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Líderes de Asia-Pacífico exigen respeto al derecho internacional tras ataque de Israel en Catar

Gobiernos de Australia, Malasia, Pakistán y otros países criticaron el bombardeo israelí en Catar, mientras Donald Trump aseguró al emir Tamim bin Hamad Al-Thani que Estados Unidos respalda la soberanía de Doha y que el ataque fue decisión de Netanyahu

El ataque en Doha

CATAR — De acuerdo con la cobertura de CNN, el bombardeo israelí en Doha tuvo como objetivo a dirigentes de Hamás reunidos en un edificio residencial. Entre los fallecidos figuran Hamam Khalil al Hayya, hijo del jefe negociador Khalil al Hayya, y Yihad Labad, director de su oficina. También murieron tres acompañantes y un miembro de las fuerzas de seguridad cataríes.

Aunque Israel buscaba eliminar a Khalil al Hayya, fuentes de Hamás confirmaron que el negociador principal sobrevivió. La acción ocurrió justo cuando se revisaba la propuesta de alto el fuego presentada por Estados Unidos, lo que podría complicar aún más las conversaciones.

El primer ministro catarí, Mohammed Bin Abdulrahman al Thani, calificó el ataque como “una agresión flagrante” y advirtió que su país se reserva el derecho de responder ante cualquier violación de su soberanía.

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Condena internacional desde Asia-Pacífico

El ataque israelí en Doha, Catar, que dejó varios dirigentes de Hamás muertos y tensó las negociaciones de paz, generó rechazo de múltiples países de la región Asia-Pacífico.

La ministra de Asuntos Exteriores de Australia, Penny Wong, calificó la acción como “una decisión equivocada” que “pone en riesgo los esfuerzos de Qatar y Estados Unidos para lograr un alto el fuego, viola la soberanía qatarí y aumenta el riesgo de una escalada, lo cual no conviene a nadie”, según declaró a Sky News.

En la misma línea, el canciller de Nueva Zelandia, Winston Peters, afirmó en X: “La violencia debe terminar”.

El primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, dijo en X que “condena enérgicamente” el ataque, al que calificó como un “acto de agresión injustificado” y denunció el “absoluto desprecio por la paz y la diplomacia” de Israel. Además, expresó la “total solidaridad” de su país con Qatar.

El presidente de Maldivas, Mohamed Muizzu, lo tildó de “cobarde” y pidió a la comunidad internacional que responsabilice a Israel.

El Ministerio de Exteriores de Indonesia lo consideró “una grave amenaza para la seguridad y la paz regional” e instó a una respuesta global.

Por su parte, la India señaló estar “profundamente preocupada” pero evitó una condena directa, llamando a “moderación y diplomacia”.

Finalmente, el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, lo calificó como “totalmente injustificado” y una “provocación peligrosa”. Confirmó que habló con el emir Tamim bin Hamad Al-Thani para expresarle solidaridad y simpatía.

Postura de Donald Trump

En paralelo a estas condenas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, buscó enviar un mensaje de respaldo a Qatar tras el ataque. En una llamada telefónica con el emir, el Amiri Diwan informó que Trump “expresó su solidaridad con el Estado de Qatar y su enérgica condena al ataque contra su soberanía, señalando que las soluciones diplomáticas son suficientes para resolver los asuntos pendientes en la región”.

Trump subrayó además que “Qatar es un aliado estratégico confiable de Estados Unidos y alentó a Doha a continuar su papel como mediador para alcanzar un alto el fuego en Gaza.

Más tarde, desde la Casa Blanca, Trump se deslindó del ataque:

“Esta fue una decisión tomada por el primer ministro Netanyahu, no fue una decisión tomada por mí”, escribió en Truth Social.

Aseguró que Washington se enteró tarde de la operación y que ordenó a su enviado especial, Steve Witkoff, informar a los qataríes, aunque la notificación llegó cuando las explosiones ya habían ocurrido.

El mandatario también expresó malestar:

“No estoy contento con toda la situación. No es una buena situación. Queremos que los rehenes regresen, pero no estamos contentos con la manera en que sucedió”.

Según medios estadounidenses, la falta de aviso previo de Israel generó molestia dentro de la propia administración de Trump, al dejar a Washington sin margen para advertir a Catar o intervenir a tiempo.

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