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Más del 95% de población cubierta: Así funciona el sistema de salud en China; ¿Qué lecciones deja para México que solo cuenta con 63% de cobertura médica en el país?

En México, solo el 63.4% de la población cuenta con algún tipo de seguro médico.

La organización, la inversión estratégica y la integración de diversos enfoques médicos han posicionado al sistema de salud chino como uno de los más eficaces a nivel global, con una cobertura que supera al 95% de su población.

Este modelo, estructurado a través de múltiples instituciones que trabajan de forma coordinada, contrasta marcadamente con las cifras de acceso a la salud en México, donde solo el 63.4% de la población cuenta con algún tipo de seguro médico. La diferencia fundamental no reside únicamente en la estructura, sino en la prioridad financiera que cada nación otorga al sector.

¿Quién y cómo se organiza la salud en China?

El sistema no depende de una sola entidad, sino de una red de instituciones con funciones específicas y complementarias. Esta división del trabajo es uno de sus cimientos.

  • Comisión Nacional de Salud: Es el eje central. Se encarga de coordinar las reformas, supervisar los planes nacionales y administrar las políticas sanitarias.
  • Administración Estatal de Medicina Tradicional China: Trabaja en conjunto con la Comisión Nacional para integrar y actualizar las prácticas de la medicina tradicional al sistema moderno, ofreciendo un abanico terapéutico más amplio a los ciudadanos.
  • Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo: Su labor es clave en la planeación a largo plazo, ya que diseña la infraestructura y las competencias de los proveedores de servicios de bienestar.
  • Congreso Nacional del Pueblo: Es el órgano legislativo que aprueba y da forma jurídica a las políticas de salud más importantes del país.

México en cambio, cuenta con un sistema de salud fragmentado, compuesto por múltiples instituciones (IMSS, ISSSTE, Secretaría de Salud, seguros estatales, servicios para PEMEX, SEDENA, SEMAR, etc.) que operan con regímenes, presupuestos y estándares distintos, y que atienden a poblaciones específicas según su condición laboral.

A diferencia del modelo chino, donde una comisión central coordina, en México la falta de un ente rector único y con autoridad real genera duplicidad de funciones, desigualdad en la calidad del servicio y dificultades para implementar políticas nacionales homogéneas.

¿De dónde sale el dinero y cómo se gestiona?

  • Administración Estatal de Seguros de Salud: Esta institución es fundamental. Gestiona los programas de seguros generales, incluyendo cobertura para maternidad y catástrofes. Además, tiene la tarea de fijar los precios de los productos farmacéuticos y buscar fondos para financiar programas especiales.
  • Ministerio de Finanzas: Asigna el presupuesto nacional al sector salud. En 2024, esta asignación fue de 9.09 billones de yuanes, lo que representa el 6.7% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. La meta pública china es superar el 7%.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los países destinar al menos el 6% del PIB a la salud. México, según cifras oficiales, destina entre el 2.5% y el 2.6% de su PIB, menos de la mitad del porcentaje recomendado y una tercera parte de lo que invierte China en términos proporcionales a su economía. Esta brecha presupuestaria explica, en gran medida, la disparidad en infraestructura, equipamiento médico, disponibilidad de medicamentos y capacidad de respuesta entre ambos sistemas.

¿Qué seguros existen y a quién protegen?

La arquitectura financiera y administrativa tiene un objetivo concreto: lograr que toda la población esté cubierta. Para ello, existen tres esquemas principales de seguro de salud:

  1. Seguro para empleados urbanos: Cubre a los trabajadores formales en las ciudades.
  2. Nuevo Esquema de Seguro Médico Cooperativo para residentes rurales: Protege a la población que vive en zonas campestres.
  3. Seguro para residentes urbanos sin empleo formal: En este esquema se incluyen niños, adultos mayores, estudiantes y trabajadores independientes que no están en la economía formal.

La combinación de estos tres programas es lo que permite la cifra reportada por el State Council Information Office: más del 95% de la población tiene acceso al sistema.

En México, el acceso a la salud está intrínsecamente ligado a la condición laboral formal. Quienes tienen un empleo formal suelen estar afiliados al IMSS o ISSSTE. Quienes no, deben depender de los servicios de la Secretaría de Salud o del INSABI (ahora reemplazado por el IMSS-Bienestar), que históricamente han enfrentado subfinanciamiento.

Este modelo deja fuera a una porción significativa de la población, especialmente a los trabajadores informales, que representan más del 55% de la fuerza laboral. El resultado es que el 36.6% de los mexicanos (cerca de 47 millones de personas) no tiene acceso a ningún seguro de salud, según el Inegi, y depende de su bolsillo o de la atención en instituciones públicas saturadas.

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En México, el gasto de bolsillo en salud es uno de los más altos de América Latina. Los pacientes, incluso aquellos afiliados a instituciones públicas, frecuentemente deben cubrir de su propio dinero la compra de medicamentos, estudios de laboratorio o material quirúrgico que no están disponibles en las unidades de salud.

Esto lleva a que miles de familias caigan en pobreza por gastos médicos cada año. La falta de medicamentos e insumos en las instituciones públicas es un reto persistente que, sumado a los tiempos de espera para citas y cirugías, empuja a los ciudadanos hacia el sector privado, generando una doble carga económica.

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