“Pompillín” un cazador de sonrisas
Las preocupaciones, el cansancio y la desesperación pueden percibirse a cualquier hora del día en las personas que se encuentran en varias paradas del transporte público en Hermosillo, pero para Francisco Javier Ramírez nunca es mal momento para intentar buscar una sonrisa.
Vestido con un traje muy colorido, sus enormes zapatos y mochila sobre sus hombros, aparece en escena “Pompillín”, nombre artístico del payaso que desde hace dos años se dedica a hacer reír a la gente que utiliza los camiones de la ciudad.
Francisco Ramírez, el hombre detrás de la caracterización de payaso tipo Augusto, sale cada día para recorrer las distintas paradas de camión y subir a las unidades para ganarse la vida a través de la alegría.
“Es bonito subirme a los camiones y ver que la gente se ríe, porque a la gente le gusta, hay muchos que sí les gusta porque salen de lo normal”, comentó.
Y en efecto, cuando “Pompillín” está a bordo, las risas no se hacen esperar, incluso de quienes en un principio se muestran indiferentes o hasta molestos por su presencia.
LO TRAE EN LA SANGRE
Él es originario de Acapulco, Guerrero, y hace 16 años decidió convertirse en payaso, al igual que sus hermanos, por lo que asegura que es algo que trae en la sangre, además de que se le facilita debido a que le gusta convivir con la gente.
Prueba de ello es que cuando el personaje camina por las calles, de inmediato llama la atención, y si no, él mismo se hace notar con sus saludos, que si bien para algunos son inesperados, terminan por corresponder con al menos una sonrisa.
“(Soy) casi casi internacionalmente desconocido”, expresó, “pero eso es bueno, esa es una de las virtudes de mi oficio como payasito, que tengo la facilidad de conocer mucha gente, de convivir con mucha gente”.
Para “Pompillín” no importa si el escenario es el camión, un restaurante o una plaza, sino que haya familias dispuestas a divertirse con sus ocurrencias, y aunque admite que tiene predilección por los parques, no le es fácil trabajar ahí.
“Estamos haciendo un show para toda la familia y a la mera hora de lo mero bueno llegan los fiscales y nos interrumpen diciéndonos que está prohibido, que no se puede, que necesitamos tramitar un permiso, y vamos a tramitarlo y nos dicen que no hay”, lamentó.
UN OFICIO IMPORTANTE
Pero a pesar de ello, el payaso se siente feliz de hacer su trabajo en cualquier otro lugar, porque considera que su oficio, aun cuando en ocasiones puede ser de sólo unas palabras, es muy importante.
“Hay veces que tarda el camión media hora, y el que llega, llega lleno, por lo consecutivo la señora con sus hijos cargando se tiene que esperar más tiempo, entonces ahí entra mi labor de darles chispazos de alegría, ‘no se preocupe, ahorita viene el camión, no tarda ni dos días, y va a venir con aire acondicionado y todo’.
“El chiste es que se desprendan del estrés que traen”, continuó, “y sí, entran al círculo y se divierten y desestresan y esperan con más paciencia el camión, o la llegada a la casa”.
Contar chistes no es todo lo que sabe hacer “Pompillín”, además de ello siempre carga con su bolsa de globos, listo para hacer figuras, lo cual ha aprendido en varios congresos de payasos a los que ha asistido, junto con otros aspectos como actuación y maquillaje.
No todos los días son fáciles para Francisco pues como cualquier persona tiene sus problemas personales y familiares que podrían obstaculizar su trabajo, pero lo que se repite a sí mismo es que el show tiene que continuar, como ha sucedido en este último año tras el fallecimiento de su mamá.
“Tiene que seguir porque es tu labor, o sea que zapatero a sus zapatos, vienes a hacer reír pues vamos a reírnos todos, y es bonito porque le empiezas a agarrar el hilo a esa onda de dejar los problemas atrás o las broncas a un lado y dedicarte con gusto a lo que estás haciendo”, aseveró.
ESPÍRITU VIAJERO
Aparte de trabajar como payaso, Francisco Javier Ramírez cumple como padre de familia, con su esposa Daisy Sarita y sus hijos Cristóbal, de 4 años, y Constanza, de 5.
Para los niños, dice, es bonito tener un papá payaso, ya que cuando les dan permiso ellos lo acompañan a las fiestas infantiles en las que lo contratan, y aunque para él es importante que estudien, también los apoyaría si deciden dedicarse al mismo oficio.
“Pompillín” y su familia viven de paso porque les encanta viajar y conocer lugares diferentes cada cierto tiempo, es por ello que a pesar de que se sienten muy contentos en Hermosillo dentro de poco seguirán su recorrido.
“Gracias a Dios este oficio te lleva a viajar y a hacer mucha amistad”, externó Francisco Ramírez, “lo más fabuloso es que cuando regresas al lugar que estuviste ya tienes muchas amistades, todos te conocen y tienes muchas anécdotas que platicar”.
Pero lo que más claro tiene es que piensa continuar en el oficio y buscar más sonrisas entre su público, pues para él no hay mayor satisfacción que dar a los demás la llave de la alegría y seguir siendo para los niños un muñeco vivo.
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