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China condena a muerte a 11 miembros de la familia Ming por dirigir centros de estafa en Myanmar

Un histórico golpe judicial contra una red criminal internacional.

China condena a muerte a 11 miembros de la familia Ming por dirigir centros de estafa en Myanmar

De acuerdo con BBC, un tribunal chino en la ciudad de Wenzhou ha sentenciado a muerte a 11 miembros de la familia Ming, responsables de operar una vasta red de estafas, tráfico de drogas, casinos ilegales y trata de personas desde Laukkai, una remota localidad fronteriza en el noreste de Myanmar.

La sentencia, revelada por la cadena estatal CCTV, forma parte de un proceso masivo en el que 39 integrantes del clan recibieron castigos que incluyen penas de prisión prolongadas, cadena perpetua y otras cinco condenas de muerte con suspensión condicional de dos años.

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La familia Ming: del poder local al epicentro del crimen organizado

La familia Ming fue uno de los cuatro clanes que controlaron durante años la región de Laukkai, en el estado Shan de Myanmar, cerca de la frontera con China.

Lo que alguna vez fue un tranquilo pueblo fronterizo, se transformó en un hervidero del crimen organizado: casinos ilegales, redes de estafas digitales, prostitución forzada y narcotráfico.

Desde 2015, estos grupos operaron con total impunidad, aprovechando la débil presencia del Estado birmano y la demanda china por el juego, prohibido en su territorio. Según datos judiciales, los ingresos generados por estas actividades superaron los 10 mil millones de yuanes (equivalentes a 1,400 millones de dólares).

Centros de estafa y explotación: el lado oscuro de Laukkai

En el corazón de las operaciones criminales de la familia Ming se encontraban los centros de estafa, donde más de 10 mil personas fueron forzadas a trabajar en fraudes digitales a gran escala. Uno de los complejos más notorios, llamado Crouching Tiger Villa, fue señalado como escenario de torturas, violencia y ejecuciones.

Estos centros funcionaban como verdaderos campos de trabajo: empleados retenidos contra su voluntad, jornadas extenuantes y vigilancia armada. Las víctimas, en su mayoría ciudadanos chinos y de otras nacionalidades asiáticas, eran atraídas bajo falsas promesas laborales y luego retenidas.

El fin del reinado criminal: ofensiva militar e intervención china

En 2023, una alianza de grupos insurgentes lanzó una ofensiva contra el ejército birmano, tomando el control de Laukkai y otras zonas estratégicas del estado Shan. Esta acción, que según analistas contó con el visto bueno de Pekín, permitió la detención masiva de miembros de los clanes criminales.

Entre los capturados estaba gran parte de la familia Ming. Su líder, Ming Xuechang, se suicidó antes de ser arrestado. Los demás fueron entregados a las autoridades chinas, que desde entonces han intensificado su lucha contra el crimen organizado transfronterizo.

El fenómeno de la “estafa digital” y su impacto regional

El caso de la familia Ming forma parte de un problema más amplio: ola de estafas masivas, orquestadas desde zonas fuera del control estatal como partes de Myanmar y Camboya, ha afectado a más de 100.000 personas, muchas de ellas forzadas a participar en delitos cibernéticos.

Los estafadores utilizan tácticas sofisticadas para engañar a víctimas en todo el mundo, desde fraudes románticos hasta esquemas de inversión. Las redes operan con eficiencia empresarial, ocultando el dinero mediante lavado de activos y criptomonedas.

Respuesta regional y consecuencias a largo plazo

La severa respuesta de China representa un mensaje claro contra las redes criminales que operan en sus fronteras. Además, ha presionado a países vecinos como Tailandia y Camboya para que actúen contra centros de estafa similares.

Sin embargo, la problemática persiste. Aunque las operaciones en Myanmar han disminuido, muchas redes han trasladado sus actividades a Camboya, donde aún existen zonas con control estatal débil y corrupción endémica.

¿Un punto de inflexión en la lucha contra el crimen digital?

Las sentencias contra la familia Ming marcan un antes y un después en la lucha contra el crimen organizado en Asia. No solo muestran la determinación de China para proteger a sus ciudadanos, sino también la necesidad urgente de cooperación internacional para enfrentar las nuevas formas delictivas del siglo XXI.

Con una estructura financiera multimillonaria, redes tecnológicas globales y métodos cada vez más crueles de reclutamiento, los centros de estafa digital representan una amenaza creciente para la seguridad internacional, los derechos humanos y la economía global.

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