La muerte de una joven por un coágulo sanguíneo pone en la mira el riesgo y el monitoreo de la píldora anticonceptiva
La muerte de una joven de 19 años por un coágulo sanguíneo ligado a la píldora anticonceptiva pone sobre la mesa preguntas cruciales sobre el seguimiento de pacientes, los riesgos y la comunicación entre médico y paciente.

La historia de Áine Rose Hurst, una joven británica de 19 años, trasciende una tragedia personal para convertirse en un caso de estudio sobre la gestión médica de los riesgos asociados a métodos anticonceptivos hormonales comunes.
De acuerdo con Daily Mail, su fallecimiento en marzo, determinado por una investigación judicial en noviembre del mismo año, fue causado por una trombosis cerebral, una complicación rara pero conocida de la píldora anticonceptiva combinada que consumía.
La información recabada por Daily Mail de declaraciones y evidencia presentada en la audiencia del Bolton Coroner’s Court revela una secuencia de decisiones médicas y personales que, vistas en retrospectiva, abordan dudas fundamentales sobre el manejo de la presión arterial y la reevaluación de tratamientos.
¿Qué sucedió? La secuencia de los hechos
Áine Rose Hurst colapsó el 11 de marzo y fue llevada de urgencia al Hospital Royal Bolton. Los médicos encontraron una “hinchazón cerebral severa”. Dos días después, falleció sin recuperar la consciencia.
Inicialmente, un dolor de cabeza persistente tras una salida nocturna fue atribuido a una resaca. Sin embargo, el cuadro empeoró rápidamente.
La investigación forense determinó que la causa directa de muerte fue una trombosis del seno venoso cerebral (un coágulo sanguíneo en el cerebro). El veredicto señaló a la píldora anticonceptiva Femodette, que Áine consumía desde 2020, como un “factor contribuyente potencial” y directo.
El punto crítico: La presión arterial y la reevaluación médica
Un momento crucial ocurrió meses antes de la tragedia. En diciembre de 2024, durante un chequeo rutinario con una enfermera, se detectó que la presión arterial de Áine estaba elevada (140/93), una lectura “inusual” para ella. La enfermera le indicó detener la píldora y consultar a su médico de cabecera.
Sin embargo, en una cita posterior el 6 de enero con su médico, la situación cambió.
Áine expresó su deseo de volver a tomar la píldora “lo antes posible”. El médico registró una presión de 130/90 (dentro del límite clínico para reiniciar) y mencionó que las lecturas que ella tomaba en casa eran más bajas.
El doctor argumentó que no estaba convencido de que la presión alta fuera por la píldora, además le preocupaba que detener el consumo de la pastilla por más de cuatro semanas pudiera aumentar el riesgo de sufrir problemas cerebrovasculares. Le recomendó reiniciar Femodette, bajo monitoreo domiciliario de su presión.
La madre de Áine, Kerry Hurst, relata:
Ella regresó esa noche y dijo ‘él me dijo que volviera a tomarla’. Ella no la habría tomado si supiera que esto pasaría. Todos seguimos el consejo de nuestro médico; ella tenía 19”.
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Las preguntas que quedan: ¿Se pudo evitar?
La familia manifestó estar “profundamente preocupada” de que el médico de cabecera “no tomara en consideración el historial reciente de presión arterial alta”. Piden saber qué medidas existen “para asegurar que esto no vuelva a ocurrir”.
Desde la perspectiva médica, hubo opiniones divergentes. El Dr. Zeeshan Malik, intensivista del hospital, declaró que “no estaba seguro con que fuera solo la píldora” y que habrían hecho falta más pruebas para descartar otras causas.
No obstante, el médico forense Peter Sigee determinó, “según el balance de probabilidades”, que la píldora fue una causa de la muerte.
Sigee reconoció que los medicamentos tienen efectos secundarios raros y que, “trágicamente, alguien tiene que ser ese uno en mil o uno en diez mil”.
Lo que los pacientes pueden hacer
Este caso subraya varios puntos de acción para quienes usan o consideran anticonceptivos hormonales:
- Monitoreo riguroso: La presión arterial debe ser chequeada regularmente antes y durante el uso de píldoras combinadas (con estrógeno). Un registro en casa puede ser útil, pero debe ser validado con profesionales.
- Comunicación clara: Los pacientes deben informar cualquier efecto secundario o lectura anómala de inmediato y ser firmes en sus preocupaciones.
- Conocer las alternativas: existen opciones que conllevan menores riesgo. Evaluar pros y contras con el médico es vital.
- Síntomas de alerta: Dolores de cabeza intensos y persistentes, especialmente si son diferentes a lo habitual, junto con otros síntomas como visión borrosa o dolor en el pecho, requieren atención médica urgente.
El forense Peter Sigee concluyó que la muerte fue “causada por una complicación reconocida pero rara de un medicamento recetado apropiadamente”.
Esta definición no minimiza la tragedia, sino que enfatiza la naturaleza impredecible de algunos riesgos médicos y la necesidad de una vigilancia continua y compartida entre el paciente y el sistema de salud. La historia de Áine es un recordatorio sombrío de la importancia de este diálogo constante.
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