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Del mar a la ciudad, conoce a 'Don Carmelo', un tarimero con corazón de marinero

Con una temperatura superior a los 42° grados, Carmen Estrada Rodríguez, de 71 años de edad, mejor conocido en el barrio como “Don Carmelo”, se ha dedicado a trabajar de Sol a Sol desde hace 8 años en el negocio de la compra y venta de tarimas, oficio que lo ha ayudado a subsistir, puesto que como él dice: “La pensión no es suficiente”.

Originario de tierras tapatías, don Carmelo ha vivido expuesto a trabajar bajo altas temperaturas en diversos empleos a lo largo de su vida.

Desde manejar indumentaria pesada hasta el de embarcarse en los navíos mercantiles a la edad de 23 años, “Don Carmelo” no ha descansado comentando que, gracias a esos viajes que lo marcaron en su juventud, logró conocer distin- tos puertos del mundo.

Australia, Japón, China, Alemania y Francia, sólo fueron parte de los países que logró visitar gracias a que fue tripulante de distintas naves dentro de su juventud.

“Uno de los barcos era frigorífico que aunque no era muy grande, era muy veloz, un barco sueco llamado Antigüa, donde transportábamos fruta y carne congelada que parecía piedra”, comentó.

Mencionó, que el conocer distintas ciudades y personas, alimentó su cultura y forma de ver el mundo, aunque no en todas partes fue bien recibido, pues llegó a vivir casos de racismo durante su travesía.

“Ese tipo de cosas podían llegar a pleito y uno tenía que tener mucho cuidado”, indicó.

Una vez recorrido parte del mundo, “Don Carmelo” regresó a tierras mexicanas donde trabajó un tiempo para Petróleos Mexicanos, sitio en el cual siguió estando en altamar pero ahora navegando en aguas nacionales.

“Viajábamos desde el puerto de Salina Cruz en Oaxaca, hasta las costas de Rosarito”, comentó. Del mismo modo, indicó que el trabajar bajo altas temperaturas es algo que lo ha hecho fuerte, pues al estar en altamar el clima es muy cambiante y más cuando llega la hora de subir a cubierta y empezar a laborar.

Después de ser un hombre de mar y seguir pasando por diversos empleos donde el calor ha sido parte del eje de su historia laboral, llegó el momento donde al recibir su jubilación se da cuenta que no es lo suficiente para vivir y comienza su vida entre tarimas.

“Yo aprendí a hacer tarimas hace tiempo, pues trabajé en su momento en una tarimera muy grande, donde empleaba una máquina para limpiar terrenos para un señor que tenía varias hectáreas dentro de la ciudad”, mencionó.

Sus tarimas son vendidas regularmente para uso en eventos sociales.

Actualmente señaló levantarse muy temprano, hacerse un desayuno y empezar a trabajar acompañado de sus dos fieles guardianes, el “Gringo” y el “Alegre” quienes cuidan su domicilio, el cual no cuenta con refrigeración para mitigar el calor en épocas de verano.

“Desde temprano estoy al pendiente si hay una venta o compra, o si hay que ir a llevarla, pues la llevamos, ya que soy mi propio empleado y patrón”, indicó con gesto amable y una leve sonrisa.

“Don Carmelo” reconoce que en su vida ha tenido muchas experiencias que le han enseñado a sobrellevar su camino, un camino donde el fuego de la ciudad ha sido testigo de su trabajo continuo, que aunque por momentos detiene, no deja de realizarlo, pues como él dice: “El calor no puede detenernos, aquí nos tocó vivir y pues no tenemos de otra”.

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