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Totoaba: ciencia, tráfico y esperanza

Una docena de totoabas de poco más de un metro de largo nadan serenamente en un gran estanque de unos 30 metros cúbicos de agua. Ese pez tan codiciado por pescadores furtivos y tra?cantes de buche, está ahí, pero al alcance sólo de investigadores y académicos.

“Francamente a mí nunca me ha gustado que le llamen la cocaína del mar, no se lo merece”, expresa con un gesto de desagrado David Conal True, responsable de la Unidad de Biotecnología en Piscicultura (UBP) de la Facultad de Ciencias Marinas (FCM) de la UABC.

En esas instalaciones resguardan a la camada de peces reproductores que han dotado de miles de alevines de totoaba al Mar de Cortés. Toda su vida profesional y académica, True la ha dedicado al estudio y desarrollo de la ciencia necesaria para la reproducción en cautiverio de esta especie, alguna vez considerada en peligro de extinción, por ello le perturba que se le dé esa connotación.

Su trabajo, junto con el de un equipo de cientí?cos de la UABC, se encuentra detrás de la ampliación del laboratorio de reproducción de totoabas en Ensenada, que podrá cultivar casi 1 millón de ejemplares anualmente, y cuya apertura está programada para ?nes de este 2018.

Este nuevo laboratorio aporta esperanza para el repoblamiento en el Mar de Cortés y abre la posibilidad para una pesca deportiva controlada. Actualmente, algunos de los ejemplares con?scados a pescadores furtivos, han sido concebidos en ese laboratorio.

Aunque se calcula que los tra?cantes de buche de totoaba en México no llegan a obtener más de 1 mil dólares por kilo, su costo, ya puesto en Asia, vía Estados Unidos, se cree que se incrementa hasta los 10 mil dólares por buche.

Aunque el platillo con vejiga natatoria de totoaba más conocido en China es el de la sopa Seen Know, existen otros también dentro de la gastronomía asiática, la cual procura sólo esta parte del pez. El estigma que este pez ha tenido a nivel internacional ha minado pero no impedido su valor culinario.

En México, se pueden conseguir platillos con la carne de este pez en restaurantes especializados, obtenidos de ejemplares cultivados legalmente. En Baja California, por ejemplo, la Comercializadora El Sargazo provee de este pez a diversos restaurantes.

En su sitio de Internet, etiquetan la carne de este pez como “Baja Seabass”, por provenir de una Unidad de Manejo Ambiental (UMA).

La empresa Earth Ocean Farms (EOF), ubicada en San Juan de la Costa, en Baja California Sur, es una de las cinco UMA´s en México que también comercializan este pez, luego del éxito cientí?co para su reproducción en cautiverio.

Aunque esta especie puede llegar a medir 2 metros de largo y pesar hasta 135 kilos, los ejemplares que vende son jóvenes de no más de 2 años o medio metro de largo y se distribuyen eviscerados, es decir, sin la vejiga natatoria o buche.

“EOF ha dominado el proceso de reproducción y engorda y ya cuenta con un población lo suficientemente grande para mantener un suministro constante durante todo el año en el mercado mexicano”, señala la empresa en su sitio web. Por disposición federal, estas UMA´s, incluyendo la UABC, deben de destinar al menos el 51% de su producción de totoaba, para ?nes de repoblamiento.

Desde 2014, la Procuraduría General de la República (PGR) mantiene 2 mil 250 piezas de totoaba decomisadas, de las cuales, científicos de la UABC han analizado unas 500, ante el reticente acceso que el Gobierno Federal les ha dado a las piezas confiscadas a pescadores furtivos.

Hasta hoy, dos de las totoabas decomisadas a pescadores furtivos, han resultado ser de las liberadas por científicos en el Mar de Cortés, y ello brinda esperanza, considera Luis Enríquez Paredes, responsable del Laboratorio de Ecología Molecular de la FCM.

La detección ha sido a través de la trazabilidad genética de las especies decomisadas con los registros de la variabilidad genética de los peces reproductores, a través de un método de marcaje para establecer una suerte de “prueba de paternidad”.

Realizar estas pruebas depende del acceso que la PGR y Profepa les faciliten a científicos de la UABC. Esto traería una idea clara de la tasa de animales en función de los liberados y la edad en la que son capturados.

“La primera sorpresa fue que encontramos (ejemplares), por el hecho de que aquí están en condiciones controladas y no están en población silvestre, no sabemos aún si sean susceptibles a cambios ambientales y depredadores, pero así sobrevivieron”, dice Enríquez Paredes.

