Cegada por una copa: la trágica historia de Ashley King y el peligro del alcohol adulterado en el extranjero

Una noche de fiesta que cambió su vida

Ashley King tenía 19 años cuando viajó sola a Bali en 2011. En su última noche, decidió salir con amigos a un bar turístico recomendado por la guía Lonely Planet. Días después, despertó en su albergue sin poder respirar ni ver. Había sido envenenada con metanol, un químico tóxico presente en algunas bebidas adulteradas.

Me desperté y no podía respirar. Poco después, me di cuenta de que había perdido la vista,

—  relató la hoy actriz y creadora de contenido de 32 años, originaria de Calgary, en su podcast Static: A Party Girl’s Memoir.

Un diagnóstico devastador

King fue trasladada a un hospital en Nueva Zelanda, donde el Dr. Paul Gee, médico de urgencias, detectó altos niveles de metanol en su sangre. Este químico, según explicó Gee, es descompuesto en el cuerpo en formaldehído y ácido fórmico, sustancias que atacan directamente al sistema nervioso, los pulmones y los riñones.

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Cuando llegó al hospital, Ashley ya había perdido el 50% de su visión y presentaba un nivel de acidez en la sangre que podía ser letal. Su tratamiento incluyó una estrategia inusual: administrarle etanol —alcohol común— mezclado con jugo de naranja para frenar el efecto del metanol, mientras se realizaba la diálisis.

El riesgo silencioso del metanol

El caso de Ashley no es aislado. Seis turistas murieron en Laos recientemente por causas similares. El alcohol adulterado es un problema de salud pública subestimado, según Médicos Sin Fronteras. En países de bajos ingresos, el metanol puede ser utilizado como una alternativa económica al alcohol de marca, incluso en bares y restaurantes que aparentan ser seguros.

El envenenamiento por metanol puede confundirse con una simple resaca. Es como una historia de detectives averiguar qué está pasando,

—  explicó Gee.

Una nueva vida con un nuevo propósito

Ashley pasó un mes en el hospital y, aunque logró sobrevivir, perdió casi toda su visión. En lugar de iniciar su vida universitaria, tuvo que aprender a vivir como persona ciega. A pesar del trauma, no presentó cargos contra el bar:

No pensé que saldría algo de eso

—  comentó.

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Durante años enfrentó una profunda crisis emocional, pero con terapia y apoyo familiar logró rehacerse. Hoy, ha retomado su pasión por las artes, ha viajado sola nuevamente, e incluso practica snowboard. Su obra de teatro y podcast buscan crear conciencia sobre los riesgos reales que enfrentan los viajeros.

Estoy viviendo la vida que siempre quise, solo que tomé un camino extraño para llegar hasta aquí,

—  afirma.