Cuando un barrio de Madrid se declaró independiente y pidió asilo a Fidel Castro: la increíble historia del Reino de Belmonte
El día que Fidel Castro intervino en un conflicto vecinal de Madrid

Si no fuera por las hemerotecas, cualquiera pensaría que la historia del Cerro Belmonte, un pequeño barrio madrileño, forma parte de una comedia española cargada de situaciones absurdas. Pero ocurrió: un grupo de vecinos que enfrentaba la expropiación de sus viviendas decidió pedir asilo político a Cuba, entrevistar a Fidel Castro y crear su propio Estado independiente: el Reino de Belmonte.
Este episodio insólito, ocurrido hace 35 años, inspiró obras de teatro y novelas, como El reino de Belmonte, del escritor e historiador Alfonso Mateo-Sagasta.
El origen del conflicto: Madrid, junio de 1990
A inicios del verano de 1990, el Ayuntamiento de Madrid notificó a los habitantes de Cerro Belmonte que sus casas serían expropiadas dentro de un plan de renovación urbana destinado a eliminar viviendas rústicas del perímetro de la ciudad.
El barrio, entonces integrado por unas 300 personas, estaba formado por casas autoconstruidas y habitado mayoritariamente por personas mayores que habían levantado sus hogares décadas atrás.
Según explica Mateo-Sagasta:
Eran infraviviendas, que son casas sin servicios. Ellos cavaban sus pozos, la luz la conseguían pinchando la red eléctrica o con generadores. Las construían con paredes de ladrillo y, una vez que les colocaban tejado, ya no se podían derribar porque la ley establecía que la policía no podía desalojar las infraviviendas sin un proceso legal”.
El Ayuntamiento ofreció reubicar a los vecinos en barrios alejados como Vallecas o Villaverde, en el extremo opuesto de la ciudad. La decisión no fue bien recibida.

La jugada inesperada: pedir asilo político a Cuba
Conscientes de que las protestas habituales no estaban funcionando en otras zonas de Madrid, los vecinos de Cerro Belmonte apostaron por una estrategia audaz: acudir a la Embajada de Cuba para solicitar asilo político.
¿Por qué Cuba?
- En ese momento había una crisis diplomática entre ambos países.
- Tres cubanos habían pedido asilo en la Embajada de España en La Habana, captando una enorme atención mediática.
- Los belmonteños aprovecharon el contexto para generar visibilidad.
Mateo-Sagasta lo resume así:
Los vecinos dijeron: “Tanta atención para 3 cubanos, mientras nosotros somos 300 y aquí no nos hace caso nadie. Entonces, ya que los cubanos con problemas con Fidel Castro piden asilo a España, nosotros que tenemos problemas con el Ayuntamiento de Madrid, le vamos a pedir protección a Fidel Castro”.
El 25 de julio de 1990 entregaron su carta de solicitud en la embajada.
La inesperada respuesta de Fidel Castro
Lo que parecía una maniobra simbólica tuvo un giro sorprendente: Castro respondió públicamente al día siguiente, durante su discurso por el aniversario del asalto al Cuartel Moncada.
Sobre los vecinos de Belmonte, dijo:
Estos no entraron por la fuerza, no pueden haber sido más decentes; llegaron allí, pidieron hablar, entregaron su carta, se marcharon, y aquí tenemos la carta”.
Y añadió un discurso cargado de elogios:
Estos españoles humildes… han mostrado la otra cara de la moneda de lo que es el mundo capitalista explotador, inhumano y despiadado”.
Castro aseguró que no podía conceder asilo por falta de acuerdos diplomáticos, pero ofreció visas, residencia, empleo, materiales para construir viviendas, tierras e incluso la posibilidad de fundar una comunidad rural en Cuba.
Dijo explícitamente:
Si desean residir en Cuba, les damos permiso… Si quieren espacio para construir sus viviendas, sin cobrarles un centavo les damos el espacio y los materiales… Habrá respeto, habrá dignidad”.

El viaje a La Habana
Aunque rechazaron irse a vivir a Cuba, los vecinos aceptaron la invitación para visitar la isla.
La portavoz Esther Castellanos lo explicó así:
“Nos dirigimos a Fidel Castro y no al Gobierno cubano para llamar la atención de los madrileños”.
El viaje incluyó:
- 24 vecinos sorteados
- Edades entre 10 y 70 años
- La mayoría sin experiencia viajando fuera de Madrid
Durante su estancia tuvieron un almuerzo privado de cuatro horas con Castro.
A su regreso, Castellanos declaró:
“[Castro] nos trató de tú a tú y no como un jefe de Estado. Si las autoridades españolas nos hubiesen hecho un tercio del caso que nos han hecho las cubanas, estaríamos más que contentos”.

Del asilo… al reino independiente
A pesar de la notoriedad mediática, el Ayuntamiento de Madrid siguió negándose a negociar y criticaba la falta de seriedad de los vecinos. Entonces, decidieron subir la apuesta: crear un país propio.
El referéndum
El 20 de agosto dieron un ultimátum: si no había diálogo, habría independencia.
El 5 de septiembre de 1990, en casa de “La Desi”, realizaron un referéndum con estos resultados:
- 212 votos a favor de independizarse
- 2 votos en contra
Así nació el Reino de Belmonte, que también incluía al Principado de Villaamil y el Condado de Peña Chica.
Elementos del nuevo Estado
- Gobierno provisional
- Constitución propia, cuyo fin era “reunificarse con España tan pronto como se anule la expropiación”
- Moneda: el belmonteño, equivalente a 5.018 pesetas
- Bandera: tres franjas horizontales blancas y rojas con una estrella
- Himno: compuesto por un cantante punk, con la letra“queremos pan, queremos vino, queremos al alcalde colgado de un pino”
- Peaje fronterizo en la calle Sinesio Delgado
Incluso escribieron al Comité de Descolonización de la ONU, al papa Juan Pablo II y al COI para buscar reconocimiento.
Nada de eso funcionó.

La protesta que sí cambió todo: una huelga de hambre
Tras meses de creatividad y humor político, lo que realmente forzó el diálogo no fue el reino, ni Castro, ni la ONU, sino un gesto clásico de protesta:
Una huelga de hambre de 60 ancianos.
Con los primeros vecinos hospitalizados por bajadas de azúcar y tensión, el Ayuntamiento temió un desenlace trágico a un año de las elecciones. Así, decidió retirar el expediente de expropiación.
Cada vecino pudo entonces negociar el futuro de su propiedad sin imposiciones.
Lo que queda del Reino de Belmonte
El Reino desapareció, pero algunas de las antiguas casas aún pueden verse en la zona de Valdezarza, testigos silenciosos de un barrio que se inventó un país para no perder sus hogares.
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