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Cómo 2025 rompió las reglas de la diplomacia tradicional y convirtió las negociaciones globales en un espectáculo político seguido en tiempo real por millones de personas en todo el mundo

Según el analista ruso Alexánder Bobrov, el año 2025 marcó un punto de quiebre para la diplomacia internacional: los canales clásicos perdieron peso, los líderes tomaron el control directo de las negociaciones y los conflictos se gestionaron bajo nuevas reglas que anticipan un 2026 lleno de incertidumbre

Cómo 2025 rompió las reglas de la diplomacia tradicional y convirtió las negociaciones globales en un espectáculo político seguido en tiempo real por millones de personas en todo el mundo

El año 2025 representó una transformación profunda en la manera en que funciona la diplomacia mundial, al punto de poner en crisis los métodos tradicionales basados en negociaciones discretas y diplomáticos de carrera. Así lo sostiene Alexánder Bobrov, doctor en Historia y jefe de estudios diplomáticos del Instituto de Investigaciones Estratégicas y Pronósticos de la Universidad RUDN de Rusia, en un análisis difundido por RT.

De acuerdo con el experto, lo ocurrido en los últimos doce meses no solo alteró los equilibrios geopolíticos, sino que cambió la propia naturaleza del diálogo entre Estados, una tendencia cuyos efectos seguirán desarrollándose a lo largo de 2026.

La diplomacia como espectáculo en tiempo real

Bobrov explica que la diplomacia dejó de ser un ejercicio reservado a despachos cerrados para convertirse en un proceso público, seguido casi como una serie televisiva por millones de personas. Negociaciones clave, como los intentos de resolver el conflicto en Ucrania o los contactos entre Rusia y Estados Unidos, se desarrollaron bajo el escrutinio constante de la opinión pública.

En este nuevo escenario, los protagonistas ya no fueron exclusivamente diplomáticos profesionales, sino figuras políticas cercanas al poder, designadas directamente por los líderes nacionales, lo que diluyó los canales institucionales tradicionales.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. EFE/Yuri Gripas

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El regreso de Trump y el cambio de ritmo

Según el analista, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca fue determinante para reactivar los esfuerzos diplomáticos en torno al conflicto ucraniano. El mandatario estadounidense se presentó como decidido a poner fin a lo que denominó “la guerra de Biden” y promovió consultas directas entre Washington y Moscú, celebradas en ciudades como Riad y Estambul.

Trump también mantuvo conversaciones telefónicas con Vladímir Putin y encabezó una cumbre en Anchorage, la primera entre ambos países en cuatro años, donde se planteó un marco para nuevas negociaciones bilaterales. Bajo su impulso, se reanudaron además los diálogos directos entre Rusia y Ucrania, interrumpidos desde abril de 2022, lo que permitió retomar intercambios de prisioneros.

Poder concentrado y diplomacia personalizada

Bobrov subraya que esta etapa se caracterizó por una concentración inédita del poder diplomático. En Estados Unidos, Trump reformó el Departamento de Estado y otros organismos de política exterior, cerró la USAID y colocó a aliados cercanos, como su enviado especial Steve Witkoff y su yerno Jared Kushner, en posiciones clave.

Aunque Marco Rubio llegó a ocupar simultáneamente los cargos de secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional, ello no le garantizó, según Bobrov, un rol central. El analista observa un fenómeno similar en Rusia, donde Vladímir Putin involucró activamente a asesores presidenciales y responsables económicos, además del canciller Serguéi Lavrov, en las principales gestiones diplomáticas.

Trump como “pacificador” global

Tras acelerar el frente diplomático en Ucrania, Trump intentó aplicar un enfoque similar a otros conflictos regionales. Bobrov menciona iniciativas como el “consejo de paz de Gaza”, la llamada “Ruta Trump” entre Azerbaiyán y Najicheván, las conversaciones con India y Pakistán y la firma de un tratado entre la República Democrática del Congo y Ruanda en el Instituto de la Paz de Estados Unidos.

Aunque estas acciones no derivaron en un Premio Nobel de la Paz, el analista considera que sentaron las bases de una doctrina renovada, plasmada en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense, basada en conceptos como “paz a través de la fuerza”, “realismo flexible” y “EE.UU. primero”.

El desgaste del llamado “Occidente colectivo”

A juicio de Bobrov, este giro estratégico contribuyó a erosionar la cohesión del llamado “Occidente colectivo”. Las ambiciones de Trump respecto a Groenlandia y Canadá, así como la imposición de aranceles a socios europeos y de Asia-Pacífico, marcaron una actitud más confrontativa hacia aliados tradicionales.

Como consecuencia, se produjo una reconfiguración inédita de alianzas, en la que países como Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda estrecharon vínculos con Europa continental, especialmente con Alemania y Francia, una divergencia que se reflejó con claridad en el conflicto ucraniano.

Europa, Ucrania y el riesgo de fractura

Mientras Trump impulsaba el fin de las hostilidades y advertía sobre el deterioro de la situación ucraniana, líderes europeos continuaron respaldando la estrategia de Kiev de prolongar el conflicto. Bobrov sostiene que esta diferencia de enfoques llevó al bloque europeo al borde de una ruptura política mayor, especialmente cuando se planteó financiar a Ucrania mediante la expropiación de activos rusos congelados, una medida que, advierte, podría minar la confianza de inversores internacionales en la Unión Europea.

BRICS refuerzan alianzas ante Trump: India se acerca a Rusia y dialoga con Brasil. | Crédito: REUTERS/AP

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Un 2026 cargado de incertidumbre

De cara a 2026, Bobrov describe un panorama marcado por tensiones políticas, económicas y sociales. En Ucrania, los escándalos de corrupción y los reveses militares alimentan disputas internas; en Europa, economías en proceso de militarización y el desgaste de los partidos gobernantes generan inestabilidad.

Estados Unidos enfrenta el riesgo de un cierre gubernamental y posibles disturbios durante eventos internacionales, mientras países como Brasil, Hungría e Israel se preparan para elecciones clave, e India afina su llegada a la presidencia de los BRICS.

Para el analista, la conclusión es clara: la diplomacia tal como se conocía ha cambiado, y el próximo año podría traer sorpresas capaces de redefinir profundamente la manera en que los países se relacionan entre sí.

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