Un grupo de niños roba un carro en OHIO y al ser detenidos confesaron a las autoridades que habían aprendido por tutoriales en YOUTUBE a cometer los delitos; fueron capturados durante persecusión policial

OHIO.- Una persecución policial inusual se registró el sábado en Newburgh Heights, luego de que un auto con reporte de robo fuera conducido por un niño de 11 años, acompañado por otros dos menores.

El hecho encendió alertas entre autoridades locales por la corta edad de los involucrados y la forma en que se cometió el delito, según NBC.

De acuerdo con el jefe de policía John Majoy, un lector automático de matrículas alertó a los agentes de que el vehículo tenía reporte de robo.

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Cuando los oficiales intentaron detenerlo, el conductor huyó, lo que dio inicio a una persecución por calles residenciales.

Un niño de 11 años iba al volante

Las autoridades confirmaron que el conductor tenía solo 11 años, mientras que en el vehículo viajaban un niño de 8 años y otro de 12.

La persecución terminó cuando el automóvil giró bruscamente, perdió el control y se estrelló contra el costado de una vivienda.

Pese al impacto, no se reportaron personas lesionadas, ni entre los menores ni entre residentes de la zona.

El testimonio del dueño de la casa afectada

Daniel Reilly, propietario de la vivienda contra la que chocó el vehículo, relató que se encontraba viendo televisión cuando escuchó el impacto.

“Escuché un golpe y mucho ruido”, declaró a WKYC. Señaló que los daños en su casa fueron menores y que se siente aliviado de que el incidente no haya sido más grave.

Los menores huyeron tras el choque, pero fueron detenidos

Después del accidente, los tres niños intentaron escapar a pie, aunque fueron localizados y detenidos rápidamente por los agentes.

Según el jefe Majoy, los menores admitieron haber aprendido a robar autos viendo tutoriales en YouTube.

Majoy explicó que los niños forzaron la columna de dirección y utilizaron un dispositivo USB para arrancar el automóvil.

“Básicamente hicieron puente al auto para ponerlo en marcha”, detalló el jefe policial.

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¿Qué consecuencias enfrentarán?

Tras ser asegurados, los menores fueron entregados a sus padres. El caso será turnado al tribunal de menores, donde se determinarán las medidas correspondientes.

Majoy reconoció la gravedad del hecho y subrayó lo inusual del caso:

“Esto debe ser un récord para el conductor más joven que he visto en una persecución. Once años… es increíble”.

El caso vuelve a poner sobre la mesa el acceso de menores a contenidos digitales que explican delitos, así como los riesgos reales que esto representa para su seguridad y la de terceros.

Riesgos digitales para niños, niñas y adolescentes: qué son y cómo prevenirlos

El uso cotidiano de redes sociales, plataformas de video, juegos en línea y servicios de mensajería ha ampliado las oportunidades de aprendizaje y socialización para niños, niñas y adolescentes, pero también ha abierto nuevos escenarios de riesgo que requieren atención, prevención y acompañamiento constante.

Estos riesgos no se presentan de una sola forma: pueden surgir por el contenido que consumen, por el contacto con otras personas o por el comportamiento que ellos mismos adoptan en línea, según UNICEF.

¿Cuáles son los principales tipos de daño en entornos digitales?

Especialistas en protección infantil identifican tres grandes categorías de riesgo en el entorno digital, que ayudan a entender cómo y por qué se producen estos daños.

• Daño por contenido: cuando el menor es receptor pasivo

Este tipo de riesgo ocurre cuando el niño, niña o adolescente recibe o se expone involuntariamente a contenidos nocivos.

Entre los principales ejemplos se encuentran:

• Contenido pornográfico o sexual explícito.
• Imágenes o videos con violencia.
• Material que normaliza conductas dañinas o ilegales.

En estos casos, el menor no participa activamente, pero la exposición puede afectar su desarrollo emocional, su percepción de la sexualidad y su bienestar psicológico.

• Daño por contacto: interacción con fines de abuso o acoso

Aquí el riesgo surge cuando una persona adulta u otro menor establece contacto con el niño o adolescente para involucrarlo en actividades dañinas.

Algunos escenarios frecuentes son:

• Abuso sexual facilitado por medios digitales.
• Ciberacoso o hostigamiento constante.
• Toma y difusión de imágenes del menor sin consentimiento.
• Captación en línea con fines de explotación sexual.

Este tipo de daño suele comenzar con interacciones aparentemente inofensivas que escalan hacia situaciones de mayor gravedad.

• Daño por comportamiento: acciones riesgosas iniciadas por el propio menor

En este caso, el niño, niña o adolescente participa activamente en conductas que implican peligro o ilegalidad.

Entre ellas:

• Crear, enviar o subir material sexual propio o de otros menores.
• Acordar encuentros presenciales con adultos conocidos en línea.
• Compartir imágenes íntimas.
• Descargar o difundir material de abuso sexual infantil.
• Participar en dinámicas de acoso digital.

Estos comportamientos suelen estar vinculados a presión social, desinformación o falta de acompañamiento adulto.

Riesgos cotidianos: más allá del delito explícito

No todos los daños digitales derivan de situaciones extremas. Existen experiencias perjudiciales normalizadas que forman parte del uso diario de la tecnología y que también afectan a niños y adolescentes.

Entre las más comunes se encuentran:

• Exposición prolongada a pantallas.
• Desinformación y noticias falsas.
• Discursos de odio y mensajes polarizantes.
• Consumo constante de contenidos diseñados para generar adicción o estrés.
• Presión social para participar en retos, tendencias o conductas virales.

Estos factores son impulsados, en muchos casos, por sistemas algorítmicos que priorizan la atención continua del usuario sobre su bienestar.

¿Por qué es clave el acompañamiento adulto?

La protección digital no se basa solo en prohibiciones. Los expertos coinciden en que es fundamental:

• Educar en el uso crítico de la tecnología.
• Fomentar el diálogo abierto en casa y en la escuela.
• Enseñar a identificar riesgos y pedir ayuda.
• Acompañar sin vigilar de forma invasiva.

El objetivo es que niños, niñas y adolescentes aprendan a desenvolverse en entornos digitales con mayor seguridad, desarrollen criterio propio y cuenten con redes de apoyo cuando enfrenten situaciones complejas.