Creación y evolución se complementan, no se oponen: Emilio Palafox
Como un hombre forjado en el estudio, con doctorado en Biología por la Universidad Complutense, al sacerdote Emilio Palafox Marqués siempre le ha interesado el conocimiento y la investigación y en ese inmenso territorio hay un tema que le atrae sobremanera: El origen del hombre.
Pero a lo largo de todos los años de estudio tiene una cosa bien clara: La ciencia no debe destruir la fe de nadie; al contrario, la ciencia y la fe se complementan y se dan la mano.
Esto queda plasmado en su libro “En busca de nuestros orígenes: Biología y trascendencia del hombre a la luz de los últimos descubrimientos”, el cual escribió en conjunto con los doctores Carlos Marmelada y Alejandro Llano y que fue sacado a la luz por la editorial Rialp.
Este libro vino a raíz de que, hace casi dos años, Palafox Marqués escribió en una revista un artículo titulado “Las lágrimas de Darwin”.
En dicho artículo hablaba sobre una carta que escribió Emma, la esposa de Carlos Darwin, autor de “El origen de las especies”.
En su carta, Emma recriminaba a Darwin que él no escuchara las opiniones contrarias a sus ideas; y como buena cristiana que era, le hacía ver la gravedad de no atender a la Revelación en asuntos de trascendencia.
Al tiempo Darwin escribiría al pie de la carta, que las palabras de su esposa lo habían hecho llorar.
“Algo de esto recogí en el artículo que publiqué ahí mismo y a raíz de ese artículo me puse en contacto con otros escritores, uno de ellos es un antropólogo de Barcelona, España, que se llama (Carlos) Marmelada, que dio una conferencia en el Internet”, explicó.
La conferencia trataba, señaló, sobre los fósiles humanos previos al hombre y los fósiles humanos, que a lo largo de muchos centenares de años se han ido recogiendo.
“Los estudiosos han tenido que analizarlos y advertir cómo se podía descubrir la aparición del hombre a raíz de esos fósiles, en qué momento los fósiles encontrados, huesos, cráneos, eran ya de verdaderamente hombres y cuándo se trataba de sólo de animales que se acercaban un poco a la estructura humana.
“Le pedí si lo podíamos publicar, junto con mi introducción de las Lágrimas de Darwin, accedió y encontré a otro escritor, un filósofo, Alejandro Llano... que había publicado un artículo 'Creación y Evolución', era exactamente lo que el filósofo debía explicar sobre estos dos aspectos”, manifestó.
Palafox indicó que afortunadamente para ellos, editorial Rialp en Madrid, España, se interesó por los escritos y es así como salió a la luz dicha obra.
“El artículo de Marmelada, que trata de los fósiles, y después él (Llano) como final del estudio, la correlación, creación y evolución, vista por un filósofo en el que el doctor Llano hace ver que creación y evolución se complementan, no se oponen; por tanto no hay oposición entre el concepto del hombre creación de Dios”, expresó.
¿Cuál fue la inquietud de hacer este libro junto con los otros autores?, se les pregunta.
“Siempre me llamó la atención los libros escritos por varios autores, yo era estudiante, siempre encontré libros de autores de varias universidades distintas, que se combinaban y publicaban una obra, suele llamarse interdisciplinar, vista desde varios ángulos, esto es lo que me llevó a pensar que cada uno de los autores, yo como biólogo, el doctor Marmelada como antropólogo y paleontólogo, y el doctor Llano podíamos completar nuestra visión, entonces lo que cada uno aportaba enriquecía lo que otro aportaba”.
Palafox Marqués, quien es sacerdote español, miembro del Opus Dei, comenta que a pesar de que vivamos un mundo moderno, rodeados de avances y tecnología, el origen del hombre siempre será un tema candente.
“Provengan de cualquier disciplina, los filósofos, los biólogos, los físicos, los pensadores, los hombres de la técnica, se plantean cómo aparecimos y cuál es nuestro destino y por tanto cuál es nuestro papel en la Tierra.
“Esta pregunta está en los labios de todos y sería muy bueno que siguiéramos no sólo nosotros sino otros grupos estudiando y trabajando esta gran inquietud y esta gran verdad de nuestro doble origen, material y espiritual del hombre”, expuso.
Su vida con los leprosos
Aunque Palafox llegó a México para desarrollar su ministerio sacerdotal, el destino lo seguiría acercando al terreno científico, pues en Culiacán tuvo la oportunidad de convivir con personas que padecían lepra.
Recordó que en esa ciudad estuvo muchos años trabajando en el centro dermatológico que estudiaba la lepra y aplicó algunos estudios que había realizado con la célula epitelial en la Universidad Complutense, pero ahora para el estudio de los tejidos de los leprosos.
