La magia de la Hacienda del Rosario en Obregón

Por medio de muebles antiguos con sus perfectos y atractivos tallados, antigüedades y documentos históricos, Eduardo Rivera Castro ha promovido la historia de México en la Hacienda del Rosario.

El abogado de profesión, pero amante de la historia desde pequeño, llevó su curiosidad a lo largo del País durante años, en donde logró adquirir más de 300 piezas de muebles, documentos y objetos antiguos, para después mostrarlos a la población en general.

“Este lugar está compuesto de 4 espacios, galería al aire libre, taller de restauración, archivo museográfico y la tienda de antigüedades, pensé que un lugar destinado a difundir la historia y a presentar a México”, platicó.

Por herencia de su abuelo, siempre mantuvo un gran amor por la historia y estos objetos, dijo, al igual que por la inquietud de hacer algo más por la cultura y las tradiciones que poco a poco se han ido perdiendo.

En la hacienda explicó, existen por lo menos 200 piezas talladas a mano por mexicanos, provenientes principalmente del Sur, y una de cada 10 de Álamos y Cócorit, y existen también, decenas de artículos denominados antigüedades, que hablan por si solos, de la época en la que fueron actuales y modernos.

Como parte de su afición, comenzó a imaginar la elaboración de sus propios muebles y esculturas, hasta que encontró las manos perfectas para el trabajo y la herramienta soñada en las ceibas caídas y secas del Pueblo Mágico de Cócorit.

Tanto en la sala de antigüedades como en la galería y el archivo museo gráfico, el pasado viene al recuerdo, como la lamentación de los viejos tiempos, indicó, y trae consigo la desesperación de la falta de interés por parte de las autoridades para preservar estos lugares, que no hacen más que combatir la mala imagen del País.

Aunque la crisis económica no se puede ocultar tampoco debe ser la principal imagen de nuestro hogar, recalcó, por ello la búsqueda de la permanencia del lugar que da empleo a 9 personas y decenas más de manera indirecta, virtudes que podrían acabar.