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“Cada vez que levantaba la cabeza o decía una palabra, me golpeaban”: el testimonio de un pescador de Gaza que evidencia la destrucción sistemática del sector pesquero bajo el bloqueo naval israelí

Con más de 230 pescadores muertos y un 95% de la flota destruida, testimonios como el de Ismail Farhat revelan la lucha diaria por comida bajo el bloqueo y los arrestos israelíes.

“Cada vez que levantaba la cabeza o decía una palabra, me golpeaban”: el testimonio de un pescador de Gaza que evidencia la destrucción sistemática del sector pesquero bajo el bloqueo naval israelí

Para Ismail Farhat, la pesca no era una opción laboral; era la única manera de alimentar a su familia en la asediada Franja de Gaza. Incluso después de que los bombardeos israelíes destruyeran su bote y su equipo, él regresó al mar.

El 8 de octubre, esa decisión lo llevó a una pesadilla de más de dos meses: fue detenido por la marina israelí, torturado, y encarcelado en la notoria instalación de Sde Teiman. Su liberación, ocurrida el 16 de diciembre como parte de un acuerdo de tregua, dejó al descubierto una política sistemática.

Según el Sindicato de Pescadores Palestinos, desde el 7 de octubre de 2023, el ejército israelí ha matado al menos a 230 pescadores en Gaza y ha destruido más del 95% de la capacidad pesquera local, reduciendo a cero el espacio permitido para faenar y llevando a la comunidad a una lucha desesperada por la supervivencia.

El relato: De la captura en el mar a la prisión de Sde Teiman

De acuerdo con Middle East Eye, la mañana del 8 de octubre, Farhat salió a pescar, junto a otros pescadores, en una pequeña balsa que había construido él mismo, desde la playa de Deir al-Balah. Poco después, un buque naval israelí se le acercó.

Nos ordenaron quitarnos la ropa, saltar al mar y nadar hacia su embarcación”, relató Farhat a Middle East Eye.

Tras un primer interrogatorio, los dejaron ir, pero minutos después regresaron para arrestar a Farhat.

Comenzaron a insultarme y golpearme. Como es habitual, acusaron a cada pescador de estar afiliado a Hamás. Me dijeron que yo era Hamás y que fingía ser pescador”, contó. “Cada vez que levantaba la cabeza o decía una palabra, me golpeaban”.

Farhat fue trasladado a la prisión de Sde Teiman, un centro conocido por las acusaciones de tortura contra detenidos palestinos. Allí, su calvario continuó.

La vida en detención: Manos esposadas las 24 horas

Durante los primeros 50 días de cautiverio, Farhat permaneció con las manos esposadas todo el tiempo.

“Vivías 24 horas al día con las manos esposadas. Nos prohibían hablar, inclinarnos a los lados y dormir. No nos permitían un colchón. Yo dormía sobre una malla de hierro”, describió.

A veces, debido al agotamiento extremo, me quedaba dormido o me inclinaba sin querer, y me castigaban de inmediato, obligándome a permanecer de pie dos o tres horas”.

En la prisión conoció a muchos otros pescadores detenidos. Ninguno enfrentó cargos formales. “Nos trataban como criminales”, afirmó.

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El contexto: La destrucción sistemática de la pesca en Gaza

El testimonio de Farhat no es un caso aislado. Es parte de una política documentada de destrucción del sector pesquero gazatí, crucial para la seguridad alimentaria.

  • Cierre naval total: Zakaria Bakr, jefe de los Comités del Sindicato de Pescadores, explicó a MEE: “Desde el inicio de la guerra hasta hoy, el área de pesca permitida se redujo a cero. Se impuso un cierre naval completo”.
  • Reducción de la zona pesquera: Los Acuerdos de Oslo de 1993 teóricamente permitían a los pescadores acceder hasta 20 millas náuticas. En la práctica, Israel redujo repetidamente la zona, fluctuando entre 3 y 12 millas.
  • Impacto demográfico: Antes de octubre de 2023, unos 4,500 pescadores estaban registrados. Hoy, solo 400-500 mantienen alguna actividad, usando plataformas improvisadas hechas con restos de botes o hasta puertas de refrigeradores.
  • Producción colapsada: La captura total de pescado hoy no supera el 2% de los niveles previos a la guerra.

Hoy, todos los pescadores que operan desde el Puerto de Gaza capturan solo 16 kilogramos de pescado en conjunto. Antes de la guerra, las capturas diarias a veces alcanzaban las 15 toneladas”, detalló Bakr.

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El riesgo calculado: Pescar bajo asedio y bombardeos

Los pescadores de Gaza operan bajo una disyuntiva extrema. Son uno de los grupos más pobres de la sociedad; antes de la guerra, el 90% vivía bajo la línea de pobreza.

Bajo estas condiciones, se ven obligados a salir al mar y arriesgar sus vidas para conseguir alimento para ellos y sus comunidades”, afirmó Bakr.

Farhat lo resumió así: “Antes de mi detención, estábamos constantemente sometidos al acoso y los ataques de la ocupación israelí, pero las duras condiciones de vida, especialmente durante la guerra, nos obligaban a regresar al mar cada vez. Arriesgábamos la vida simplemente para proporcionar alimento a nuestras familias. Sabemos que esta profesión suele conducir a la detención, las heridas o la muerte”.

La situación actual: Arrestos continuos a pesar del alto al fuego

La tregua no ha significado seguridad para los pescadores. Bakr indicó que, después del alto al fuego, las fuerzas israelíes incrementaron los arrestos y la destrucción de botes.

Al menos 28 pescadores fueron arrestados después del alto al fuego, mientras que solo uno ha sido liberado”, precisó.

Farhat fue ese único caso reportado.

La comunidad pesquera sigue siendo un blanco. El mensaje de las autoridades israelíes a Farhat al liberarlo fue una advertencia: lo amenazaron con un nuevo arresto si regresaba a pescar.

Una lucha por la supervivencia y la dignidad

La historia de Ismail Farhat encapsula la lucha de toda una comunidad. No es solo la narrativa de una detención arbitraria y tortura, sino el reflejo de un sector económico esencial que ha sido sistemáticamente aniquilado.

Mientras el bloqueo naval total continúe y la pesca sea imposible, miles de familias gazatíes pierden una fuente crítica de alimento e ingresos. Como sentenció Zakaria Bakr: “A nadie se le permite entrar al mar, esto es un castigo colectivo”. La pesca en Gaza ya no es solo un medio de vida; es un acto de resistencia frente al hambre y al aislamiento.

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