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“Estoy incompleta desde que no tengo a mi hijo”

Pierre Meza López de 37 años, es buscado por su madre desde hace 14 años; es uno de las 1 mil 240 personas desaparecidas en Baja California. 

Recién graduado de la carrera de Derecho, Pierre Meza López, un joven de 23 años de edad, realizaba los trámites para aplicar a una vacante en la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado, en Mexicali.

Hoy tendría 37 años, pero desde hace 14 años, su familia no sabe de él. Su madre, Imelda, se ha hecho a la idea que no lo encontrara con vida, pero está decidida a buscarlo el tiempo que sea necesario para poder llevarlo a un sitio donde llorarle y guardarle luto.

Al igual que otros 1 mil 240 casos en todo el estado, la desaparición de Pierre Meza sigue en la impunidad, pues nunca hubo detenidos en su caso, a pesar de las líneas de investigación que la familia nutrió a través de sus propias averiguaciones.

Este 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, considerada como la máxima violación de derechos humanos de cualquier persona y sus familias. El caso de Pierre es solamente uno de ellos.

La última vez

Imelda guarda un semblante estoico cuando habla de la última vez que vio a su hijo, pero por más que haya repetido la historia, en público o ante las autoridades, hay un momento que la quiebra y se le cargan de lágrimas los ojos.

La última vez que vio a Pierre con vida fue el 14 de agosto de 2006. Ese día por la tarde, él y un amigo salieron a la casa de un tercero, en el fraccionamiento Residencias. Él le prestaría algo de dinero para pagar un plan de Nextel que se le había vencido a Pierre, recuerda Imelda.

Pierre se quedó en casa del amigo que le prestaría el dinero, mientras que el otro amigo dijo haber ido a visitar a un tío cerca del lugar. Cuando regresó por Pierre, ya no encontró a nadie y asumió que había vuelto a su casa por su cuenta.

La búsqueda de Pierre se prolongó desde esa noche, y continúa hasta esta fecha. Ninguna línea de investigación fue esclarecida por la Procuraduría General de Justicia del Estado, a pesar de las indagatorias que la familia realizó por su cuenta.

Una de ellas, la de un doble secuestro, quedó archivada cuando uno de los “secuestrados” volvió a casa, sin Pierre. Otra más, un ajuste de cuentas contra la familia del amigo que le prestaría el dinero, lo que supondría que Pierre estaba en el sitio y momento equivocado.

Dolor de madre

De poco o nada sirvió la intervención de las autoridades investigadoras, pues los 14 años de la desaparición de Pierre no han arrojado luz a ningún camino o algún indicio sobre el sitio en el que pudiera estar su cuerpo.

Imelda y su familia tuvieron que lidiar con un duelo que a su vez no lo era, pues no tenían certeza de nada. La zozobra, la angustia, la ansiedad y la incertidumbre les impedían afrontar un probable duelo por su muerte, en el caso de que lo hubieran matado.

Como madre, ella estaba cegada por el deseo de ver a su hijo entrar por la puerta de la casa, pero solo veía a su esposo y al hermano mayor de Pierre, quienes llegaban con las manos vacías de la PGJE. “Llegué a desquitarme con ellos, les decía que yo solo quería que me trajeran a mi hijo de vuelta”, recuerda.

Por varias semanas estuvo pegada al teléfono, esperando una llamada de los “secuestradores” que nunca llegó. Su ánimo decayó, su familia se fragmentaba y las ganas de vivir comenzaban a ser cuestionables. “Ya no le veía sentido a la vida, estoy incompleta desde que no tengo a mi hijo”.

Un propósito

Dos años después de la desaparición de Pierre, después de meses de terapias, de búsqueda, investigaciones que topaban con pared y de congoja, la vida cambió para Imelda, con la llegada de una nueva vida: su nieto.

“Me dio nuevas ganas de vivir, que tenía que buscar un propósito y una parte era buscar a mi hijo”, dice. “He aprendido a vivir con el dolor”.

En esas fechas, conoció a Irma Leyva, una madre aguerrida que también buscaba a su hijo y que señalaba al entonces procurador Antonio Martínez Luna, inspiró a Imelda para unir sus esfuerzos y dolor para buscar a sus hijos. Así crearon el colectivo Madres Unidas y Fuertes.

Hasta el momento, el colectivo agrupa a trece madres de familia a quienes les han arrebatado a un ser querido. Además de los trabajos de búsqueda, se ofrecen apoyo mutuo, respaldo, asesoría, comparten su duelo y todo ello les ha dado un propósito de vida, pues sabe lo que significa para las madres que pasan por esto.

Aún así, Imelda no puede evitar pensar en su hijo, particularmente cada noche desde hace 14 años, antes de dormir. Lo repasa todo y le martiriza no saber qué le pasó a su hijo, cómo murió, si sufrió o lo torturaron. “No quiero morir sin saber qué le pasó a mi hijo”, comenta.

Ella sabe que el día que muera, ya nadie va a buscar a Pierre, por eso ha asumido que el día de su muerte, también será el de su hijo. “Ya pedí que en mi funeral coloquen su foto junto a mi ataúd y consideran que ya estamos los dos juntos”, dice.

Los números

Hasta este 29 de agosto, la Comisión Nacional de Búsqueda documenta 75 mil 65 personas desaparecidas en México.

Baja California tiene un registro de 1 mil 240 personas desaparecidas y una suma de 64 de ellas encontradas sin vida o en fosas clandestinas en el estado.

Estos hallazgos son gracias a los impulsos de los colectivos de madres buscadoras y colectivos de familiares de víctimas, quienes ejercen presión sobre autoridades para las búsquedas.

Recientemente los casos han aumentado con los trabajos realizados en Tijuana y en Tecate, con el apoyo de la Comisión Estatal de Búsqueda, que este año recibió un subsidio de 7.7 millones de pesos.

La mayoría de los registros en la plataforma del Sistema Nacional de Búsqueda son hechos por particulares y no por las autoridades. Baja California es uno de los 22 estados que ha tipificado la desaparición forzada de personas.

También es uno de los estados con mayor número de denuncias de personas desaparecidas con presunta responsabilidad de autoridades federales o locales, señala un reporte de la entonces PGR del 2016.

A principios de noviembre, los colectivos de búsqueda y la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas retomarán poco a poco los operativos que por la pandemia se habían retrasado. La laguna Salada, la delegación Progreso y el ejido Villa Zapata, se encuentran como sitios de interés para ellas.

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