 14 años, y Joshua Omar, de 11, y aunque esta condición ha representado un reto para ella y su familia, el amor que los une le ha hecho capaz de luchar contra todo pronóstico para sacarlos adelante.

El autismo es un desafío, pero me ha enseñado muchas cosas, yo siempre he sido muy miedosa y con ellos he aprendido a ser valiente, a esforzarme, a salir de mi zona de confort, ahora todos los días logramos cosas juntos, es vivir a la mejor con mucha incertidumbre, pero sentir cada día como un logro, porque todos los días vences algo, es muy cansado, sí, pero es también muy reconfortarte saber que juntos podemos”, indicó.

“Ha sido muy difícil, la verdad”, comentó Melody conmovida, “porque cada uno tiene su propia personalidad, sus rutinas son muy diferentes, su alimentación, son muy selectivos en eso, uno come una cosa, al otro no le gusta lo mismo, además que con la sociedad el trato ha sido bastante complicado.

“Incluso en el ambiente familiar hay división, sí me apoyan, pero hay muchas barreras porque el autismo es un tabú en muchas partes, pero cada uno de los retos que han tenido los hemos enfrentado con coraje, determinación y mucho amor, no hay de otra, ellos son mis hijos”, expresó con entereza.

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DETECCIÓN

Cuando Ramón estaba en preescolar, Melody se dio cuenta de que su hijo no era igual a los otros niños, ya que parecía no poder socializar y se le dificultaba comprender los juegos.

Al poco tiempo de buscar ayuda sicológica, la especialista lo diagnosticó con autismo e iniciaron tratamiento, por eso, cuatro años después, para Melody fue muy fácil identificar que Joshua Omar tenía la misma condición y también necesitaba terapia.

Con Ramón me di cuenta porque su lenguaje era muy limitado, siempre estaba aislado, no le gustaba que los niños se le acercaran, y no comprendía los juegos.

“Recuerdo una vez que en un juego, como tipo la roña, los niños corrían, tocaban a algún niño y le decían ‘monstruo’, y cuando lo tocaron a él, mi hijo lloró.

Me di cuenta de que mi hijo no tenía un desarrollo normal y lo llevé con su pediatra, él nos lo canalizó al DIF y ahí la sicóloga nos dijo que posiblemente era autismo y lo canalizaron a Ciden; el más pequeño fue todavía más fácil, porque él perdió el habla y comenzó con aleteos a muy temprana edad”, relató.

APOYO SICOLÓGICO

Gracias a la ayuda sicológica que tomó se dio cuenta de que el autismo no es algo malo, ni la culpa de nadie, sino un modo diferente de ver la vida, y que sus hijos iban a poder salir adelante, tal vez con mayor esfuerzo, pero también con todo el amor que ella y su familia podían darles.

“Fue devastador, la verdad, sentí que el mundo se me vino encima en las dos ocasiones. Me pregunté qué había mal en mí, muchas cosas, busqué culpables, me encerré y tuve un duelo de años.

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“Hace dos o tres años voy saliendo, y eso no me hizo mejor madre, ni peor, en su momento me enojé con Dios, con el mundo, conmigo, fue muy conflictivo.

Pero he aprendido a vivir con eso, un día a la vez y ahí vamos”, relató optimista, “sigue siendo difícil, lo va a ser el resto de mi vida, pero es un día a la vez y cada día que veo que ellos salen adelante, ya no es un peso menos, ahora es un logro más”.

Pidió dejar de ver el autismo como una enfermedad, porque no es así, ni significa que alguien vaya a ser incapaz de lograr algo; el autismo es otra forma de pensar, de interactuar, de vivir la vida, pero no por eso es algo malo.

A las mamás que tengan hijos con autismo, les pidió ser pacientes, ser fuertes, pero sobre todo jamás dejar de esforzarse por hacer hijos independientes, ya que para ella, su mayor sueño es que Ramón y Joshua sean independientes, y logren y venzan cualquier reto que se les presente.