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Ahmed Abu Aziz, “el periodista que nunca se detuvo”, pierde la vida en un ataque israelí tras años de documentar los crímenes de guerra y la hambruna en Gaza

Ahmed Abu Aziz perdió la vida en el ataque israelí contra el hospital Nasser el 25 de agosto en Khan Yunis, al sur de Gaza.

Ahmed Abu Aziz, un periodista freelance palestino de 29 años y colaborador de Quds Feed, fue asesinado el 25 de agosto de 2025 durante un bombardeo israelí contra el hospital Nasser en Khan Yunis, al sur de Gaza.

Reconocido por su cobertura valiente y sensible de la vida diaria en los campos de refugiados bajo fuego, su muerte conmociona a la comunidad periodística internacional y deja en evidencia los riesgos extremos que enfrentan los comunicadores en el conflicto.

La voz de los sin voz en medio de la desesperanza

Según The Guardian, Ahmed Abu Aziz era descrito por sus colegas de Middle East Eye como “el periodista que nunca se detuvo”. A pesar del peligro constante, recorría a pie largas distancias a través de la Franja de Gaza para documentar crímenes de guerra y dar testimonio del impacto de los ataques israelíes sobre la población civil.

Su trabajo, que realizaba para medios como Middle East Eye, Quds Feed y la Comisión Independiente de Derechos Humanos, se caracterizaba por una profunda humanidad y un compromiso inquebrantable.

Aunque este lastimado, no puedo dejar de trabajar. Por mis colegas y por su memoria”, escribió alguna vez.

De acuerdo con Middle East Eye, Ahmed sufría de dolor de espalda crónico, pero nunca le detuvo de hacer su trabajo. A pesar de que muchos colegas le ofrecían llevarlo al hospital, él simplemente pedía que lo apoyaran a terminar su reportaje.

Su enfoque no solo se centraba en los bombardeos, sino en las historias de las dificultades y supervivencia de la población gazatí. Capaz de filmar y escribir con una claridad conmovedora, Ahmed se había ganado el respeto de sus pares por su humildad, perseverancia y amabilidad.

Una promesa truncada y una vida personal de apoyo mutuo

Ahmed Abu Aziz se había casado en julio de 2024 con la abogada Loucy Saleh, de 28 años. Juntos habían forjado un vínculo basado en el apoyo mutuo y el estímulo para alcanzar sus metas académicas. Mientras Lurzan cursaba su doctorado en Derecho, Ahmed perseguía un doctorado en Medios en el Instituto de Prensa y Ciencias de la Información en Túnez.

Su sueño era que nos graduáramos juntos. Siempre me instó a defender mi tesis pase lo que pase y me alentó sin descanso. Se suponía que defenderíamos nuestras tesis juntos este año, pero él se fue y yo estoy sola, lamentando su pérdida”, relató su esposa, quien fue la encargada de encontrar su cuerpo entre los escombros tras el ataque.

La conciencia del peligro y la soledad del corresponsal

Ahmed era profundamente consciente del riesgo mortal que corría. La pérdida de dos colegas muy queridos al inicio de la guerra le había recordado lo frágil que era su propia seguridad.

En un artículo en primera persona para Middle East Eye el año pasado, confesó que su trabajo a menudo lo hacía sentirse solo, pero que persistiría.

Evito hacer conversación casual con los periodistas que me rodean porque no soporto la idea de perder a otro amigo. La gente no puede empezar a imaginar por lo que estamos pasando: bombardeos diarios y pérdidas. No estoy hecho de acero. Por dentro, estoy destrozado”, escribió Ahmed.

Esta soledad se veía agravada por una duda constante sobre el interés del mundo exterior; sus trabajos enviados a editores internacionales solían terminar con las mismas dos palabras: “¿Estás interesado?”.

El testimonio de una colega: la confirmación de una tragedia

Lubna Masarwa, colega y amiga de Ahmed en Middle East Eye, relató el momento devastador en que confirmó su muerte. Recibió un mensaje mientras estaba al lado de la cama de su madre en un hospital en Israel.

Inmediatamente llamó al número de Ahmed, y un amigo que contestó el teléfono confirmó lo peor minutos después con una imagen enviada por WhatsApp: el cuerpo de Ahmed, rodeado por su esposa y su madre.

Lubna recordó una conversación premonitoria de hace unos meses, cuando Ahmed le preguntó: “¿Qué escribirás sobre mí cuando muera?”. Ella le dijo que no moriría y cambió de tema. Su historia es un recordatorio sombrío de la persecución que sufren los periodistas en Gaza y de las voces que se silencian para siempre.

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