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El caso de homicidio que la policía japonesa recuerda cada 30 de diciembre tras 25 años sin resolver: los asesinatos de la familia de Setagaya

La noche del 30 de diciembre de 2000, una familia de cuatro integrantes fue brutalmente asesinada en su hogar. A pesar de la inusual cantidad de evidencias, el caso continúa sin ser resuelto.

El caso de homicidio que la policía japonesa recuerda cada 30 de diciembre tras 25 años sin resolver: los asesinatos de la familia de Setagaya

TOKIO.- El 30 de diciembre del año 2000, mientras muchos preparaban celebraciones, una tragedia silenciosa ocurría en una tranquila casa junto al parque Soshigaya, en el barrio de Setagaya, Tokio.

Mikio Miyazawa (44), su esposa Yasuko (41), su hija Niina (8) y su hijo Rei (6) fueron asesinados en su propio hogar.

Lo que hace único a este caso, conocido como los “Asesinatos de la Familia de Setagaya”, no es solo su crueldad, sino una paradoja investigativa: el criminal dejó tras de sí una cantidad abrumadora de pistas físicas, se habla de más de 12,500 elementos, y aun así, 25 años después, sigue libre.

Este aniversario encuentra a la policía luchando contra el olvido y a la familia de las víctimas, en especial a la madre nonagenaria de Mikio, esperando justicia.

La línea de tiempo de una tragedia: ¿Qué sucedió esa noche?

De acuerdo con Tokyo Weekender, la familia tuvo una noche aparentemente normal. Después de hacer compras, cenaron juntos. La hija, Niina, visitó a su abuela vecina para ver televisión y regresó a casa cerca de las 9:30 p.m. La última actividad confirmada del padre, Mikio, fue abrir un correo electrónico de trabajo a las 10:38 p.m.

Se cree que el asesino entró a la casa poco después.

La secuencia reconstruida por investigadores sugiere que primero estranguló al pequeño Rei en su habitación. Mikio, al escuchar disturbios, habría subido corriendo y fue atacado con un cuchillo sashimi que el asesino traía consigo. Yasuko y Niina fueron las siguientes víctimas.

La abuela materna, Haruko, descubrió los cuerpos la mañana del 31 de diciembre, cuando fue a visitarlos al no obtener respuesta por teléfono.

El rompecabezas del asesino: Un perfil construido con objetos abandonados

Según la reconstrucción de los hechos de la policía, tras los homicidios, el criminal permaneció en la casa por horas. Su comportamiento posterior es una fuente clave de información:

  • Consumió alimentos: Comió melón, cuatro tazas de helado y tomó té de cebada.
  • Usó la computadora: Accedió al equipo familiar después de la 1:00 a.m.
  • Descansó: Se cree que tomó una siesta.
  • Dejó rastros biológicos: Usó el baño y sus heces, sin haberlas desechado, mostraron restos de semillas de sésamo y ejotes.
  • Abandonó un arsenal de evidencias: Dejó ropa, un cuchillo roto (cuya punta quedó incrustada en el cráneo de Mikio), una riñonera, dos pañuelos y los guantes que usó.

Con estos objetos, la policía elaboró un perfil físico detallado, difundido en folletos.

El asesino sería un hombre delgado, diestro, de unos 170 cm de estatura, con una cintura de entre 70 y 75 cm. Calzaba un número 27.5, calzado de posible fabricación surcoreana, y su tipo sanguíneo era A. Su edad se estimó entre finales de la adolescencia y los 20 años.

El perfume Drakkar Noir fue detectado en los pañuelos.

Las pistas más intrigantes y los callejones sin salida

Algunas evidencias han llevado a líneas de investigación fascinantes pero inconclusas:

  1. Rastro genético: El análisis de ADN mitocondrial sugiere que el linaje materno del asesino podría remontarse al sur de Europa, un dato que podría ser de un ancestro muy lejano.
  2. Arena del desierto: Se reportó que arena encontrada en su riñonera fue rastreada hasta el desierto de Mojave, cerca de la Base de la Fuerza Aérea Edwards en California. Aunque esta información no aparece en el sitio web oficial de la policía.
  3. Ropa trazable: La sudadera (raglan shirt) que dejó fue clave. Solo se vendieron 130 en todo Japón, y de esas, solo 10 en Tokio. La policía identificó las tiendas “Marufuru” o “MX” donde se comercializó, con la esperanza de que alguien recordara a un comprador.
  4. Frustrante falta de coincidencias: Más de 5 millones de huellas dactilares han sido cotejadas y se han realizado aproximadamente 1.3 millones de comparaciones de ADN, sin encontrar coincidencias en Japón o en el extranjero.

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Teorías sobre el motivo: ¿Robo, venganza o algo más?

La policía ha lidiado con varias hipótesis:

  • Robo fallido: Se desestimó en gran parte porque el asesino dejó dinero en efectivo a la vista.
  • Venganza personal: Se investigó si Mikio tuvo un altercado con patinadores en el parque una semana antes, pero esa pista no prosperó.
  • Teoría del sicario: El periodista de investigación Fumiya Ichihashi propuso en un libro que fue un crimen por encargo ejecutado por un exmilitar surcoreano, teoría que la policía no pudo sustentar por falta de evidencia.

El exjefe de la estación Seijo, Takeshi Tsuchida, describió la escena con crudeza: “Parecía que los habían torturado por diversión... su miedo debió ser verdaderamente inimaginable”.

La lucha contra el olvido y la esperanza de una familia

A 25 años del crimen, el desafío para las autoridades es doble: resolver el caso y evitar que caiga en el olvido.

Según The Japan Times, en 2024, solo se recibieron 184 informes relacionados, una fracción mínima comparada con los 14,700 acumulados.

Además, el lugar se ha convertido en un macabro punto de interés, con reportes de grafitis y allanamientos por parte de jóvenes que lo ven como una “prueba de valor”, sin conocer su historia.

La Policía Metropolitana de Tokio (MPD) ha actualizado tres veces un video educativo y da conferencias en academias para mantener activo el caso, ya que la mayoría de los oficiales actuales se incorporaron después del año 2000.

La declaración de Masayuki Okabe, jefe de la primera división de investigación criminal del MPD, es clara:

Tomando en serio el hecho de que el caso Setagaya ha permanecido sin resolver por 25 años, continuaremos nuestras investigaciones con una firme determinación de capturar al asesino”.

La voz más conmovedora es la de Setsuko, la madre de 94 años de Mikio. Afectada por la edad y la salud, ya no puede visitar las tumbas de su hijo y su familia cada aniversario sin ayuda. Su deseo es simple y desgarrador:

Mientras siga viva, quiero poder decirles que finalmente atraparon al asesino”.

Su esperanza se reavivó al conocer el arresto de un sospechoso en un caso de 1999 en Nagoya, pero la desesperanza también ha crecido con el paso de los años. Para ella y para la justicia, el reloj sigue corriendo.

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