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¿Qué tan peligroso es el sarampión si no te dio de niño y cuáles son sus diferencias con la varicela?

El sarampión se propaga principalmente por el aire y puede permanecer infeccioso en el ambiente por horas.

CIUDAD DE MÉXICO. — Hace tiempo era común que padres juntaran a sus hijos para que también les diera varicela o sarampión al exponerlos con otro menores ya contagiados, con la creencia de que contraer la enfermedad en la infancia garantizaría inmunidad de por vida y evitaría complicaciones en la edad adulta.

Esta práctica, aunque basada en la lógica de la época, ignoraba los riesgos significativos del sarampión, una enfermedad viral altamente contagiosa causada por el virus del género Morbillivirus.

Pero sarampión no es una enfermedad inofensiva, y contraerla en la edad adulta puede ser especialmente peligroso debido a la mayor probabilidad de complicaciones graves.

La vacunación, con la triple viral (MMR), es la forma más segura y efectiva de prevenirla, eliminando la necesidad de exponerse al virus.

¿Cómo se contagia el sarampión?

El sarampión se propaga principalmente por el aire, a través de gotículas respiratorias al toser o estornudar, y puede permanecer infeccioso en el ambiente hasta dos horas.

Una persona infectada puede transmitir el virus desde cuatro días antes hasta cuatro días después de la aparición del sarpullido característico.

Su alta contagiosidad lo hace especialmente peligroso en comunidades no vacunadas, donde un solo caso puede desencadenar brotes.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de la introducción de la vacuna en 1963, el sarampión causaba millones de muertes anuales, muchas de ellas en niños, pero también en adultos no inmunizados.

¿Cuáles son los síntomas del sarampión y cuándo aparecen?

Los síntomas del sarampión suelen aparecer entre 7 y 14 días después de la exposición al virus. Inicialmente, la enfermedad se manifiesta con fiebre alta (que puede superar los 40 °C), tos, secreción nasal y ojos rojos y llorosos (conjuntivitis).

Estos síntomas pueden confundirse con un resfriado común, pero suelen ser más intensos. Además, muchas personas desarrollan manchas blancas pequeñas en la boca, conocidas como manchas de Koplik, que son un signo distintivo del sarampión y aparecen uno o dos días antes del sarpullido.

El sarpullido del sarampión es uno de sus síntomas más reconocibles.

Comienza como manchas rojas planas en la cara y el cuello, que luego se extienden al tronco, los brazos y las piernas. A medida que progresa, las manchas pueden fusionarse, dando un aspecto moteado a la piel.

Este sarpullido suele durar entre 5 y 7 días y puede ir acompañado de fiebre persistente.

Aunque el sarpullido no suele causar picazón intensa, puede ser incómodo, y la fiebre alta puede provocar fatiga extrema y malestar general.

¿El sarampión es más peligroso en adultos?

Si bien muchos casos de sarampión en niños sanos se resuelven sin complicaciones, la enfermedad puede ser mucho más grave en adultos, particularmente en aquellos con sistemas inmunitarios debilitados, mujeres embarazadas o personas con deficiencias nutricionales.

En adultos, el riesgo de complicaciones aumenta significativamente. Estas pueden incluir infecciones secundarias, como neumonía (la complicación más común y una causa principal de muerte por sarampión), otitis media (infecciones del oído) y, en casos raros, encefalitis, una inflamación del cerebro que puede dejar secuelas neurológicas permanentes o ser fatal.

El sarampión en adultos también puede tener consecuencias a largo plazo. Una complicación rara pero devastadora es la panencefalitis esclerosante subaguda (PEES), una enfermedad neurodegenerativa progresiva que puede aparecer años después de la infección inicial.

La PEES es casi siempre fatal y afecta principalmente a personas que contrajeron sarampión a una edad temprana, aunque el riesgo persiste en quienes lo contraen de adultos.

Este tipo de complicaciones resalta por qué el sarampión no debe considerarse una enfermedad “benigna” en ningún grupo de edad.

Complicaciones por sarampión en mujeres embarazadas

En mujeres embarazadas no inmunizadas, el sarampión puede ser particularmente peligroso. La infección durante el embarazo aumenta el riesgo de parto prematuro, aborto espontáneo o bajo peso al nacer.

