Toman muralistas mexicanos museo de NY
Se trata, nada menos, que del <strong>Museo Whitney de Arte Estadounidense</strong>, un espacio dedicado a reflexionar sobre el decurso del arte de ese país.

CIUDAD DE MÉXICO.-En un acto desafiante, de reivindicación, los tres grandes muralistas mexicanos, José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, toman un recinto museístico en pleno Manhattan, en señal de conquista postergada.
Se trata, nada menos, que del Museo Whitney de Arte Estadounidense, un espacio dedicado a reflexionar sobre el decurso del arte de ese país que, ahora, en 2020, busca ponderar en su dimensión legítima la influencia de los artistas mexicanos en ese relato histórico.
A inaugurarse el próximo lunes, la exposición Vida americana: Los muralistas mexicanos rehacen el arte estadounidense, 1925-1945 confronta los mitos que todavía persisten del arte norteamericano de esas décadas.
Creo que es más importante que sea el Whitney el que haga esta exhibición y no otro museo en el país, porque somos identificados con el arte estadounidense, y esto, de manera desafiante, agresiva, reescribe la historia y dice muy alto que esta idea de que los franceses eran la influencia dominante no era cierta", reflexiona Barbara Haskell, curadora de la muestra.
"En estas dos décadas, los artistas mexicanos realmente fueron los líderes y pusieron el modelo para el arte en Estados Unidos, y creo que es importante que sea el Whitney el que lo diga", abunda.
Conformada por 200 obras de 60 artistas estadounidenses y 40 mexicanos -con énfasis en los tres muralistas-, la muestra declara que, contrario al discurso todavía hegemónico, el arte mexicano de los años 20 y 40 tuvo un alcance expansivo en la Unión Americana.
Gigantes como Jackson Pollock, Thomas Hart Benton y Philip Guston exhiben aquí una genealogía artística que abreva del muralismo.
"El impacto es que (los visitante) podrán ver que fue una influencia extendida por todo el país, no sólo en la Costa Este u Oeste, sino en todos lados", estima Haskell.
Para la curadora, descubrir esta influencia no requiere más que poner dos cuadros, un mexicano y un estadounidense, lado a lado.
"La conexión visual es tan inmediata que ni siquiera necesitas una ficha. Se puede ver exactamente cuál fue la influencia estilística y la ideología del arte como algo que no solamente juega un papel en la sociedad, sino que tiene una responsabilidad de mostrar las injusticias de la sociedad", expone.
Según el discurso histórico trazado para la muestra, patrocinada por la Fundación Citibanamex, el nacimiento del muralismo, tras el triunfo de la Revolución, fue un fenómeno seguido de cerca por artistas, críticos y expatriados estadounidenses que llevaron la noticia del movimiento a casa.
Posteriormente, los murales de los tres grandes se reprodujeron en revistas especializadas de arte, y eso mandó oleadas de artistas norteamericanos a México, quienes tuvieron contacto directo con los creadores.
En los años de la Gran Depresión, la politización de los muralistas resonó hondo con sus pares del otro lado de la frontera.
"Con la Depresión, los artistas realmente comenzaron a ver la necesidad de responder al problema que era lidiar con las desigualdades económicas, con las pugnas laborales, y lo que los mexicanos les brindaron es una nueva forma de ver al arte, una manera completamente radical de considerar lo que podría ser el arte", apunta Haskell.
La relación artística quedó cimentada con la llegada de los muralistas a Estados Unidos tras el arribo de Plutarco Elías Calles al poder.
La incursión en Estados Unidos de Orozco (1927), Rivera (1930) y Siqueiros (1932) resultó fundamental para los locales, además de dejar testimonios importantes de su paso y una escuela de pintores afines.
Para Haskell, la estrecha relación entre muralismo y arte estadounidense quedó enterrada tras la Segunda Guerra Mundial por el surgimiento de la abstracción como forma dominante, además de la fiebre anticomunista y la desconfianza en el arte nacionalista a causa del nazismo y la propaganda soviética.
Para honrar esta conexión soterrada, la exposición en el Whitney reproduce tres murales ligados a Estados Unidos de cada artista: el Prometeo que Orozco pintó en el Pomona College en California; el América Tropical de Siqueiros en Los Ángeles, mismo que fue censurado y luego restaurado en su locación original; y El hombre controlador del universo, de Rivera, que fue removido del Rockefeller Center de Nueva York y pintado de nuevo en el Palacio de Bellas Artes.
La exposición, que incluye a pintores locales como Elizabeth Catlett, Aaron Douglas, Marion Greenwood, Harold Lehman y Charles White, también se complementa con los mexicanos Rufino Tamayo, Frida Kahlo, María Izquierdo y Miguel Covarrubias.
Con las desavenencias migratorias entre ambos países y la ola de xenofobia y racismo que recorre tanto Estados Unidos como México, la exposición parece más necesaria que nunca.
Creo que tiene importancia mostrar esta creatividad total y el poderío que viene con el intercambio cultural; es siempre algo que la gente necesita que le recuerden, y este año, especialmente, es importante decirlo", concluye Haskell.
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