Un profesor de derecho de Filadelfia presentó una demanda de 40 mdd contra la empresa Boeing tras presuntamente inhalar humos tóxicos durante un vuelo que le provocaron graves problemas de salud
El profesor Jonathan Harris, de la Universidad de Temple, asegura que ha sufrido desde mareos hasta pérdida de memoria tras exponerse a humos tóxicos en un avión de Boeing, operado por Delta Air Lines.

De acuerdo con CBS News, Jonathan Harris, un profesor de derecho de la Universidad de Temple en Filadelfia, ha presentado una demanda de 40 millones de dólares contra el fabricante aeronáutico Boeing.
El incidente ocurrió en un vuelo de Atlanta a Los Ángeles en agosto de 2024, en el cual Harris alega que sufrió graves problemas de salud tras estar expuesto a humos tóxicos que ingresaron a la cabina de un avión Boeing 737 operado por Delta Air Lines.
Este caso pone bajo los reflectores un problema conocido en la aviación comercial: la contaminación del aire en la cabina por fugas de los motores, un fenómeno que, según datos oficiales, ocurre con frecuencia alarmante.
El relato del incidente: Un olor a “calcetines sucios” y pasajeros vomitando
La demanda describe una secuencia de eventos durante el vuelo DL 386. Según el documento, después de aterrizar en Los Ángeles, la aeronave permaneció en la pista unos 45 minutos antes de que los pasajeros pudieran desembarcar. Fue en ese momento que la cabina se llenó de unos humos que Harris describió con un olor similar a “calcetines sucios”.
El profesor alegó que, como resultado de la exposición, “se sintió nauseabundo y vomitó en una bolsa de plástico mientras aún estaba sentado en el avión”.
Señala que otro pasajero también vomitó. En un punto, el capitán de la nave se disculpó por el olor a través del intercomunicador.
El problema técnico: ¿Cómo llegan los humos tóxicos a la cabina?
La demanda explica el origen técnico del problema. La inmensa mayoría de los aviones comerciales, excepto el Boeing 787, obtienen el aire de la cabina directamente de los motores.
Este sistema, conocido como “sangrado de aire” o “bleed air”, toma aire comprimido y caliente de los motores, lo enfría y lo introduce en la cabina.
Si existe una falla en los sellos del motor, aceite lubricante caliente, fluidos hidráulicos o combustible pueden filtrarse y ser arrastrados hacia el suministro de aire. Estos compuestos, al ser sometidos a altas temperaturas, pueden formar toxinas que son inhaladas por pasajeros y tripulación.
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La escala del problema: Un evento casi diario
El caso de Harris no es aislado. Según una revisión reciente de CBS News de los reportes de incidentes de la Administración Federal de Aviación (FAA), eventos de humos o contaminación en cabina ocurren más de tres veces al día en la aviación estadounidense.
Estos eventos son reportados por pilotos y tripulaciones, pero su impacto en la salud a largo plazo ha sido tema de debate y preocupación constante entre sindicatos de pilotos y asistentes de vuelo.
Las consecuencias alegadas: De vértigo a pérdida de memoria
Jonathan Harris sostiene que la exposición le provocó un síndrome específico, a veces referido en el ámbito médico como “Síndrome de la Cabina Tóxica” o “Aerotoxic Syndrome”.
La demanda detalla que desarrolló una gama de problemas de salud persistentes, los cuales incluyen mareos, confusión, náuseas, dolor muscular, vértigo y pérdida de memoria.
Además, alega que sufrió angustia mental, depresión, ansiedad y la pérdida de salarios debido a su condición.
La demanda y el silencio de las empresas
La demanda fue presentada en la corte del condado de Arlington, Virginia, sede corporativa de Boeing. El profesor busca una compensación de 40 millones de dólares, más los honorarios de sus abogados.
En un movimiento relacionado, Delta anunció en septiembre que reemplazaría las unidades de potencia auxiliar (un tipo de motor pequeño) en 300 de sus aviones Airbus A320 para abordar incidentes de humos tóxicos, lo que sugiere un reconocimiento tácito del problema en su flota.
Un desafío de seguridad persistente
Esta demanda reaviva un debate de seguridad que la industria de la aviación ha enfrentado por décadas. Mientras los fabricantes y algunas autoridades sostienen que los niveles de contaminantes no superan los umbrales de riesgo, casos como el de Harris y las estadísticas de la FAA pintan un panorama de exposición recurrente.
El resultado de este litigio podría establecer un precedente legal importante sobre la responsabilidad de los fabricantes por la calidad del aire en las cabinas y la obligación de informar a pasajeros y tripulación sobre estos riesgos conocidos.
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