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#CrónicasDelCentro Drag y trans; el Centro se transforma de noche

Existe solo una zona de la capital bajacaliforniana que ofrece una peculiar alternativa de diversión para la comunidad LGBT, aunque en los años más recientes, su apertura ha sido también para la sociedad en general, y a la inversa.



El Centro Histórico de Mexicali alberga dos sitios de interés para esta comunidad, donde se ofrecen shows travestis y de “drags”, diferenciados por la extravagancia de uno y otro. Estos dos shows, distan mucho del prejuicio dominante sobre ellos.





Aunque por un tiempo se vio en ellos una connotación de inmoralidad sexual, hoy en día es común ver parejas heterosexuales o grupos de amigas o amigos que no son precisamente de la comunidad LGBT, disfrutando de un buen rato de la vida nocturna del Centro Histórico.



Revivir y reconocer el Centro como parte de Mexicali implica obligadamente incluir estos lugares, sin voltear para otro lado ni serles indiferentes. Por eso, recorrimos estos lugares y recogimos las historias de cuatro personajes relacionados a esta cultura nocturna.



Vestidos, pelucas y mucho maquillaje y actitud, son parte de un fragmento del Centro Histórico de Mexicali, caracterizado por la extroversión, extravagancia y festividad de una comunidad que cada vez enfrenta menos etiquetas en la frontera norte.



Sangre de artista



El rostro de Diana se ilumina con el fulgor del cigarro al que le da una fumada. Luego de exhalar el humo, se persigna. Faltan unos minutos para la medianoche y acaba de terminar de maquillarse y arreglarse en su camerino para la presentación.



Ella en realidad es él. Desde hace 29 años interpreta a varias artistas en escenarios con shows travestis. Comenzó a los 17 años imitando a Marisela en el bar Lemur, en Monterrey, de donde es originaria. Luego viajó por todo el país y terminó en Mexicali, con su show “Diana Limón y sus Joyas”.





“Nunca tuve problemas, yo súper aceptadísima”, dice mientras termina de maquillarse y elegir una peluca. Hace cuatro años y medio comenzó este giro en el bar La Mina, un antiguo bar de ficheras ubicado sobre la avenida Zuazua. Conservó el nombre pero el tema es completamente distinto.



El bar luce lleno para cuando inicia el show. Cuatro travestis acompañados de dos bailarines licenciados en Artes, protagonizan la apertura del espectáculo, muy al estilo de los bares Can-Can. Todo termina en aplausos.



“Viene mucho buga, probablemente por curiosidad, pero también parejas”, comenta Diana. El show deja fuera cualquier ápice de sexualidad, salvo sus intervenciones, cargadas de picardía, doble sentido, carrilla, como decimos acá.



Tiempo completo



Misael es de Ensenada. Comenzó a los 19 años vistiendo de mujer como un juego entre amigos que se volvió más serio. Tan serio que ahora, a sus 36 años, es a lo que se dedica. Su primer papel: Gloria Trevi.



“Tengo el gen flaco”, presume. Esto le ha ayudado a poder interpretar a Yuri, Mon Laferte, Olga Tañón, Paulina Rubio, Rihana o Beyonce. Esta noche imita a Fey. Hace tres años se integró a las Joyas de Diana en La Mina.





Para él, esto es una carrera y oficio de tiempo completo. La inversión en vestuarios y pelucas de hasta 5 mil pesos, vestidos que se ajustan para ser como los de una artista en particular, maquillaje y algunos ejercicios son obligatorios.



Tanto Misael como Diana, siempre se sintieron atraídos a la “artisteada”, como suelen decir. El travestismo fue la forma en que lograron acercarse a ello. El show, prácticamente apto cualquier público, termina entre aplausos, risas, bailes. Una noche más, lograron entretener a su público.



Transformaciones



Juan era maestro de educación básica, hasta que dejó las aulas en el 2001. Se fue a Guadalajara donde cursó estudios de Diseño y luego regresó a Mexicali, donde ayudó a algunos antros y bares para la comunidad LGBT en diseñar sus interiores o imagen.



A sus 23 años tuvo el primer acercamiento con el giro de antros LGBT en Mexicali, particularmente en el Centro Histórico. “Nunca imaginé que ahora dirigiría algunos”, expresa con una sonrisa. Hoy tiene 51 años y desde hace poco más de 7 años entró en el negocio.





Juan Jesús Álvarez Mendoza comenzó a dirigir desde hace dos años y medio con el antro “Porky´s”. Abrió un 13 de febrero de 2016. Este edificio también conservó su nombre, aunque anteriormente tenía el giro de table dance, con Ismael Arévalo como propietario.



Hasta hace poco, tuvieron un conflicto con el Ayuntamiento, pues los multaron por requerirles a los strippers la tarjeta sanitaria, so pretexto de tener contacto con los clientes, aunque no ofrecen el servicio sexual.



Divine



Mientras Sasha termina de arreglarse, le dicta al DJ las canciones que interpretará. Se sujeta el cabello con una malla y elige la peluca del día. “Yo era prostituta, hasta que llegué aquí”, dice sin tapujos al terminar de maquillarse y dar la tercera llamada para el show.





Su personaje principal en este antro es Divine, el personaje de la polémica película Pink Flamingos, de John Waters. Probablemente precursor de la cultura Drag Queen. Esta noche, tres de estas artistas drag de Brawley, California se presentan en el antro.



Las tres surgidas de “La Escuelita de Sasha”. Las tres transformistas que interpretan canciones de los noventas, íconos de la cultura pop y hasta del kitsch plasmado en la generación X, caracterizadas siempre por la extravagancia, la irreverencia y la extroversión.



Sasha interpreta esta noche a Lupita D´Alessio porque tiene una conexión especial con ella, pues fue cuando su madre acudió a verla por primera vez a un show travesti en Tijuana. Desde entonces, interpretarla le trae ese recuerdo, uno de aceptación.



La variedad del show atrae a hombres, mujeres, de todas las tendencias sexuales, sin etiquetas, sin juicios, sin conflicto. Parejas de hombre y mujer cantan y disfrutan el show, tanto como los integrantes de la comunidad.



De noche



Es el Centro Histórico la única zona de la ciudad que ofrece este tipo de entretenimiento, a pesar de que cada vez otros bares de la ciudad han quitado las etiquetas. El tabú de estos sitios se difumina cada vez más, con nuevas generaciones que poco a poco se han empoderado de esta zona de la ciudad.



“No hay un Sodoma y Gomorra aquí adentro”, dice Diana. Canto, risas, aplausos, maquillaje, pelucas, vestidos. Un Centro que sobrevive y se transforma de noche, junto con su gente.




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