FRONTERA/GAMER Dying Light: The Beast, la noche vuelve a dar miedo
Los zombies nunca habían sido tan aterradores, en el regreso a una de las mejores franquicias de supervivencia y mundo abierto.

Dying Light: The Beast es un juego de acción/aventura y survival horror de mundo abierto publicado y desarrollado por Techland. La desarrolladora es conocida por entregas como los shooters en primera persona Call of Juarez, Dead Island, y por supuesto, la franquicia de Dying Light.
Dying Light: The Beast, inicialmente planeado como contenido descargable, terminó convirtiéndose en un juego completo a raíz de las filtraciones de su historia principal en 2023.

En esta entrega retomamos el papel de Kyle Crane, protagonista del primer juego, quien ahora busca venganza contra El Barón, el misterioso villano que ha estado experimentando con él y otros sujetos durante 13 años en este mundo infectado.
Los jugadores podrán recorrer tejados, hacer parkour y moverse libremente en el mundo abierto del ficticio valle turístico Castor Woods, inspirado en los Alpes suizos, además de conducir un automóvil 4x4 como en la expansión del primer juego.
Crane, ahora al borde de convertirse en un monstruo, tendrá que aprender a controlar la bestia que lleva dentro si quiere cumplir su venganza en The Beast.
El primer Dying Light sorprendió con su mundo abierto ambientado en una ciudad urbana desolada por el virus zombie, con criaturas que parecían salidas de películas clásicas de George Romero.
Su sistema de movimiento tipo parkour se sentía fantástico, recordando a Mirror’s Edge, y las armas podían modificarse con electricidad, veneno y otras mejoras que marcaban la diferencia entre sobrevivir de día o de noche.
La noche, como todos recuerdan, era un verdadero peligro, con zombies mucho más agresivos y recompensas más valiosas, además de un modo multijugador con una comunidad muy activa que ayudaba a nuevos jugadores.
En Dying Light: The Beast, el parkour regresa a una versión más sencilla, sin maniobras aéreas ni el planeador de la segunda entrega. Las noches recuperan ese tono aterrador del primer juego y, en general, todo es más directo.
La historia es más lineal y simple, recordando la estructura del título de 2015, pero con mejoras mecánicas importantes. El parkour es más fluido, se siente más conectado con el entorno, y el apartado audiovisual es una gran mejora comparado con Dying Light 2.

Uno de los detalles que más impacta es el nivel de violencia visual, los desmembramientos de los zombies tienen un nivel de detalle que llegan a lo grotesco.
La nueva localización, Castor Woods, luce espectacular. Este valle turístico caído en desgracia combina belleza y podredumbre como pocas ambientaciones en la franquicia, con vegetación cubriendo edificios, el abandono reflejado en cada calle y montañas a lo lejos que aportan profundidad al escenario.
En ciertos momentos recuerda a paisajes de The Last of Us, con entornos consumidos por la naturaleza.
En cuanto al movimiento, el diseño del mapa permite escalar prácticamente todo, y cada salto tiene impacto. A diferencia de Dying Light 2, donde el movimiento podía sentirse ligero, aquí el parkour tiene peso y resulta tan satisfactorio como en el primer juego, con mejoras técnicas y visuales.
El combate vuelve a ser sencillo y se asemeja al de la segunda entrega. Para algunos esto puede sentirse poco innovador, pero quienes disfrutaron el sistema anterior no tendrán que aprender desde cero.
La novedad principal es la mecánica de transformación en bestia, una barra ubicada debajo de la vida se llena al atacar enemigos, una vez activa, Crane entra temporalmente en un modo salvaje donde se vuelve casi imparable por unos segundos.
La noche vuelve a ser realmente peligrosa, mucho más que en Dying Light 2. Los zombies son más rápidos, agresivos y difíciles de perder, y en la mayoría de situaciones lo mejor será escapar en lugar de pelear.
La recompensa nocturna es mayor, pero no siempre compensa el riesgo, lo que genera tensión constante y recupera la esencia de la primera entrega.

Veredicto: 8
Dying Light: The Beast se siente como un paso importante para Techland y una base sobre la que podrían construir futuras entregas. A pesar de su origen como expansión, y de sentirse en algunos aspectos como contenido adicional más que un título completamente nuevo, el juego recupera lo que funcionó desde el inicio.
Techland demuestra nuevamente que sabe escuchar a su comunidad, y eso se refleja claramente en esta entrega, con un parkour divertido, las noches peligrosas y el miedo de estas, combate satisfactorio y una ambientación que sabe generar tensión.
Actualmente está disponible para PlayStation 5, Xbox Series X/S y Microsoft Windows, y en el momento en que se escribe esta reseña, se espera su lanzamiento también en PlayStation 4 y Xbox One para finales de 2025.
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Con información de Sergio Torres.
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