Jorge Ramos

María Corina dijo en Noruega que piensa regresar a Venezuela. Y sus hijos lo saben.

Las palabras importan, y suelen decir más de quien las dice que de quien las escucha.

Acaba de pasar Thanksgiving. Y esta vez, en lugar de agradecimiento, hubo mucho miedo y enojo en las mesas de las familias de inmigrantes en Estados Unidos.

Algo no cuadra. ¿Cómo es posible que uno de los países más felices del mundo esté tan enojado?

Vivo en una ciudad con mucho miedo. Los que antes eran protegidos, ahora están siendo perseguidos y se sienten traicionados.

El triunfo de Mamdani fue un claro rechazo a las políticas trumpistas, a las inhumanas redadas y a una situación económica que no acaba de despegar.

La Colombia que yo conozco es muy distinta a la que menciona frecuentemente el presidente Donald Trump.

Durante las últimas semanas he estado recorriendo Estados Unidos, de costa a costa, y me he encontrado con un panorama desalentador. El principal elemento es el miedo...

Es de una gigantesca hipocresía el querer la democracia para los mexicanos, pero no para los venezolanos y cubanos.

Acabo de ver la noticia de mi muerte. Apareció en TikTok.

Hoy Puerto Rico puede no ser independiente a nivel político, pero sí lo es emocional y artísticamente.

Una de las cosas que más me sorprenden de los dictadores, de los líderes autoritarios, de los que están acumulando mucho poder y de los que se creen muy muy, es que no se saben reír.

Empecemos por lo más básico: La violencia política es injustificable. Y hay que denunciarla, venga de donde venga.

Trump les ha declarado la guerra a las ciudades santuario, que históricamente han protegido a los inmigrantes.

“¿Tú estarías de acuerdo en una operación militar de Estados Unidos en Venezuela?”, le pregunté a María Corina Machado