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Sushila Karki asume el liderazgo de Nepal en medio de la crisis

Sushila Karki, de 73 años, aceptó el cargo tras una solicitud expresa de los jóvenes manifestantes, reconociendo su papel crucial en la lucha contra la corrupción.

Nepal ha entrado en una nueva etapa política con el nombramiento de Sushila Karki como primera ministra interina, un hecho histórico que marca la primera vez que una mujer dirige el destino de la nación del Himalaya, según The New York Times.

La designación de Karki, expresidenta del Tribunal Supremo y reconocida por su firme lucha contra la corrupción, se produce tras una semana de violentas protestas y una profunda inestabilidad institucional que culminó con la dimisión del primer ministro K. P. Sharma Oli.

La renuncia de Oli fue una respuesta directa a la represión mortal de las manifestaciones lideradas por estudiantes de la Generación Z, quienes se movilizaron masivamente el lunes para protestar contra la corrupción gubernamental y la prohibición de las redes sociales.

Los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad resultaron en numerosas víctimas y desencadenaron una ola de disturbios en todo el país. El caos subsiguiente dejó más de cincuenta fallecidos y miles de edificios gubernamentales e instituciones estatales destruidos por incendios y saqueos.

Un país en reconstrucción y bajo control militar

La investidura de Karki tuvo lugar en un ambiente de máxima tensión y seguridad. La ceremonia se realizó en la oficina presidencial, también afectada por los ataques incendiarios, bajo una fuerte custodia militar que incluía barricadas y vehículos blindados.

Nepal ha permanecido efectivamente bajo control del ejército durante los últimos días, con toques de queda extendidos por todo el territorio y una presencia masiva de soldados en las calles. El general Ashok Raj Sigdel, jefe del ejército, mantuvo reuniones con representantes estudiantiles y miembros del gobierno depuesto en un intento por estabilizar la situación.

Sunil Bahadur Thapa, asesor presidencial, anunció que, junto con la designación de Karki, el Parlamento ha sido disuelto debido a los graves daños sufridos en su sede. Thapa adelantó que la nueva primera ministra formará un gabinete en los próximos días y convocará elecciones probablemente dentro de seis a ocho meses.

Una líder con trayectoria y desafíos inmediatos

Sushila Karki, de 73 años, aceptó el cargo tras una solicitud expresa de los jóvenes manifestantes, reconociendo su papel crucial en la lucha contra la corrupción. Durante su trayectoria como presidenta del Tribunal Supremo, Karki se enfrentó abiertamente a intereses corruptos y promovió los derechos de género, inspirando a una nueva generación de abogadas y juezas en el país.

Su nombramiento ha sido respaldado por los principales partidos políticos y recibido con expectación por embajadores de Estados Unidos, China e India, naciones con fuertes intereses en esta región estratégica.

Sin embargo, su liderazgo interino no está exento de desafíos. La economía nepalí sufre una fuga masiva de talentos jóvenes hacia el extranjero, y la desconfianza hacia las élites políticas persiste entre la ciudadanía. Además, la destrucción de infraestructuras críticas y documentos oficiales complica la gestión gubernamental inmediata.

Incertidumbre y esperanza en el futuro de Nepal

A pesar del optimismo que genera la figura de Karki, las tensiones políticas continúan latentes. Ministros del gobierno anterior, como Raghuji Panta, denunciaron haber sido retenidos en instalaciones militares contra su voluntad durante los días previos a la transición. Panta, cuyo hogar fue destruido en los incendios, expresó su descontento con los eventos que llevaron al nombramiento de la nueva primera ministra.

Expertos como Balaram K. C., exmagistrado del Tribunal Supremo, reconocen la valentía de Karki en su lucha anticorrupción pero señalan que el rol de primera ministra requiere habilidades y desafíos distintos a los de la judicatura. La comunidad internacional observa con atención si su liderazgo podrá canalizar las demandas de cambio y reconstruir un país fracturado por la violencia y la desconfianza institucional.

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