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Industria para prevenir tiroteos escolares vale miles de millones de dólares, pero su eficacia es incierta

Con drones, botones de pánico y chalecos antibalas, escuelas buscan protegerse, mientras que expertos advierten que la prevención real requiere inversión en salud mental y apoyo comunitario.

Industria para prevenir tiroteos escolares vale miles de millones de dólares, pero su eficacia es incierta

ESTADOS UNIDOS.- — Un artículo de NPR, titulado “La industria de los tiroteos escolares vale miles de millones y sigue creciendo”, la periodista Meg Anderson narra cómo en un día soleado en Grapevine, Texas, tres drones sobrevuelan la cabeza de un maniquí, parte de una demostración afuera de la National School Safety Conference.

Justin Marston, CEO de Campus Guardian Angel, explicó en el :

“Usamos drones para detener tiroteos escolares. En caso de un ataque, pilotos remotos vuelan los drones contra el tirador, disparando bolas de pimienta y chocando con él para incapacitarlo.”

Este tipo de tecnología es solo un ejemplo de los productos que las escuelas pueden comprar para disuadir a un atacante. Desde Columbine en 1999, ha habido más de 400 tiroteos escolares, según The Washington Post.

El más reciente, al momento de publicarse el artículo original, ocurrió el mes pasado en Minneapolis, cuando una exalumna abrió fuego en una escuela católica, matando a dos estudiantes y dejando al menos 18 heridos.

Solamente en las últimas 24 horas, el activista Charlie Kirk fue asesinado de un balazo en un evento dentro de un campus universitario de Utah, y el mismo día, en Colorado un estudiante de preparatoria abrió fuego contra dos de sus compañeros y después se suicidó.

En respuesta a estos hechos, ha surgido una industria de seguridad escolar que ya vale hasta 4 mil millones de dólares, según la firma de investigación Omdia, y se proyecta que seguirá creciendo.

“La industria de seguridad escolar ha crecido rápidamente en la última década”, dice Sonali Rajan, directora sénior de Everytown for Gun Safety. “El desafío es que la gran mayoría de estos productos no tiene evidencia de su efectividad.”

Lo que se vende: de drones a kits de trauma

Dentro del congreso, los vendedores muestran:

  • Botones de pánico
  • Pizarras antibalas
  • Tecnología de reconocimiento facial
  • Simuladores de entrenamiento
  • Chalecos y armamento
  • Kits de trauma con torniquetes y agentes coagulantes

Tom McDermott, de CEIA USA, fabricante de detectores de metales, admite que antes las escuelas representaban una pequeña parte de su negocio; ahora son la mayoría:

“No es correcto. Necesitamos resolver este problema. Es bueno para los negocios, pero no deberíamos estar vendiendo a las escuelas.”

Sarah McNeeley, gerente de ventas de SAM Medical, señala que sus kits de trauma, tradicionalmente vendidos a paramédicos, bomberos y militares, ahora también se adquieren en distritos escolares.

“Estar preparados y tener estos dispositivos en las escuelas es esencial,” dice. “Algunas personas prefieren ignorarlo y fingir que no les pasará.”

Oficiales escolares: policías y consejeros

La conferencia, organizada por la National Association of School Resource Officers (NASRO), también capacita a oficiales escolares en temas como trabajo con niños traumatizados y prevención de violencia.

Sarah Mendoza, oficial escolar en Yoakum, Texas, considera esta formación lo más valioso:

“Solo me siento, hablo con ellos y los escucho. Mi conexión con los chicos es vital, porque ellos me dicen, ‘Mendoza, esto está pasando, ¿puedes ayudarnos?’ o ‘Así me siento hoy, ¿qué puedo hacer para mejorar?’”

Mo Canady, director ejecutivo de NASRO y exoficial de policía, subraya la complejidad del rol:

“Les pedimos que sean los mejores tácticos de su departamento y al mismo tiempo los mejores consejeros informales.”

Pero añade que cuando ocurre un tiroteo, cualquier herramienta disponible puede marcar la diferencia.

Prevención va más allá de la tecnología

Expertos en violencia armada destacan que medidas simples, como puertas cerradas, pueden salvar vidas; se cree que esto ocurrió en Minneapolis el mes pasado. Sin embargo, cerrar puertas no previene necesariamente un tiroteo.

Investigadores coinciden en que invertir en comunidades escolares que promuevan apoyo emocional y servicios de salud mental es clave. La mayoría de los tiradores son estudiantes actuales o exalumnos con tendencias suicidas.

Jillian Peterson, directora del Violence Prevention Project Research Center en Hamline University, ha entrevistado a personas que planearon un tiroteo escolar pero no lo llevaron a cabo.

Dos razones suelen hacer que cambien de opinión:

  1. Dificultad para acceder a un arma, subrayando la importancia de leyes de almacenamiento seguro.
  2. Alguien les ofrece esperanza durante una crisis, mostrando el poder del acompañamiento emocional.

“Estamos gastando miles de millones que podrían ir a salud mental o consejeros, todo lo que sabemos que crea inclusión,” dice Peterson.

Aun así, reconoce la atracción de una escuela “impenetrable”:

“Explotan los peores miedos de la gente. ¿Cómo decir que no si podría salvar la vida de mi hijo? Por supuesto que quiero eso.”

Peterson concluye que intentar comprar seguridad es muy estadounidense, al igual que los tiroteos escolares.

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