“Mis perros son mi motor de vida”: Martha Patricia lucha por sostener su albergue con 90 perros pese a su enfermedad

Mexicali, Baja California.-A sus 62 años y con un diagnóstico de cáncer, enfisema pulmonar, asma y movilidad reducida, Martha Patricia De la Rosa Villa sigue luchando por quienes han sido su compañía y razón de vida: los perros que ha rescatado de las calles y que hoy viven en el “Refugio Pío” en San Luis Rio Colorado, Sonora.

Desde su casa adaptada como refugio, Martha Patricia atiende, con ayuda de su esposo, una trabajadora y el apoyo de sus hijos, a 90 perros. La mayoría han sido rescatados del abandono, del maltrato o simplemente del olvido. Pese a su estado de salud, que la obliga a depender de un tanque de oxígeno, andador y la asistencia de su esposo para levantarse, su compromiso con ellos no ha disminuido.

Cada día, se da alimento a 90 perros que están dentro del Refugio Pio, además de 12 perros más que diariamente llegan al exterior del albergue porque saben que ahí se reparte comida.

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Además de ello, todos los días a las 6 de la tarde, en una rutina que ella misma inició, se reparte alimento en la periferia de la ciudad a más de 50 perros callejeros que ya esperan su “taquito”.

Para mí, mis perros son mi motor de vida. Si no los tuviera a ellos, creo que no tendría sentido seguir”, confiesa Martha.

Del campo al refugio

Antes de enfermar, Martha y su esposo trabajaban en campos agrícolas en Estados Unidos. Fue en septiembre cuando su salud comenzó a deteriorarse y su familia enfrentó meses duros en hospitales, intervenciones quirúrgicas y tratamientos.

La economía se vino abajo, pero ella nunca consideró dar a sus perros en adopción. “No sé cómo los tratarían otros”, dijo a la vez que aseguró que a ella no le gusta dar en adopción a sus mascotas.

Con lo poco que le quedaba, y sin saber siquiera cómo grabar un video, empezó a transmitir en vivo por Facebook en la página “Refugio Pío”, donde mostró la limpieza, la preparación de alimentos, los baños, y el trato digno que da a cada animal.

Un día que me vi en una situación muy mala, que no tenían qué comer mis perros, lo publiqué. No sabía cómo hacer videos, y empecé a aplastarle al celular. Así empecé. No pido dinero, pido comida para mis perros”, relata.

Fue así como llegaron los primeros donativos, incluso desde lugares como Moreno Valley, en California.

Necesidad de alimentos

En el albergue, cada día se cocinan al menos siete kilos de arroz, rabadilla de pollo, tortillas, croquetas, todo se mezcla en enormes ollas que están en una cocina que se construyó en el patio para preparar los alimentos de los perros.

Los perros están divididos por comportamiento: los más pequeños y tranquilos, los juguetones y otros en jaulas para evitar peleas. Entre los animales que ha albergado se encuentra una tortuga de 8 años de edad.

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Martha ha dedicado su vida al rescate animal. Desde niña recogía perros, aunque el hambre y la pobreza de su infancia le impidieron cuidarlos como hubiera querido. “Siempre dije que cuando mis hijos se fueran, yo tendría muchos perros. Ya sola, me vine a vivir aquí y los recibí”.

Hoy, su mayor deseo es poder seguir alimentando a sus compañeros de vida. Aunque ya no puede adoptar más, sigue saliendo a repartir alimento a los de la calle.

Martha De la Rosa resaltó que ella lo que pide a la comunidad es apoyo en especie para alimentar a sus perros, como arroz o croquetas, pero en los casos de donativos de personas que no pueden entregarlo en especie, acepta transferencia y manda el comprobante de los sacos de croquetas que se compraron con el donativo realizado.

Quien guste ayudar a Martha Patricia, se puede contactar a través de la página de Facebook Refugio Pío para conocer más y ponerse en contacto.

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