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Familias interespecie: Cuando las mascotas son tus “perrhijos”

Hay una generación que no quiere tener hijos y vuelca su cariño y atenciones en sus "perrhijos" o "gathijos".

Familias interespecie: Cuando las mascotas son tus “perrhijos”

Es una mañana de fin de semana y Yanelli está casi lista para partir a la playa y reunirse con su familia. En su carro ya tiene todo, principalmente la comida, para que Albina y Henry también disfruten del paseo. En especial, se aseguró de reservar en un hotel donde ellos sean admitidos.
“Buscamos un hotel donde los acepten, ya nos dijeron que sí y los vamos a llevar para que corran en la playa”, comenta sonriente.


Con Henry y Albina, dos perros salchichas, Yanelli ha formado la familia interespecie que siempre imaginó, pues de niña decía que no tendría hijos, sino mascotas; a ellas les daría todo su amor, atención y cuidados.


Yanelli Barojas tiene 33 años, nueve de ellos con Henry y ocho con Albina. Su negocio de ventas por Internet desde casa le permite compartir casi todo el tiempo con ellos. No son sus hijos, pero tampoco son mascotas.


Lo piensa un poco y dice: “Pues… sí y no. Ahora les llaman perrhijos. Son parte de la familia, obviamente, son compañeros de vida, y sí les doy un trato muy especial, pero así como mis hijos, no. Les digo perrhijos como de juego, pero son compañeros”.


Los términos como perrhijo o gathijo se han popularizado en redes sociales en los últimos años. Están casi siempre relacionados con parejas o personas jóvenes, aunque no son excluyentes de todo rango de edad.


MÁS CONSCIENCIA


Para el sicólogo Leonardo Aguirre Gallardo, esta tendencia de llamar y tratar como hijos a las mascotas se asocia con dos factores principales: Cada vez hay más consciencia del cuidado hacia los animales y también, cada vez, más personas deciden no tener hijos.


“Las responsabilidades, las preocupaciones, la parte económica, todo esto se dirige a la mascota, y obviamente hay una diferencia entre mantener la vida de un hijo y la vida de una mascota. Los demás ingresos los utilizan para sus gustos: Viajar, estudiar, una compra de algo que les guste”, señala.


De acuerdo con el especialista, sentir mucho cariño por un animal no es ningún trastorno pero, como sucede con cualquier otra relación, cuando hay demasiado apego o dependencia emocional puede haber problemas par ambas partes.

¿está bien HUMANIZARLOS?... 


En el caso de la mascota, cuando se le ‘humaniza’ en exceso empieza a perder su instinto, su seguridad o su personalidad, mientras que desde el punto de vista de la persona también resulta perjudicial.


“Es como si alguien generara apego al dinero, apego a otra persona, apego a un carro: No podemos depositarle tanto de nuestra vida ni de nuestra personalidad a algún objeto o a otro ser vivo, porque estamos generando lazos que sí pueden ser tóxicos a la larga”, explica.


EMPIEZAN A “PRACTICAR”


Roberto Margáin Barraza, médico veterinario, coincide en que la decisión de volcar todo el amor hacia un perrhijo tiene relación con un menor interés por tener hijos o, por lo menos, de retrasar este proceso.


“Esta generación está rehuyendo poquito la responsabilidad de ser padres y está comenzando a practicar, digamos, con la mascota. Y entonces ven la facilidad y les está encantando, y se quedan con mejor tener perrhijos que hijos”, menciona.


Otro factor que explica esta situación, considera, es que las personas viven de forma más aislada y se encierran en el mundo virtual y, a veces, el único ser con el que tienen una convivencia real es precisamente la mascota.


Todo ello, para el gremio de los veterinarios, ha derivado en una mayor exigencia por especializar los servicios de medicina animal, pues cada vez es más frecuente que los dueños refieran que no se trata de una mascota, sino de un miembro de la familia.


“Por ejemplo, yo no veo ojos pero veo dermatología”, explica Margáin Barraza. “Nos tenemos que estar especializando y eso lo están exigiendo los mismos clientes que quieren el trato que se le va a dar a un niño cuando lo llevan al pediatra y este manda con especialista”.


Advierte que, si bien es bueno querer y respetar a los animales, mimarlos sin control tiene el mismo efecto que en un humano: “Así como puedes echar a perder a un niño consintiéndolo mucho, consientes tanto al perro que lo echas a perder”.


NO, PERO SÍ


Yanelli adoptó a Henry cuando su anterior dueña no lo quiso más, y a Albina se la regalaron. Ambos la acompañan cuando ve la tele, cuando va a visitar a su familia o cuando van a pasear. Son tan populares que tienen su propia página en Facebook, “Los Salchis”.


Están esterilizados y al día con sus vacunas y consultas con veterinario. Y como parte de su rutina, cada viernes los lleva a una guardería para perros, donde tienen espacio para jugar y socializar con otros canes.


A diferencia de otras personas que gustan de vestir a sus animales, Yanelli dice que casi no lo hace con tanta frecuencia, aunque tampoco está en contra de ello. Disfruta de comprarles juguetes y consentirlos, pero asegura que hay límites.


“No son mis hijos, pero sí los trato como casi hijos. Trato de respetar que son animales, que son perros y los respeto en ese sentido, no son niños. Hay gente que les pone sus botitas y está bien, pero yo trato como de respetar su proceso”, agrega.


Aun así, admite que para ella Henry y Albina son como sus ‘bebés eternos’ y su relación con ellos es la más desinteresada que puede existir.


Dice: “Yo creo que un perro sí te puede llenar igual que un hijo. Son muy lindos, muy agradecidos, no esperan nada de ti ni tú de ellos. En cambio, los papás esperan mucho del hijo y los hijos esperan mucho de los papás. Aquí siento que es un amor muy puro”.


Yanelli Barojas cuidó a "Nina" , además de sus dos mascotas.


Hay una generación que no quiere tener hijos y vuelca su cariño y atenciones en sus “perrhijos” o “gathijos”


“A lo mejor al perrito lo visten, le empiezan a generar ciertos hábitos, tienen casa distinta, y entonces tratan de humanizar a la mascota, ahí es donde ya la línea de respeto y cariño por una mascota va distorsionándose con ciertos niveles de apego”. 


Leonardo Aguirre,
sicólogo.


“Que la gente considere a las mascotas como perrhijos también está provocando problemas de comportamiento, porque los están tratando como niños: Los consienten, los visten, los miman, y de repente qué tenemos, el niño consentido pero con dientes y garras, hay muchos problemas de comportamiento”. 


Roberto Margáin Barraza,
veterinario.


“En realidad esto siempre ha existido, las familias de mascotas, yo me acuerdo que desde niña ellos siempre fueron parte de la familia, no es como algo nuevo, ahora sí se da más, pero siempre han sido parte de la familia, es algo que tiene muchos años”. 


Yanelli Barojas.
Yanelli Barojas afirma que sus dos perros no son sus hijos, pero tampoco sus mascotas, sino parte de su familia.

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