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80 años después, Japón logra por primera vez identificar mediante ADN a una víctima de la bomba atómica de Hiroshima; era una joven de 13 años

Hatsue Kajiyama, una joven de 13 años, es la primera persona reconocida con esta técnica; el hallazgo podría ayudar a poner nombre a miles de víctimas no reclamadas.

80 años después, Japón logra por primera vez identificar mediante ADN a una víctima de la bomba atómica de Hiroshima; era una joven de 13 años

Ochenta años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la ciencia ha devuelto un nombre y una historia a unos restos anónimos: el gobierno de la ciudad de Hiroshima anunció este lunes la identificación de Hatsue Kajiyama, una joven de 13 años que murió en el bombardeo atómico del 6 de agosto de 1945.

Este es el primer caso exitoso en el mundo de identificación de una víctima de una bomba atómica mediante pruebas de ADN. Según The Mainichi, la información fue confirmada por el municipio de Hiroshima y por la Universidad Dental de Kanagawa, que realizó el análisis genético.

El hallazgo cierra una búsqueda familiar de décadas y abre una nueva puerta para dar nombre a miles de víctimas cuyos restos nunca fueron reclamados.

El hallazgo: Un error en un registro y una pista familiar

Los restos de Hatsue Kajiyama permanecieron durante décadas en el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima bajo un nombre equivocado. En el registro de cenizas no reclamadas figuraban como “Michiko Kajiyama”.

La clave la tuvo Shuji, sobrino de 60 años de la víctima; informó a la ciudad que el nombre podía estar incorrecto y solicitó una verificación.

Este dato permitió conectar unas muestras de cabello y cenizas preservadas con una familia que nunca dejó de buscar a su ser querido.

El proceso científico: Cómo el ADN resolvió un misterio histórico

Entre finales de noviembre y principios de diciembre, científicos de la Universidad Dental de Kanagawa llevaron a cabo un proceso meticuloso: extrajeron ADN del cabello preservado junto a las cenizas. Luego compararon ese material genético con el de la hermana menor de Hatsue, quien tiene 91 años.

La coincidencia fue exacta.

Esta confirmación científica no solo resuelve un caso individual, sino que valida un método para futuras identificaciones en un contexto de enorme sensibilidad histórica y emocional.

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El contexto: Las 70,000 víctimas sin nombre

El caso de Hatsue Kajiyama es singular, pero representa una realidad más amplia. En un montículo conmemorativo dentro del parque de Hiroshima se guardan las cenizas no reclamadas de aproximadamente 70,000 víctimas.

Solo para unas 10 de ellas se preservaron muestras de cabello dentro de las urnas.

La ciudad ha declarado que planea realizar pruebas de ADN en estas muestras de cabello si las familias de las víctimas lo solicitan en el futuro.

Esto significa que el proceso que identificó a Hatsue podría replicarse para devolver la identidad a otras personas.

El trasfondo histórico: Hiroshima y los principios de un mundo sin armas nucleares

Hiroshima, junto con Nagasaki, fue blanco de bombas atómicas por parte de Estados Unidos en agosto de 1945.

Se estima que entre 90,000 y 166,000 personas murieron en Hiroshima a causa de la explosión y sus efectos antes de que terminara ese año.

Desde entonces, Japón ha mantenido sus Tres Principios No Nucleares: no poseer, no producir y no permitir la introducción de armas nucleares en su territorio.

Estos principios, establecidos en 1967, son la base de su política de defensa y su defensa de un mundo libre de este tipo de armas, incluso mientras está bajo el paraguas nuclear de su aliado, Estados Unidos.

¿Qué significa este descubrimiento? Una puerta abierta a la memoria

La identificación de Hatsue Kajiyama trasciende lo científico: es un acto de reparación histórica y memoria personal; para su familia, es el fin de una incertidumbre de por vida; para la sociedad, es un recordatorio tangible de que detrás de las cifras colectivas de la tragedia hay historias individuales, nombres y rostros.

El éxito de esta técnica establece un precedente que podría permitir, con el tiempo y a petición familiar, que otras 70,000 historias salgan de la anonimidad y regresen a la memoria de sus seres queridos y del mundo.

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