Muere James Watson, el polémico científico que ganó el Nobel por sus descubrimientos sobre el ADN y luego fue despojado de sus títulos por repetir que los negros son menos inteligentes que los blancos debido a sus genes pese a que ya se había disculpado
A sus 97 murió el hombre que ayudó a descubrir la estructura del ADN y quien terminó siendo marginado de la comunidad científica por sus declaraciones racistas. Su historia combina genialidad, controversia y una caída que marcó un antes y un después en la ciencia moderna.

James Dewey Watson, quien falleció el pasado viernes 7 de noviembre de 2025, a los 97 años, fue uno de los científicos más brillantes del siglo XX. Sus investigaciones abrieron las puertas para entender cómo se replica el ADN y cómo la información genética viaja entre generaciones.
En 1962, su nombre quedó grabado en la historia cuando recibió el Premio Nobel de Medicina, junto a Francis Crick y Maurice Wilkins, por el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN. Ese hallazgo no solo transformó la biología molecular, sino también la medicina y la genética moderna, según BBC.

Watson nació en Chicago en 1928, hijo de una familia de ascendencia inglesa, escocesa e irlandesa. Desde joven mostró una mente precoz: a los 15 años obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Chicago, donde comenzó a interesarse por la difracción de rayos X, una técnica clave para revelar la estructura interna de las moléculas.
Más tarde, se trasladó a Cambridge, donde conoció a Francis Crick. Juntos, construyeron modelos tridimensionales del ADN que finalmente les llevarían al descubrimiento más trascendente de la biología moderna.
Un legado científico y un carácter polémico
Watson no solo fue un pionero en su campo, también un hombre de opiniones fuertes y, con el tiempo, cada vez más polémicas. En 1968 asumió la dirección del Laboratorio Cold Spring Harbor, en Nueva York, al que convirtió en un referente mundial de la investigación genética.
Sin embargo, sus ideas fuera del laboratorio comenzaron a nublar su reputación.
En 2007, mientras trabajaba en el Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge, Watson declaró al diario británico The Times que era “pesimista respecto al futuro de África” porque —según él— “todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que su inteligencia es la misma que la de los blancos, cuando todas las pruebas indican que en realidad no es así”.
Agregó además que, aunque deseaba que todos fueran iguales, “la gente que ha tenido que tratar con trabajadores negros encuentra que eso no es verdad”.
Aun así, intentó suavizar sus palabras diciendo que “hay mucha gente de color que es muy talentosa”, pero el daño ya estaba hecho.
Las reacciones fueron inmediatas:
- Políticos y científicos condenaron sus declaraciones.
- El Museo de Ciencia de Londres canceló una conferencia suya.
- Cold Spring Harbor lo suspendió y luego lo destituyó como rector.
Ante la presión, Watson se disculpó públicamente:
A todos los que dedujeron de lo que dije que África, como continente, es genéticamente inferior, a todos ellos, les pido disculpas. No es lo que quise decir. No hay base científica para aseverarlo”
Intentó culpar al diario por tergiversar sus palabras, pero el Sunday Times aseguró tener la entrevista grabada.
Del perdón al rechazo definitivo
Tras aquella tormenta mediática, Watson logró conservar algunos de sus títulos honoríficos en Cold Spring Harbor. Pero su caída final llegaría años después.

En enero de 2019, durante el documental televisivo American Masters: Decoding Watson, volvió a afirmar que las diferencias en los resultados de pruebas de inteligencia entre negros y blancos se debían a los genes.
Sus palabras revirtieron las disculpas de una década atrás. El laboratorio donde había trabajado durante más de 40 años reaccionó con dureza:
Las declaraciones del doctor Watson son reprensibles y carecen de respaldo científico”, señaló Cold Spring Harbor en un comunicado.
La institución le retiró todos sus títulos y rompió definitivamente su relación con él. Aunque el Nobel no puede ser revocado formalmente, Watson perdió todos sus honores y reconocimiento institucional.
En ese entonces, el científico tenía más de 90 años y, según medios estadounidenses, vivía en un hogar de cuidado tras un accidente automovilístico, con un estado de conciencia “muy mínimo”.
La venta de su medalla del Nobel
Otro episodio que marcó su historia ocurrió en 2014, cuando Watson decidió subastar su medalla del Nobel, convirtiéndose en el primer laureado en hacerlo.
El comprador fue un magnate ruso, que pagó 4,8 millones de dólares y luego le devolvió la medalla.
Watson explicó entonces que deseaba destinar parte del dinero a instituciones que habían marcado su carrera:
“Estoy deseando hacer más regalos filantrópicos al laboratorio Cold Spring Harbor, la Universidad de Chicago y el Clare College Cambridge, y así seguir contribuyendo a que el mundo académico continúe siendo un ambiente donde prevalecen las grandes ideas y la decencia.”
Ese mismo año reconoció sentirse “excluido de la comunidad científica” por sus comentarios sobre la raza.
Un legado tan brillante como cuestionado
James Watson falleció el pasado viernes 7 de noviembre de 2025, a sus 97 años. Su vida simboliza las dos caras del genio: el hombre que ayudó a descifrar la esencia de la vida, y el que perdió el respeto de sus pares por mantener ideas sin sustento científico ni moral.
Su historia deja una lección incómoda pero necesaria:
La inteligencia no solo reside en la mente, sino también en la capacidad de reconocer los límites de nuestras propias creencias.
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