Quién es Carlos Lindao, el ecuatoriano de 123 años que busca ser reconocido como el hombre más viejo del mundo

Carlos Alberto Lindao Vera vive en Puerto El Morro, una parroquia rural costera de Guayaquil, y su nombre ha ganado atención nacional e internacional por una cifra que sorprende incluso a especialistas en longevidad: 123 años. De acuerdo con su cédula de identidad ecuatoriana, nació el 17 de octubre de 1902, dato que ha sido difundido en reportajes recientes y que sustenta, hasta ahora, la versión pública de su edad.

La historia fue retomada por diversos medios ecuatorianos y derivó en un homenaje oficial del Concejo Municipal de Guayaquil, realizado el 11 de diciembre de 2025, donde Lindao fue reconocido como símbolo de trabajo y dignidad humana. La información ha sido difundida por medios como Primicias, El Universo, Expreso y Teleamazonas.

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Una vida en el manglar: trabajo físico y rutina activa

Lejos de la imagen tradicional asociada a edades extremas, Carlos Lindao mantiene una vida activa. Medios que lo han visitado lo describen como un hombre delgado, con movilidad independiente y lucidez.

Según El Universo, Lindao aún se sube a una canoa, recorre el estero y trabaja en la producción artesanal de carbón, un oficio ligado históricamente a la vida del manglar y cada vez menos común en la región.

Por su parte, Expreso señala que el propio Lindao atribuye su longevidad a una vida de trabajo físico constante y una alimentación simple, que él mismo describe como “libre de químicos”.

El reconocimiento oficial en Guayaquil

Durante la sesión solemne del Concejo Municipal, Guayaquil reconoció a Lindao como un referente de larga vida, destacando su vínculo permanente con Puerto El Morro, donde ha pasado prácticamente toda su existencia.

De acuerdo con Primicias, el reconocimiento resaltó su trayectoria laboral, su arraigo comunitario y su ejemplo de constancia, convirtiéndolo en una figura representativa de la zona rural costera del cantón.

¿Puede ser reconocido como el hombre más longevo del mundo?

La pregunta central que rodea su historia es clara: ¿puede Carlos Lindao ser validado como el hombre más longevo del mundo? Con la información pública disponible, la respuesta es prudente.

Hasta ahora, no existe una validación oficial por parte de Guinness World Records ni de organizaciones internacionales especializadas en verificación de longevidad extrema. Teleamazonas ha señalado que el caso podría abrir una ruta hacia una eventual postulación, pero no hay constancia pública de que el expediente haya sido revisado o aprobado.

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Qué exigen los récords internacionales de longevidad

La verificación de edades extremas suele requerir una cadena documental sólida y continua, que incluye:

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• Actas de nacimiento originales
• Registros civiles tempranos
• Documentos históricos de identidad
• Coincidencia en censos y archivos oficiales
• Revisión por expertos independientes

Según Guinness World Records, la persona viva de mayor edad reconocida actualmente es Ethel Caterham, nacida en 1909, con verificación de la organización LongeviQuest. En la categoría masculina, el récord corresponde a João Marinho Neto, brasileño nacido en 1912, también validado por esa entidad.

Si la edad de Lindao fuera confirmada bajo esos estándares, superaría ampliamente ambos registros, pero ese proceso aún no ha ocurrido.

Un último deseo pendiente

Más allá del debate documental, la historia de Carlos Lindao tiene un componente humano que atraviesa el tiempo. Según Primicias, su último deseo es reencontrarse con un hijo que tuvo cuando era adolescente y al que nunca conoció.

Ese anhelo, en palabras de su entorno, convierte su longevidad en algo más que una cifra: una vida extensa marcada por el trabajo, la persistencia y la ausencia.

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Entre el documento y la vida

Hoy, Carlos Lindao es dos cosas al mismo tiempo:

• Un hombre cuya cédula lo ubica en 1902,
• y una historia que aún debe superar la verificación internacional para convertirse en récord.

Mientras ese proceso permanece en suspenso, su imagen sigue siendo poderosa: un ecuatoriano que, a los 123 años, continúa activo en los esteros del golfo, demostrando que el tiempo también puede medirse en memoria, oficio y resistencia cotidiana.