“A los leprosos se les toma una biopsia y en el laboratorio se les hacen cortes como lo hacía en el laboratorio de Madrid, y en esos cortes con tinciones diversas se ve el tejido del enfermo y los bacilos de Hansen que es el causante de la lepra.
“Conocí al doctor Latapí, que es el fundador de leprología en México, y me permitió ponerme en contacto con los mismos leprosos, a los que atendí como amigo, como sacerdote y se enriqueció mi labor sacerdotal y mi colaboración con el Opus Dei que siempre ha visto con mucha simpatía que la gente joven se acerque a los que sufren”, expresó.
Al igual que como se relata en el Evangelio, dicha enfermedad ha sido temida y estigmatizada y anteriormente a los que la padecían se les condenaba a vivir en el aislamiento.
Entre los muchos casos que conoció recuerda al de una mujer llamada Rosa, quien fue abandonada por su familia debido a la lepra y a pesar de eso, ella le seguía teniendo mucho cariño.
Ella no era de Sinaloa, sino de otro Estado, anduvo rondando por muchos lugares hasta que llegó al leprosario de Culiacán, explicó el padre.
“Ella decía: ‘Es que mi familia no podía tenerme en su casa porque la lepra es contagiosa’, los justificaba.
“Estuve yendo al leprosario, ya llegamos tarde, esta mujer no había podido iniciar el tratamiento a tiempo con las sulfonas (sustancias que detienen el desarrollo de Bacilo de Hansen); normalmente le ponían algún desinfectante sobre las llagas y nada más.
“Yo la atendí, la confesé, le llevé la Comunión muchas veces; en la habitación tenía muchas fotografías de su familia, les tenía un gran cariño y nos los satanizaba porque la corrieron, ella decía ‘¿qué iban a hacer, si la lepra es contagiosa?’”, platicó.
Personas exquisitas
Palafox Marqués señaló que gracias a esa convivencia con estos enfermos, un capítulo importante en su vida, pudo descubrir la belleza y grandeza de las almas que poseen.
“El alma de un leproso es un alma muy humana y puede ser una persona exquisita, yo sí les puedo decir que conocí a personas exquisitas, de una grandeza extraordinaria”, expresó.
El sacerdote señaló que le tocó justo el momento en que afortunadamente la lepra empezaba a ser curable y que los enfermos lepromatosos dejan de contagiar.
“La otra lepra que es la tuberculoide, que es una lepra benigna que no se contagia, pero la más agresiva y más contagiosa, deja de ser contagiosa y los enfermos ya no tienen que vivir en un lugar determinado, pueden convivir con su familia, pueden trabajar”, añadió.
Una vida en México
Palafox, quien recibió la ordenación sacerdotal en Madrid el primero de julio de 1951, llegó a México unas semanas después, el 17 de agosto, siendo apenas el segundo sacerdote de esa prelatura que arribaba al País; por lo que cumplirá 67 años en este territorio.
Recordó que al tiempo que llegó al País el entonces presidente Miguel Alemán emitió un decreto para dar facilidad a todos los extranjeros de nacionalizarse, por lo que él aprovechó y ahora su pasaporte lo identifica como ciudadano mexicano.?Durante todos estos años de su ministerio, ha tenido infinidad de vivencias, pero recuerda una anécdota que le parece chistosa y es que mientras viajaba en autobús de Hermosillo a Culiacán, un pasajero le pidió que lo confesara.
“Íbamos a llegar ya a la población donde ellos se bajaban, Guamúchil en Sinaloa, y él se acercó y me dijo ‘Oiga, padre, ¿no me podría confesar?”, era media noche.
“El autobús iba bastante lleno, pero quedaban algunos espacios,
concretamente yo iba a un asiento y no tenía al lado a nadie, y entonces se hincó en el pasillo junto a mí, todo mundo iba durmiendo, y en voz bajita pero audible, se confesó y yo le di los consejos que creí pertinentes”, platicó.
El sacerdote se siente bendecido de haber desarrollado su ministerio en este país y consideró que los grandes retos que tiene la Iglesia actual es trabajar a favor de la familia y la juventud.
“La familia debe ser clave, debe ser ayudada, guiada, promovida, para que siga siendo la estructura social. La otra prioridad son los jóvenes, la educación de la gente joven es la gran tarea, y se puede perfectamente en armonía con los gobiernos”.
El sistema educativo, expuso, no debe prohibir hablar de religión, sino que respetando todas las creencias y a todas las personas, llevarles esa gran verdad que es Dios.
“Yo la he encontrado tan complementarias, el conocimiento del mundo viviente y de la persona, a través de los estudios científicos, y el conocimiento del mundo viviente a través de nuestra fe, creación de Dios, viendo cómo la mano de Dios, la inteligencia de Dios plasmada en el mundo viviente, en el mundo infinitamente grande, de los astros, las galaxias, esto pide algo y la explicación es el Creador”, manifestó.
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