Guarda Museo Regional la historia de Sonora
A los pies del Cerro de la Campana, un gran edificio de piedra y ladrillo persiste al paso del tiempo: Antes un centro penitenciario y ahora el Museo Regional de Sonora, es un espacio que durante casi siete años, ha permanecido parcialmente cerrado al público.
Esto debido a que en 2011 y 2013, fue cerrada la exposición permanente por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con el propósito de renovarla luego de un conjunto de investigaciones que desembocarían en trabajos de conservación arquitectónica, mantenimiento y museografía.
En un comunicado que lanzó la institución en 2016, se indicaba que el proceso de entonces era el registro de cerca de 3 mil piezas del acervo que se integraría a una base de datos nacional para su conservación, y que en ese momento llevaba un 40% de avance, con la pretensión de culminarse este 2018.
Hasta el momento, no hay nueva información oficial al respecto, sin embargo, puede observarse desde inicio de diciembre del año pasado a un grupo de trabajadores haciendo obra de mantenimiento en el espacio, quienes indicaron trabajar básicamente en la impermeabilización y reposición de ladrillo en el exterior.
"Las autoridades deberían informar a los hermosillenses qué pasa y por qué, con toda precisión, y que den una fecha cuando menos para tener la esperanza de cuándo se va a abrir, porque ya son muchos años", aseveró Ignacio Lagarda Lagarda, cronista de Hermosillo.
No se trata de nada extraordinario ni irregular, agregó, porque suelen suceder problemas en las obras, sin embargo, es necesaria la aclaración oficial a la ciudadanía, simplemente para disipar dudas y suposiciones sobre el estatus de este Museo tan importante para la región.
MÁS DE UN SIGLO
Eran los finales del siglo XIX cuando el Gobierno de Sonora inició el proyecto de este edificio con fines penitenciarios, en el que pusieron a cargo al afamado ingeniero francés Arthur Francias Wrotnowski, quien por entonces había trabajado importantes obras en México y en el extranjero.
"Se usó mano de obra de los mismos presos y de los Yaquis, prácticamente esclavizados, y que vivían alrededor del Cerro de la Campana, a quienes trajeron del Sur de Tórim y Ortiz, eran unos 500", narró Lagarda sobre el edificio de época porfiriana.
En su edificación, se usó la misma piedra extraída del Cerro y para el resto de insumos, se usaron 614 mil pesos en total, agregó el historiador; este lugar guarda una particularidad, pues en él se llevaron a cabo las últimas ejecuciones civiles a través de fusilamiento en el País, esto, el 17 de junio de 1957.
Sería hasta el año de 1979 que el recinto dejara de funcionar como cárcel, para que en 1982 se diera pie a la firma de convenio entre el INAH y el Gobierno del Estado de Sonora para convertirse en el museo que salvaguarda la historia de los sonorenses desde 1985, su año de apertura.
EDIFICIO HISTÓRICO
"Se instalaron allí la oficina del Centro Regional del INAH y el Museo, con 18 salas de exposiciones permanentes, cinco temporales y un auditorio con 130 butacas, donde también se acondicionaron las celdas para laboratorios, oficinas y talleres", dijo Lagarda.
Nada se cambió: Las ventanas, las puertas y las rejas enclavadas en los anchos muros de piedra, permanecieron intactas, recordó el cronista; solamente se pintaron algunas paredes, donde todavía podían leerse los mensajes que reflejaban el vivir de los presos, de los que permanecen algunas fotografías.
Las exposiciones ubicadas en las mismas celdas, pasillos y salas de la Antigua Penitenciaría, albergaron los objetos testigo de la historia de los primeros pobladores de la región hasta llegar a la época moderna en un paseo fascinante, agregó el cronista. "Hay una crisis de espacios para la cultura y ojalá que se termine lo más pronto posible esa obra para poder llevar a nuestros hijos, a nuestros alumnos; es cosa de voluntad y de visión cultural, de lo que fuimos, lo que somos y lo que deberíamos ser", concluyó Lagarda.
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