Cuatro años sin respuestas: desaparece hombre con esquizofrenia y su familia fue amenazada al buscarlo
El caso de Gerardo Navarro Figueroa evidencia la vulnerabilidad de las personas con padecimientos de salud mental.

San Luis Río Colorado, Sonora.– A cuatro años de la desaparición de Gerardo Navarro Figueroa, su familia sigue sin respuestas. El hombre, diagnosticado con esquizofrenia, desapareció el 11 de abril de 2021, cuando tenía 42 años, sin que hasta la fecha exista información oficial que permita conocer su paradero.
Gerardo salió de su domicilio rumbo a un autoservicio donde solía pasar el día. Horas después, su madre, Oliva Figueroa Solorio, notó que el medicamento controlado que le dejaba cada mañana antes de ir a trabajar permanecía intacto, lo que encendió las alertas e inició una búsqueda inmediata en hospitales, la Cruz Roja y centros de salud.
Al acudir a la comandancia para solicitar apoyo, Oliva asegura que no recibió orientación clara ni información suficiente para activar una búsqueda efectiva. Ante la falta de respuestas oficiales, la familia comenzó recorridos por distintas zonas de la ciudad, colocó volantes y atendió cualquier dato que pudiera conducir al paradero de Gerardo.
De acuerdo con testimonios recabados por la familia, Gerardo fue visto por última vez en las inmediaciones de un Oxxo ubicado en la avenida 26 y Tlaxcala. Posteriormente, surgió la versión de que se habría subido a un vehículo tipo pick up; sin embargo, aunque algunas personas dijeron haberlo visto, ninguna quiso declarar formalmente.
Meses después, un conocido informó a una de sus hermanas que Gerardo había sido visto en el poblado Los Algodones. Cuando los familiares acudieron al lugar para buscarlo, fueron amenazados para que desistieran, con advertencias relacionadas con el trabajo de una de las hermanas y con la identidad de sus hijas, lo que obligó a la familia a frenar la búsqueda directa por temor a represalias.
La condición de salud mental de Gerardo es un elemento central del caso. Sus familiares explican que, sin su tratamiento, podía desorientarse y sentirse mal, aunque nunca fue una persona agresiva. En casa llevaba rutinas estables y dependía en gran medida del cuidado de su madre, quien se encargaba de su medicación, alimentación e higiene.
A cuatro años de su desaparición, Oliva Figueroa mantiene la convicción de que su hijo sigue con vida. Asegura que no busca sanciones ni confrontaciones, solo información que permita su regreso a casa. “Yo tengo fe de que está vivo”, afirma.
El caso de Gerardo Navarro Figueroa evidencia la vulnerabilidad de las personas con padecimientos de salud mental y los riesgos que enfrentan sus familias cuando, ante la falta de acompañamiento oficial, se ven obligadas a buscar por su cuenta incluso bajo amenazas.
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