Además, si la madre contrae sarampión cerca del momento del parto, el recién nacido puede desarrollar sarampión congénito, una condición grave que puede ser mortal. Estos riesgos subrayan la importancia de la vacunación antes del embarazo, ya que la vacuna no puede administrarse durante la gestación.

El tratamiento del sarampión es principalmente sintomático, ya que no existe un antiviral específico para el virus. Los pacientes suelen requerir descanso, hidratación y medicamentos para controlar la fiebre y aliviar los síntomas.

En casos de complicaciones bacterianas secundarias, como neumonía u otitis, se pueden recetar antibióticos. La vitamina A, administrada bajo supervisión médica, ha demostrado reducir la gravedad y las complicaciones en algunos casos, especialmente en niños con deficiencia de esta vitamina.

La mejor forma de prevenir el sarampión es la vacunación. La vacuna MMR, que protege contra sarampión, paperas y rubéola, tiene una eficacia cercana al 97% con dos dosis.

En adultos que no fueron vacunados de niños o que no están seguros de su estado de inmunidad, es crucial verificar su historial de vacunación o realizar pruebas serológicas para confirmar la inmunidad. Si no están inmunizados, deben recibir la vacuna, salvo en casos de contraindicaciones médicas, como inmunosupresión severa o embarazo.

Las diferencias entre sarampión y la varicela

El sarampión y la varicela son enfermedades virales altamente contagiosas, pero son causadas por virus distintos y presentan diferencias significativas en síntomas, complicaciones y manejo.

El sarampión es provocado por el virus del género Morbillivirus, mientras que la varicela es causada por el virus varicela-zóster (VZV).

Ambos se transmiten principalmente por gotículas respiratorias o contacto directo, pero el sarampión es más contagioso, con una tasa de transmisión de hasta el 90% en personas no inmunizadas.

La vacunación es clave para prevenir ambas enfermedades: la vacuna MMR protege contra el sarampión, y la vacuna contra la varicela ofrece inmunidad contra el VZV.

Los síntomas iniciales del sarampión incluyen fiebre alta, tos, secreción nasal, conjuntivitis y manchas de Koplik (pequeñas manchas blancas en la boca).

Días después, aparece un sarpullido rojo que comienza en la cara y se extiende al cuerpo, generalmente sin picazón.

En contraste, la varicela suele comenzar con fiebre leve y malestar, seguida rápidamente por un sarpullido que evoluciona de manchas rojas a vesículas llenas de líquido que causan intensa picazón.

Estas vesículas se convierten en costras antes de sanar. Mientras que el sarpullido del sarampión es más uniforme, el de la varicela se presenta en diferentes etapas simultáneamente (manchas, vesículas y costras).

Las complicaciones de ambas enfermedades pueden ser graves, pero difieren en naturaleza. El sarampión puede causar neumonía, otitis media, encefalitis y, en casos raros, panencefalitis esclerosante subaguda (PEES), especialmente en adultos o personas no vacunadas.

La varicela puede ser más leve en niños, pero eso no descarta posibles complicaciones

La varicela, aunque suele ser más leve en niños sanos, puede complicarse con infecciones bacterianas de la piel, neumonía o, en raros casos, encefalitis. Además, el virus de la varicela permanece latente en el cuerpo y puede reactivarse años después como herpes zóster, algo que no ocurre con el sarampión.

En mujeres embarazadas, ambas enfermedades son riesgosas, pero la varicela puede causar síndrome de varicela congénita en el feto, mientras que el sarampión aumenta el riesgo de aborto o parto prematuro.

El tratamiento para ambas enfermedades es principalmente sintomático, ya que no existen antivirales específicos para el sarampión, y el uso de antivirales para la varicela (como aciclovir) está reservado para casos graves o personas inmunocomprometidas.

La prevención mediante vacunación es altamente efectiva: dos dosis de la vacuna MMR ofrecen un 97% de protección contra el sarampión, y la vacuna contra la varicela tiene una eficacia superior al 90%.

Aunque ambas enfermedades eran comunes en la infancia antes de las vacunas, el sarampión tiene un mayor potencial de brotes en comunidades no vacunadas debido a su alta contagiosidad, mientras que la varicela es más común en entornos donde la vacunación no está generalizada.

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