Sentenciados: Aprovecha la soledad de "Laurita"
Laura, de 70 años, murió antes de que su casa fuera quemada por Ángel Rafael, un joven de 26 años que aprovechó la soledad de "Doña Laurita" para entrar a robar.
Antes de escapar, el ladrón se había convertido también en asesino al clavarle un cuchillo en el estómago a la dueña de la vivienda. Después provocaría el fuego al prender un cerillo que arrojó en la sala.
Primero la explosión y luego la estela de humo que se desprendía de la casa, ubicada en la colonia Ley 57, llamó la atención de los vecinos, quienes se acercaron, no sin antes pedir el auxilio de los bomberos.
Fue poco antes del mediodía del 1 de julio de 2016 cuando los "tragahumo" recibieron el reporte; se trataba de un incendio en una casa de la colonia Pimentel y se desconocía si en su interior había personas. El ulular de las sirenas también alertó a las personas del área que curiosas se aproximaron a ver qué pasaba.
Los bomberos bajaron las mangueras y empezaron a lanzar agua a la residencia: “¡¿Hay alguien en casa?, ¿hay alguien en casa?!”, gritaban mirando al interior de la vivienda.
Tumbaron la puerta y la sorpresa fue mayor: Doña Laurita yacía en la cocina; llamaron a la ambulancia y al llegar, los socorristas bajaron su equipo, pero ya era demasiado tarde.
Al lugar también arribaron policías municipales y estatales investigadores, quienes empezaron a tomar los primeros datos del incidente; no lo podían creer, una mujer de edad avanzada había perdido la vida en forma trágica.
LA HUIDA
Ángel Rafael creía que había logrado su objetivo, después de robar y matar a la señora; pensaba que no habría pistas que lo inculparan, pero estaba muy equivocado.
Al menos cuatro personas lo habían visto salir de la casa, incluso, él mismo se dio cuenta que era observado por una de ellas y tuvo que volver a entrar y luego salir para no ser identificado.
Tras perpetrar el crimen huyó a su domicilio, donde guardó algunos de los objetos robados. Al llegar se cambió de ropa, pues la que traía estaba manchada de sangre.
Mientras tanto, testigos empezaron a dar información a las autoridades y peritos realizaban su trabajo; buscaron detalles que pudieran ayudar a dar con al ladrón y asesino de Doña Laurita.
Una de las cajas utilizada para llevarse los objetos robados fue encontrada a unos pasos del hogar, además, uno de los testigos siguió a Ángel Rafael, por lo que no fue complicado ubicarlo.
Peritos de la Fiscalía General de Justicia del Estado, especialistas en criminalística, química, genética y dactiloscopía, así como un experto en reconstrucción virtual, realizaron diversas indagaciones por varios días.
Este último especialista recreó en un video tridimensional la escena del crimen, que se tomaría en cuenta posteriormente.
LA DETENCIÓN
Ángel Rafael fue arrestado en su domicilio, después de que la Policía siguiera la huella que uno de los testigos había trazado; ante los agentes policiacos no dijo nada, y tampoco lo hizo en su primera declaración ante la autoridad judicial.
Al momento de ser certificado resultó haber tenido contacto con la mariguana, pero en sus antecedentes hablaba de sufrir de déficit de atención y síndrome de abstinencia, entre otros "males".
En su habitación fueron encontrados parte de los objetos que le habían robado a Laura, los cuales, dijo, no sabía cómo habían llegado; estaba también la ropa con sangre que se había quitado al llegar a su casa.
Todas las pruebas apuntaban hacia él y siempre lo negó. Fue más evidente su participación cuando identificaron sus huellas dactilares en algunas cosas de la casa de "Laurita", mientras que varias personas lo señalaron como quien el día de los hechos estaba en el sitio.
Hasta el final mantuvo su postura, se decía inocente; el 24 de abril de 2016 inició su juicio, escuchó a testigos, entre ellos policías y peritos, agentes que lo detuvieron, y tuvo frente a él las pruebas que lo incriminaban, pero aun así lo negaba.
La audiencia se prolongó tres días porque argumentaba tener problemas de salud, lo que el juez tomó en cuenta.
Por fin, el 27 de abril se dictó el fallo: 52 años 3 meses de prisión, una multa equivalente a 44 mil 846 pesos y 55 mil 656 pesos por la reparación del daño moral.
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