La cruz del Centinela, misión cumplida
Son las 5:30 de la mañana, el astro rey todavía no hace acto de presencia y la primera tanda de escaladores que quieren conquistar el “altivo y viejo guardián” de Mexicali, esperan ansiosos su turno.
Es la quinta edición del Ascenso al Centinela el cual es organizado por LA CRÓNICA y Adixion Tour y en donde como de costumbre una multitud se dio cita con la intención de superar sus propios límites o superar sus antiguas participaciones.
A pesar del frío de 15 grados centígrados que se dejó sentir en las primeras horas, los más de 1300 aventureros fueron divididos en varios grupos, en las faldas del cerro y aguardaron pacientes por su turno, mientras los integrantes de Adixion empezaron a alentar a los participantes que ya de mostraban ansiosos.
Siendo alrededor de las 6:30 horas emprendió la aventura el primer grupo de participantes y pocos minutos después el Sol los comenzó a bañar con sus rayos, inspirando a uno que otro escalador aventurado y primerizo que se atrevió a emitir la predicción de “está fácil”.
Adultos, niños, personas de la tercera edad, parejas, grupo de amigos o del trabajo era lo que más se observaba en los diferentes tramos, claro no podía faltar el que convirtió esta actividad en un
reto personal y lo escalaba de manera individual.
Conforme se avanzó se empezaron a formar los primeros grupos de descanso, en los cuales se aprovechaban pausas ligeras de cinco minutos para hidratarse, comer un par de nueces, un emparedado o algo que hiciera más ligero su andar, mientras que otros aprovechaban para tomarse la primera “selfie” de la mañana.
Escuchando música de banda, rock en inglés y español, así como electrónica eran las diferentes mezcla de sonido que rebotaba entre
los asistentes, algunos preferirían hacerlo en silencio para poder concentrarse en su caminar.
La primera “prueba de fuego” comenzaba y es el denominado “Paso de la muerte , aquel estrecho entre dos uniones del cerro que sólo se puede cruzar de uno en uno y el cual es el responsable de que algunos empezaran a “tirar la toalla” y dieran por concluido su trayecto de este año.
LA CRUZ, UN ASUNTO PERSONAL
Valientes a cada paso y seguros de llegar a la cima, jóvenes y adultos atravesaron el altivo y viejo guardián, con el objetivo de llegar a la endémica cruz situada en la parte más alta del cerro.
Algunos resaltaron por el ritmo inmutable con el que rebasaban a los contingentes, sin embargo fue digno de reconocer los rostros de esfuerzo y perseverancia de quienes no contaban con la óptima condición física y aun así llegaron al final.
Y es que a cada media hora no faltaba quién preguntara cuánto hacía falta, siempre había alguien que contestaba que era la última subida a pesar de que hubiera más colinas que escalar.
El cansancio desapareció al llegar a la cima, los participantes de la caminata se registraron para luego tomarse una fotografía en la mencionada Cruz, como recuerdo de una misión cumplida.
Entre amigos o familia los grupos se tomaron un tiempo para descansar y alimentarse, puesto que sólo llevaban medio camino, les esperaba un descenso que pone al límite la resistencia de cualquier atleta.
De regreso se pudo observar una mayor colaboración entre compañeros de expedición, cuidándose las espaldas los unos a los otros, pues las piernas y tobillos comenzaban a falsear, haciendo reiteradas las caídas de algunos caminantes.
Cada tropiezo o caída fue rápidamente auxiliada por quien estuviera cerca, fue la disposición de los asistentes lo que hizo un éxito la difícil pero satisfactoria travesía en el cerro del Centinela.
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