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“Aquí nadie ganó, todos perdimos”: Padres de Martín Damián tras juicio

El caso será llevado a últimas instancias y planean presentarlo ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

“Aquí nadie ganó, todos perdimos”: Padres de Martín Damián tras juicio

Mexicali,B.C.- Martín Damián tenía 11 años. Amaba el fútbol, llenaba su casa de balones ponchados, dibujaba figuras con plastilina y soñaba con ser jugador profesional. Ese sueño se apagó el 30 de octubre de 2023, luego de un golpe en la cabeza que recibió en su escuela primaria y por el que, tras días de agonía, murió en un hospital de Mexicali.

Este jueves, el juicio penal contra el maestro que lo tuvo a su cargo llegó a su fin. Pero para sus padres, el fallo fue una bofetada, pues más allá de declararlo culpable penalmente, consideran que la sentencia parece más un premio que un mensaje claro de que casos así no deben ocurrir más.

“Esto no fue justicia, fue una burla para nuestro hijo y su memoria”, dice José Martín González Robles, padre del menor. “La sentencia fue lo mínimo: ni siquiera le revocaron definitivamente su capacidad de estar frente a un grupo. No debería estar en las aulas con más niños”.

El caso, que ha causado reacciones encontradas en la comunidad educativa, dejó una profunda huella en su familia. “Aquí nadie ganó nada, al contrario, todos perdimos”, expresó Mayra Judith González, madre de Martín Damián.

En entrevista para LA CRÓNICA, los padres relataron con voz entrecortada el dolor que les dejó la muerte de su hijo, las dudas en torno a la actuación del maestro y la negligencia que, aseguran, se presentó desde el primer momento.

Un último adiós que no se olvida

“Ese día nunca se nos va a olvidar; se acabó la visita y nos fuimos a cambiar a la casa. Recuerdo que cuando estábamos con él, escuchábamos la máquina en la que estaba conectado y se oía su latido, en la casa escuchamos ese mismo sonido, hasta que se apagó”, recordó José Martín.

Arturo Ceceña

“Yo estaba en el baño, mi esposa en el cuarto… y los dos escuchamos ese sonido que se fue apagando. Era el mismo sonido que oíamos en la sala donde Martín estaba conectado. En ese momento nos hablaron para decirnos que había fallecido”, narra el padre. “Ese fue el momento más duro de mi vida”.

El pequeño había sufrido un golpe en la cabeza tras una presunta patada de otro niño, que después se determinó que ocurrió de otra manera. Fue llevado al hospital hasta horas después, cuando el maestro finalmente llamó al padre para que fuera por él. En ese tiempo, Martín permaneció en la escuela con dolor, sin que nadie dimensionara la gravedad de su estado.

“Ese día me dijo que fuera por él porque se había golpeado. Como era otro niño el que le había dado la patada, no pensamos que era tan grave. Pero él estaba sufriendo y nadie hizo nada. Nos mandaron a un hospital al otro extremo de la ciudad. El doctor nos dijo que estaba bien, solo usó la lámpara del celular para verle el oído y lo dio de alta. Solo cuando mi hijo me contó todo, nos dimos cuenta de lo que había pasado”, explica González Robles.

Arturo Ceceña

La estigmatización y el juicio que dolió más

Además del dolor de la pérdida, vino el juicio social. “Nos han dicho cosas terribles. Que yo no soy el papá, que solo buscamos dinero, que estamos difamando al maestro. Incluso nos han llamado ‘muertos de hambre’ por exigir justicia”, lamenta.

Mayra Judith González, madre de Martín Damián, asegura que incluso durante el proceso fueron hostigados por médicos y policías. “Nos acusaban como si nosotros le hubiéramos hecho daño. Estábamos en el hospital viendo sufrir a nuestro hijo, y nos trataban como culpables”.

Tras la sentencia, que consideran insuficiente, han recibido amenazas verbales y temen por su integridad. “No podemos ir a la plaza, a un parque, por miedo a que nos ataquen”, dijeron.

La familia se enfrentó, no solamente a un duelo por perder a su hijo, sino también a un magisterio que los hizo sus enemigos, consideran, pues la presión que ejercieron en el Centro de Justicia donde se llevaba a cabo el juicio y la retórica hostil de los líderes magisteriales, los hacía sentir a ellos como los imputados.

Una memoria mancillada

“Han hablado muy feo de mi hijo. Que era problemático, que se lo buscó. ¡Y ni siquiera lo conocieron!”, dice la madre. “Lo atacan sin que él pueda defenderse. Nosotros solo pedimos justicia, no venganza. No pedimos cadena perpetua, solo que se reconozca la gravedad de lo que ocurrió”.

Según el testimonio de los padres, el niño que lo tumbó agresivamente mientras jugaban fútbol había sido expulsado de otra escuela y tenía antecedentes de conducta violenta. “El maestro ya había sido advertido de lo que estaba pasando, no solo con nuestro hijo, sino con otros niños. Martín incluso había escrito en una tarea que se sentía pequeño y débil ante quienes lo molestaban. Era claro que había bullying, y nadie hizo nada”.

El impacto en su otro hijo

Ahora, los padres intentan seguir adelante por su otro hijo, de cinco años. “A veces señala una estrella y dice que ahí está su hermano. Ha sido muy difícil explicarle que Martín ya no está”.

Recién cumplió años este mes de junio, pero tuvieron que postergar su festejo debido a las energías que tuvieron que invertir en el proceso penal por el delito de omisión de auxilio.

El caso será llevado ante instancias internacionales, confirmó su abogado Arturo Verdugo Camacho, quien adelantó que se presentará una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por las omisiones dentro del Sistema Educativo.

“Para perdonar, primero hay que sanar”

Ambos padres coinciden en algo: el perdón solo llegará cuando haya justicia. “No conocemos al niño que le hizo esto a nuestro hijo, no sabemos nada de él ni de su familia. La fiscalía ya nos dijo que no lo van a procesar, que no se puede. Pero creemos que necesita ayuda, que algo está mal. Solo queremos que esto no le pase a otro niño, ni aquí ni en ninguna parte”.

La historia de Martín Damián, más allá del proceso legal, dejó una marca imborrable en su familia y en la comunidad. Ellos, sus padres, piden algo simple: que su muerte no sea en vano y que no vuelva a ocurrir en ninguna otra escuela.

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