Apple en China: una alianza que forjó imperios y ahora genera inquietudes globales
Apple y China: una relación compleja que impulsó a ambas potencias, pero ahora genera riesgos para la tecnología global.
China. — Una década atrás, las reuniones entre funcionarios del gobierno chino y la prensa occidental eran una señal de apertura. Hoy, esa cercanía ha dado paso a una compleja relación entre el gigante tecnológico Apple y un Estado cada vez más autoritario.
De acuerdo con un análisis de El Diario MX, elaborado a partir del libro Apple en China de Patrick McGee, la empresa de Cupertino no solo encontró en el país asiático una plataforma para su crecimiento industrial, sino que terminó por alimentar el auge tecnológico de China. El reportaje sugiere que, sin Apple, la China moderna no sería lo que es hoy.
Una relación simbiótica
McGee, exreportero principal de Apple para The Financial Times, sostiene que la compañía estadounidense ató su futuro a un Estado con prácticas laborales y políticas cuestionables. Su investigación revela que Apple ha capacitado a más de 28 millones de trabajadores en China desde 2008, una cifra superior a toda la fuerza laboral de California.
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En 2015, Apple era el mayor inversor corporativo en China, con una derrama de más de 55 mil millones de dólares anuales. Esta expansión no solo consolidó su liderazgo global, sino que transfirió conocimientos clave a empresas locales como Huawei, Xiaomi, Vivo y Oppo, que ahora compiten directamente con los productos de Apple en mercados internacionales.
Tecnología, poder y control
Según el diario MX, McGee explica que este fenómeno representa una transferencia de tecnología de tal magnitud que puede compararse con eventos históricos como la caída del Muro de Berlín. Mientras Apple perfeccionaba su cadena de suministro, China absorbía ese conocimiento para fortalecer su propio ecosistema tecnológico.
La narrativa también apunta a los cambios políticos tras la llegada de Xi Jinping al poder en 2012. Desde entonces, se endureció la vigilancia sobre los derechos laborales y se restringieron las auditorías independientes en las fábricas proveedoras de Apple. A esto se suma el retiro de aplicaciones como la del New York Times a solicitud del gobierno chino y el almacenamiento de datos de usuarios dentro del país.
¿Quién usa a quién?
Aunque durante años Apple representó un símbolo de estatus en China y su llegada pareció abrir puertas a una sociedad más libre, el giro político del país ha dejado al descubierto una realidad más incómoda: Apple y China se han explotado mutuamente. El dominio tecnológico occidental facilitó la modernización china, pero también permitió que Pekín condicionara el acceso al mercado a cambio de ceder control.
Apple enseñó a los proveedores chinos a fabricar con precisión milimétrica,
— escribe McGee.
Esos proveedores, a su vez, replicaron ese conocimiento para beneficiar a empresas locales.
Ahora, muchos de estos dispositivos superan al iPhone en diseño y ventas.
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Aunque McGee peca de exhaustivo y omite algunas voces del pueblo chino, su investigación expone la fragilidad de los vínculos entre una empresa privada y una potencia global en ascenso. China creyó en Apple, pero Apple también creyó —y apostó— por China. En un contexto internacional marcado por tensiones, esta alianza comercial podría convertirse en un talón de Aquiles para Estados Unidos y para la misma Apple.