“Ahora hay que ver si participan en reproducción”. El avance de este método peligra, pues por disposiciones de la Profepa, los ejemplares descubiertos atrapados en redes agalleras en el mar, son destruidos en el acto, al ser cortados en partes y arrojados por borda, según documentaron Barlo Taylor y Tim Gerrodette.

Los dos integrantes del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita Marina (Cirva) también documentaron durante su visita el 26 y 27 de marzo de este año, tan sólo esa noche, la operación de por lo menos 40 pangas, en una zona donde ninguna embarcación debía navegar. Actualmente, el sector naval de San Felipe está a cargo del contraalmirante Héctor Capetillo López, quien cuenta con experiencia en la vigilancia de reservas naturales, como la de las Islas de Revillagigedo.

Un enorme galerón con al menos 20 estanques para la reproducción de totoaba protagonizan el interior del nuevo laboratorio en la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC en Ensenada, el cual se espera inaugurar para antes de que termine el actual sexenio, de donde se obtuvieron la mayoría de los recursos.

El proyecto tiene un valor total de 70 millones 164 mil 335 pesos, y para su actual segunda etapa, se ejercen recursos de Sagarpa y de Semarnat, señala David Conal True, además de 4 millones de pesos por parte del Gobierno del Estado y otra cantidad similar por la UABC.

Se espera que dentro de 3 a 4 años de iniciada su operación, pueda generar hasta 1 millón de crías de totoaba anuales, es decir, más de 10 veces más la capacidad actual de la Unidad de Biotecnología en Piscicultura. La obra se encuentra a cargo de la empresa Servicios Estructurales de Ensenada, bajo la licitación ENS-O-RF022-2015, a la cual le hace faltan detalles de equipamiento de laboratorios y de interiores.

Un proyecto de trasladar el concepto de un laboratorio similar al Golfo de California se encuentra en marcha, con una inversión de casi 3 millones de pesos como plan piloto por parte de la Secretaría de Pesca y Acuacultura de Baja California (SepescaBC).

Se trata de un proyecto de Unidad de Manejo Ambiental (UMA) para la conservación de la vida silvestre con una inversión de 250 mil pesos, además de otros 250 mil pesos para la elaboración de un Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) y 320 mil pesos para el estudio de investigación.

Aún se busca determinar la viabilidad técnica y científica para el cultivo de totoaba en estanques de tierra firme que estarían en San Felipe, para el cual se espera un acuerdo de destino en zona federal marítimo terrestre.

El proyecto de ampliación del laboratorio de reproducción de totoabas atrajo la atención del gobierno chino, que ha asumido un compromiso junto con el gobierno estadounidense para frenar el tráfico de esta especie a Asia.

Yu Bo, cónsul general de la República Popular China en Tijuana, asegura que se encuentran acompañando este proyecto para analizar su viabilidad en el ámbito comercial. “Tenemos que saber cómo proteger esta especie importante y entrando el tema de cómo utilizar económicamente (…) porque hay demanda de consumo tradicional y no tradicional, para conservar y aprovechar, lo importante es conocer”, expresó.

Asimismo, mencionó que el gobierno chino está luchando también contra el tráfico ilegal. “Veo que con esfuerzos de las partes se logrará un resultado tanto para reproducción, medio ambiente y consumo económico”.

Para Conal True, la pesca deportiva y controlada de totoaba es una opción viable, pues del análisis de la población silvestre se ha evidenciado que no cuen- ta con una variabilidad genética reducida, es decir, no se encuentra cercanamente emparentada la población actual de totoaba.

“Debe haber regulación por el vlor asociado al recurso y podemos convertirlo en una historia de éxito, desde la parte científica académica, la regulación del Gobierno y la participación del sector social, industrial y privado”, considera.

Desde su experiencia, es posible elaborar torneos, poder tomar muestras y seguir evaluando para analizar una probable pesca comercial, particularmente para el buche que interesa al mercado oriental, pero comerciarlo de manera legal.

“Tenemos la oportunidad de hacer algo bien hecho y es lo que estamos haciendo aquí, empezar con los cimientos (…) en San Felipe se puede generar toda una línea de proveeduría que le puede hacer mucho beneficio”, añade.

En las conclusiones presentadas en el proyecto de ampliación del laboratorio de Piscicultura de la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC, a cargo de Conal True, destaca: “Los resultados indican que la totoaba no se encuentra en estado crítico de extinción y que debería evaluarse seriamente la posibilidad de captura deportiva a baja escala acompañado de un programa de suplementación de crías y estrictas regulaciones”. La bola, ahora está en la cancha política.

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